20 agosto 2025

'Por si desaparezco', de Mirion Malle (La Cúpula)

Sigo recuperando cómics que durante el invierno no he podido leer. Le ha tocado el turno a Por si desaparezco, de Mirion Malle. Admito también que el tema hizo que dejase para más adelante su lectura. Porque, efectivamente: Mirion Malle escribe aquí un cómic duro, de desahogo. Clara es un alter ego para hablar de temas muy complicados, como la depresión, y todo lo que conlleva en una persona. La protagonista es una joven que tiene un trabajo editorial en el que se siente presionado, está escribiendo un poemario en el que está bloqueada... Y es que algo más va mal en Clara. Las amistades no la satisfacen, es más, terminan siendo una obligación a evitar, y es como sin dentro de la cabeza "tuviera una nube negra" que a veces le hace pensar que, después de todo, dejar de existir no estaría tan mal.

A medida que avance la historia sabremos un poco de dónde viene esa profunda desazón que le impide sentirse viva, pero creo que el origen, aún siendo importante, no lo es tanto como mostrar esa oscura sima en la que alguien con una depresión está. La depresión es una enfermedad que muchas veces se confunde con la apatía o la infelicidad transitoria, y las soluciones fáciles siempre están ahí: "sal a respirar al bosque", "queda con tus amigas", "ponte contenta, ¿por qué no estás contenta si lo tienes todo?", etc. Aquí, Mirion Malle, con un trazo sencillo, muy contemporáneo, pone sobre la mesa todos estos temas, de una manera muy verosímil. No hay soluciones fáciles, y de la misma manera, el cómic no tiene una resolución fácil tampoco -pese a que da visos de esperanza. Creo que toda persona que haya pasado por una depresión reconocerá enseguida el malestar de Clara: el ser incapaz de sentir nada, el querer estar con alguien y solo al mismo tiempo, y, en general, la completa incapacidad de tener pensamientos claros o poder enfocar la mente en algo constructivo. Por si desaparezco es un cómic duro, espero que exorcizante para la autora, pero necesario de compartir para normalizar este mal que tan extendido está en nuestra sociedad, si quiera para tener un poco más de empatía con quienes lo padecen.

18 agosto 2025

'El club de los dibujantes', de Raina Telgemeier y Scott McCloud (Maeva Young)

Raina Telgemeier es quizá una de las autoras más conocidos y exitosas del cómic como literatura juvenil. Obras como ¡Sonríe!, Hermanas, Coraje o Drama no solo han demostrado que sabe muy bien contar historias conectando con sus experiencias biográficas, sino que ha sabido conectar con un público joven que ahora puede disfrutar de un gran expositor de novelas gráficas para jóvenes adultos que Raina ha contribuido a disponer para el público.

¿Y qué ocurre si una autora de éxito reconocido se alía con uno de los divulgadores y más talentosos artistas de cómic? Que juntos firman El club de los dibujantes, una deliciosa novela gráfica que, además, sirve para adentrarnos en las particularidades de este tan amado por nosotros noveno arte. 

El club de los dibujantes es, como reconocen los propios autores en las páginas finales, una versión de la obra maestra de Scott McCloud Entender el cómic, pero especialmente pensado para lectores jóvenes. En esa obra, McCloud disecciona los elementos del lenguaje del cómic para que tanto lectores como autores podamos hacer uso de ellos y comprenderlos mejor. Porque lo mejor del cómic es que no es literatura, ni tampoco es simplemente ilustración. El cómic es la mejor prueba de que a veces el todo es más que la suma de sus partes. De la unión de estos dos medios (palabra e imagen) nace uno nuevo, con su propia gramática y sus propias convenciones. McCloud nos mostraba en su obra esos entresijos. Aquí, en El club de los dibujantes, insertados en una historia amable de un grupo de chicos y chicas entusiastas del cómic, se encuentran esos mismos entresijos, contados de una forma sencilla, y me atrevería a decir que subrepticia. Porque apenas te dan cuenta de que Telgemeier y McCloud te están dando un tutorial, una serie de consejos para crear tus propios cómics, y eso incluye planificación de páginas, tipos de planos, materiales, ¡incluso la manera de doblar las hojas de un folio para conseguir tu propio primer minicómic! Todo, sin perder la sensibilidad de Telgemeier por las historias conmovedoras y la inclusión. 

¿Cómo se han distribuido el trabajo estos dos autores? Raina se encarga del dibujo de la mayor parte de la obra, en su estilo habitual, y Scott de los ejemplos de cómics que aparecen. En cuanto al guion, no se explicita quién ha hecho qué, así que me figuro que está hecho un poco al alimón. La mayor virtud del cómic, insisto, es que de una forma muy amena y casi sin darse uno cuenta, los rudimentos de cómo hacer un cómic son explicados.

La sección final "Entre bastidores" resulta también muy interesante: con algunas preguntas a los autores, glosario, lista de recursos, proceso de cómo se hizo el cómic... Páginas de apoyo para quien quiera consultar algunos detalles más técnicos.

Concluyendo: El club de los dibujantes me parece un cómic estupendo para dárselo si tenéis a alguien joven que sienta el mínimo interés por dibujar o crear cómics. Incluso yo mismo, que ya peino canas, no he podido dejar de sentirme entusiasmado cuando lo he leído, y me han dado ganas de volver a crear cómics como, snif snif, hacía hace años. Recomendadísimo.

14 agosto 2025

‘Marvel Gold: Lobezno 1: Noches de Madripur’, de VVAA (Panini)

 

Siguiendo mis lecturas "libres" de este verano, después de darme el gusto con los Spiderman 2099 reseñados anteriormente, me he puesto con los Marvel Gold de Lobezno. Recientemente compré el 2, pero para ponerme a tono preferí releer el primer volumen antes de empezar con el segundo, así que aquí van cuatro pensamientos al hilo de ese tomo. 

Lobezno
es uno de los héroes salidos de la factoría Marvel que más predicamento ha tenido en las últimas décadas. Su aparición en las páginas de Hulk en los años 70 pasó algo desapercibida, pero su adhesión a la Patrulla-X, en su relanzamiento con los guiones del mítico Chris Claremont, hicieron de él uno de los mutantes más carismáticos de la editorial. Era cuestión de tiempo que consiguiera una serie para él solo, y lo hizo a finales de los años 80, cuando aparece Wolverine, la primera serie regular dedicada exclusivamente a las aventuras del superhéroe canadiense.

La serie dio inicio con un equipo de autores de auténtico lujo: a los guiones se encontraba Chris Claremont, un antiguo conocido del personaje, y el autor que había llevado a los mutantes a ser el éxito más sonado de la editorial. En la parte gráfico, unía sus esfuerzos a Claremont el reputado John Buscema, el dibujante que marcó el estilo visual de Conan durante décadas. A su lado, el entintador Klaus Janson, artista que ha compartido los lápices con autores como Frank Miller o John Romita Jr, y cuyas tintas siempre tienen un carácter muy personal, que complementa al del dibujante.

Al buscar un nuevo enfoque que diferenciase las aventuras de Lobezno de las de su colección madre, La Patrulla-X, Claremont aprovechó la aparente muerte del grupo de mutantes para darle otro aire a su creación. Los inicios de Lobezno como colección regular tienen una orientación más centrada en la aventura y la intriga. Con un Logan sin el lastre de su grupo de hombres-X, es libre de establecerse en la ficticia ciudad de Madripur, un lugar que, en un rincón desconocido del sureste asiático, constituye una suerte de megalópolis en la que las diferencias sociales son extremas: conviven las chabolas más miserables con los rascacielos más espléndidos. En este ambiente, Claremont teje una historia donde Logan asume una nueva identidad -Parche- y le esto le permite escribir otro tipo de historias, donde los hampones, los clanes de mafias y la corrupción son los enemigos que han sustituido a los supervillanos enfundados en leotardos. De esta forma transcurren los primeros números de la colección, sin que tan siquiera veamos habitualmente al héroe en su ya clásico uniforme de la Patrulla-X. La portada del tomo, que reproduce la del número uno de la serie, ya nos pone sobre aviso. En esta colección, Logan buscará su auténtica identidad, sin las ataduras que suponía su supergrupo. Su historia es todavía aquí un misterio para el lector: no sabemos qué edad tiene a ciencia cierta ni de dónde le provienen sus extraordinarios poderes, que le hacen virtualmente invulnerable. A lo largo de la colección, Lobezno deberá lidiar con su lado animal, el que le hace reaccionar de forma violenta y salvaje como el animal que le da nombre (en el original inglés, wolverine hace referencia a un pequeño mamífero llamado carcayú), pero también tendrá ocasión de demostrar su valía como aventurero -al más puro estilo Indiana Jones- o investigador. 

Lobezno: Noches de Madripur es el tomo que Panini editó en febrero de 2023 en su línea Marvel Gold y que recopila los primeros 16 números de su serie regular, así como la miniserie en diez números que se publicó por primera vez bajo el epígrafe Marvel Comics Presents. Se trata de unas historias que han envejecido muy bien porque, al fin y al cabo, fueron creadas buscando el cómic de aventuras clásico. Su factura tanto en guion como en dibujo y entintando son admirables, y nos dan una visión poco acostumbrada del Lobezno guaperas y héroe de acción que el cine nos ha dejado en los últimos años.

Lobezno empezó siendo una serie que tenía la intención de ver a un Logan diferente del que habíamos visto hasta el momento. Se trataba de alejarlo de las misiones con otros mutantes, aprovechando que el mundo pensaba que los X-Men habían muerto (en la saga “La caída de los mutantes”) y descubrir una faceta más personal del personaje. Situándolo en Madripur (lo que siempre he considerado un nombre que mezclaba Madrid y Singapur), veíamos a otro Logan: uno que se manejaba en los bajos fondos, en asuntos turbios, que bebía y peleaba, y que ocultaba su verdadera personalidad tras el nombre de Parche. Ni siquiera llegábamos a ver a Lobezno en uniforme de la Patrulla-X hasta el número 14 de la colección.

Entre los números 11 al 16, Claremont se tomó un descanso y su sustituto, un Peter David que aún no había alcanzado la gran fama de su etapa en Hulk, llegó para contar El caso de la piedra Gehenna (The Gehenna Stone Afair), una historia en seis partes que contaría, además, con los las portadas de Kevin Nowlan (Tomorrow Stories), lápices de John Buscema y la tinta de Bill Sienkiewicz (Voodoo Child, Elektra Assassin, Straytoasters, etc). Un equipazo de lujo sin duda.

 

En El caso de la piedra Gehenna, David plantea una historia de género para Lobezno, con todas sus características. Para ello, ya tiene a Logan situado en una ciudad en la que la distinción entre riqueza y pobreza es alarmante, un Logan familiarizado con los bajos fondos y habituado a echar un cable a la policía cuando el asunto le interesa. Así que plantea la historia: un amigo pide ayuda a Logan porque una tía suya amenaza con reclamar la fortuna heredada por su hermana alegando que éste está fuera de sus cabales. Resulta que éste posee parte de una joya que, unida en todos sus dispersos fragmentos, puede devolver sus poderes al hombre-demonio Ba’al. Así que Logan se verá inmerso, junto a sus amigos Archie Corrigan o Jessica Drew (ex Spiderwoman), en una historia que empieza como una novela negra y termina como una épica aventura a lo Indiana Jones (con diversos homenajes explícitos) de implicaciones míticas para el personaje. David se muestra ágil en los guiones, con unos diálogos ingeniosos y cortantes y una acción in crescendo. Buscema está, como siempre, arrollador, y Sienkiewicz no hace más que aumentar la calidad del dibujo de Buscema, afilando los rasgos, proporcionándoles aún más fuerza indómita. Se trata de una saga poco recordada en general, algo extraña para lo que es un personaje que en principio no tiene nada que ver con las temáticas a las que Peter David le lleva, pero que se revela como una saga, lejos de ser puro relleno, ingeniosa y hasta importante para el continuo del personaje.

Concluyendo: estamos de suerte con la reedición de este material clásico tan interesante y necesario para entender la evolución de uno de los personajes más carismáticos del universo mutante hoy en día. Una etapa que brilla con luz propia gracias al buen hacer de su elenco creativo y un volumen para atesorar. Próximamente, reseña del tomo 2: Vuelta a lo básico

12 agosto 2025

'Spiderman 2099' (la colección completa 2), de Peter David y Rick Leonardi (Panini)

Sigo con la lectura del Universo 2099, y tras leerme el primer omnibus de la serie de Spiderman, y luego la primera serie regular de Doom 2099 de Fórum que tenía en casa, tocaba proseguir con el segundo volumen de Miguel O'Hara. Panini recientemente ha editado este segundo tomo de la colección completa, que finalizará con la publicación del tercer tomo el mes que viene, septiembre de 2025

En este segundo tomo de Spiderman 2099 nos encontramos, para empezar, con el primer crossover que las series de la línea 2099: La caída del martillo. Se trata de cinco números, distribuidos entre las colección de Spiderman 2099, Ravage 2099, X-Men 2099, Punisher 2099 y Doom 2099. En este crossover aparecen en la Nueva York del futuro unos individuos superpoderosos que dicen ser los dioses nórdicos: Thor, Baldur, Heimdall... Y que parece que son la respuesta a las oraciones de muchos de los ciudadanos de la Infraciudad, que ha desarrollado el culto de los thoritas... Sin embargo, la oculta relación que tienen con la corporación Alchemax hará que los "héroes" tengan que unirse para desvelar sus secretos. 

Me puedo imaginar el poco interés que David debía de tener en tener que acoger en su serie este cruce que, bueno, es interesante para ver a los personajes interactuar entre ellos, pero, más allá de los tintes épicos de su título y trama (¡recuerdo los anuncios del crossover en la publicidad interna de otros cómics Marvel de aquella época!), tampoco aporta gran cosa. Al contrario: Peter David empieza a brillar de verdad tras el crossover, a partir más o menos del número 18 de la serie. Llevamos ya año y medio de colección y es aquí donde el guionista de la mejor etapa de Hulk va a poner toda la carne en el asador con sus brillantes diálogos, atrevidas composiciones verticales de página, flashbacks (en los siguientes números dedicará una parte importante de las páginas a una historia paralela del joven Miguel O'Hara) y giros de guion que desembocará en un clímax glorioso al final del número 25, que en USA era double-size

Muy bien construido por Peter David, intentando -como ya comenté en la reseña del anterior volumen- ir totalmente en la dirección opuesta de las decisiones tomadas con Peter Parker, este Spiderman es otra cosa. No te hace pensar que estás ante un remedo futurista del Trepamuros clásico. La ciudad de Nueva York y el mundo de 2099 han sido muy pensados como ambientación -los artículos de fondo del tomo explican que los guionistas involucrados estuvieron en una especie de encierro de fin des semana para escribir la "biblia" de ese mundo-, y el tono cyberpunk, pesimista, ultratecnológico y con una pequeña reivindicación ecologista (como dejaba entrever con antelación Cels Piñol en los correos de la época -esto lo he visto en la lectura de las grapas Fórum de Muerte 2099) está muy conseguido; pero al mismo tiempo, sin ser la misma, la responsabilidad y problemática familiar de Miguel O'Hara es también un ángulo que Peter David sabrá explotar muy bien. 

En lo gráfico, Rick Leonardi a los lápices y Al Williamson a las tintas siguen marcando el estilo gráfico del cómic de manera maravillosa, y haciendo que los eches de menos en los pocos números en que no aparece, sustituidos por el para mí pasable Ron Lim, o el ya muchísimo mejor Tom Grindberg. 

En resumen: si este segundo tomo lo compré un poco por inercia y completismo, ya que ya había empezado la colección, al tercero voy de cabeza porque me da la impresión de que la serie va ganando enteros a medida que avanza, y aunque posiblemente terminara siendo cancelada a pesar del gran trabajo de sus autores (esto último no lo sé, pero puedo suponerlo, al fin y al cabo, la línea 2099 tuvo una vida relativamente corta; lo comprobaremos en ese tercer volumen), estoy seguro de que el viaje habrá valido la pena. 

10 agosto 2025

Destacados de las novedades de Panini de agosto 2025

De las novedades que Panini, ahora con los derechos tanto de DC como de Marvel, pone en librerías este mes de agosto, personalmente destaco:

Batwoman de JH Williams III

 Empezamos con un  tomo muy interesante, porque se recopila la etapa de J.H. Williams III (¡ya sabéis, el artífice gráfico de Promethea de Alan Moore!) en Batwoman en un solo tomo. Este señor es un coloso de la ilustración, y sólo por sus atrevidas disposiciones de página, su amor por el art nouveau y su intrincado dibujo de referencias pictóricas esto vale la pena atesorarlo. Más cuando las ediciones anteriores fueron erráticas (ahora tomo gordo, ahora colección de prestigios...) por parte de ECC. 

 

 

Aparte de algunas nuevas enésimas ediciones de material clásico, y que si no habéis leído estáis tardando (la de La cosa del pantano parece por el volumen y precio que estará a la altura de la edición en 3 tomos que hizo Planeta/ECC, mientras que la de Hellblazer es una edición a tapa blanda de 5 en 5 números), me interesan este Marvel Gold: La Imposible Patrulla-X, en la que empieza a publicarse la cabecera X-Men, la colección que estrenaron Claremont y Jim Lee y que fue un hito en su momento, en los 90.

 

Otra re-reedición interesante es la recuperación en El Vigía de un superhéroe de tercera línea y cómo Paul Jenkins y el gran Jae Lee (en esta casa somos muy fans de él) lo devolvieron a la continuidad Marvel. Y finalmente, otra novedad curiosona es este Los señores de los dragones, incursión fantástica de los cómics del Pato Donald con el experimentado guionista Byron Erickson y el no menos mítico dibujante Giorgio Cavazzano.

 Tenéis el catálogo completo de novedades del mes de Panini en este enlace.

 

08 agosto 2025

'Music Queens', de Rebecca Manzoni, Émilie Valentin y Leslie Plée (Garbuix Books)

Music Queens está estructurado como una playlist. Se trata de una historia de la mujer en la música pop a través de diez canciones: diez artistas, diez formas de ver la música, diez voces que se plantaron ante una industria de hombres, donde la mujer era apenas una cara bonita que atraía a los fans. Aquí, de Nina Simone a Beyoncé, de Janis Joplin a Queen Latifah, pasando por figuras menos conocidas por el gran público como Anne Sylvestre, tenemos un variopinto fresco de las mujeres que cambiaron la música del siglo XX y XXI, no sólo dando voz sino también presencia femenina, y por tanto espacio para otros temas, otras sensibilidades, ampliando el punto de mira a los márgenes. La selección, aunque evidentemente constreñida por la longitud que podría haber tenido (a mí personalmente me faltan otras grandes, como Billie Holiday, Tina Turner, Siouxsie Sioux -incluso una división, imposible por el origen del cómic, española: Ana Curra, Alaska… pero es sólo una cuestión personal), es muy acertada y cubre muchos espectros musicales. 

Didáctico, sencillo, con un dibujo muy sintético obra de Leslie Plée, esta obra conecta con otras de temática reinvindicativa semejante, como el Valerosas de Pénélope Bagieu (no es casualidad que una de las guionistas de Music Queens haya trabajado en la animación este cómic) o el reciente, también editado aquí por Garbuix, Libres para pensar: diez mujeres, diez vidas filosóficas. En definitiva un buen cómic para conocer y reconocer, y para dar a leer a jóvenes lectoras y lectores para que construyan su gusto musical en igualdad. 

07 agosto 2025

'Ava', de Ana Miralles y Emilio Ruiz (Astiberri)

El tándem Emilio Ruiz y Ana Miralles, que llevan ya un buen número de colaboraciones juntos (De mano en mano, Muraqqa o la serie juvenil Wáluk) nos ofrecen en esta novela gráfica Ava un episodio de la vida de la diva de Hollywood, Ava Gardner, en concreto una visita que realizó a Brasil con motivo de la promoción de la película La condesa descalza, en 1954. Lo que se prometía un viaje de ensueño a Copacabana se convierte en casi una pesadilla por la manera en que todo el mundo pretende utilizar la fama de la actriz en su provecho, con un Frank Sinatra que la llama para replantearse su relación o un Howard Hughes que la sigue y persigue allá donde va. Ruiz concentra en este pequeña anécdota para enfocar la obra a trazar el retrato del carácter de la Gardner, y no tanto su leyenda o su sensualidad: de esta manera conocemos a una mujer de carácter fuerte, destinada siempre a luchar contra un medio -el cine, el establishment americano- que veía en ella una muñeca de Hollywood. Por su lado, Ana Miralles hace un trabajo espectacular al dibujo, recreando la época y retratando a la actriz de forma soberbia. Quizá algo menos de lo que esperaba -el episodio brasileño da poco juego para pintar el retablo que, imagino, Ruiz tenía en la cabeza-, pero aún así, espléndido en el arte este tebeo. Por cierto: la novela gráfica Ava ganó el Premio Todostuslibros 2025 al Mejor Cómic Nacional. 

06 agosto 2025

'¿Es una bruja?/És una bruixa?', de Raquel Gu (Garbuix Books)

Cualquier balear que tenga más de 30 recordará con cariño un cómic titulado Història de les Illes Balears que tuvo una difusión masiva gracias a la edición por parte de la que en ese momento era la caja de ahorros que tenía más implantación en las Islas. Fue un cómic histórico en todos los sentidos, porque además de ser didáctico y entretenido, era muy divertido, y muchos gags permanecieron en el humor de muchas familias (bueno, puedo hablar por mi contexto). Història de les Illes Balears era un recorrido por la historia de estas islas desde la Prehistoria hasta el momento en que publicó (los 80), en el que un niño y una niña conocían a un viejo olivo -Madò Olivera- que ejercía de maestro de ceremonias y les explicaba de forma amena todo su pasado.

¿A qué todo este párrafo? Pues porque, tantos años después, És una bruixa? (lo he leído en catalán, pero también está editado en castellano: ¿Es una bruja? Mitos, mentiras y realidad), de Raquel Gu, me ha recordado esa amena lectura que hice. En su cómic, una abuela, a propósito del encuentro de sus nietos con una vecina mayor y algo antipática, cuenta los orígenes, causas y desarrollo del concepto de bruja, tan antiguo como la humanidad y firmemente relacionado con una cosmovisión patriarcal. La autora hace un magnífico y ameno ejercicio de síntesis, desde los primeros sabios y curanderos en el albor de las civilizaciones, pasando por Grecia y Roma, la Edad Media, la época de la Inquisición, la caza de brujas en Europa y América en los siglos XVI y XVII, hasta el cambio de paradigma de esa idea, con su reapropiación por parte del feminismo. 

Y lo hace, como digo, de una forma muy amena, porque los personajes de la abuela (la sabiduría) y los nietos (la transmisión del conocimiento) permiten relacionar una historia de la misoginia como es la de las brujas con conceptos más modernos que los lectores jóvenes entenderán, como el bullying o las fake news, porque de eso se trata en el fondo: de cómo un statu quo de poder impuso su relato a unas mujeres que frecuentemente vivían en los márgenes de la sociedad. 

El cómic está muy bien documentado (tiene dos páginas enteras de la bibliografía en la que se apoya): por ejemplo, a poco que uno sepa, sabe que la Inquisición española no persiguió el fenómeno de las brujerías como pasó en otros lugares de Europa, y eso es un aspecto que aquí se menciona y reconoce. Raquel Gu tenía una papeleta difícil en este cómic, puesto que su carácter didáctico le podía llevar a usar texto de forma desmesurada, y sin embargo, aunque tiene bastante, está bien solucionado, y el humor y el uso abierto de la composición de la página, en la línea de lo que suele hacerse hoy en día en el cómic documental, hace que la obra no se haga en absoluto pesada. Añadamos a esto el delicioso y sencillo dibujo de la autora, y tenemos un cómic divulgativo, entretenido y especialmente señalado para jóvenes lectores/as, que cuenta una parte de nuestra historia que necesitada ser reformulada.

05 agosto 2025

'La última sirena', de Derek Kirk Kim (Astiberri)

Impresionante la evolución que ha hecho Derek Kirk Kim desde La misma diferencia (bueno, ahora que lo pienso: es natural, han pasado 20 años). Cuesta creer que este autor surcoreano que entregó un cómic de dibujo sencillo y acabado en blanco y negro sea el mismo que firma esta delicia que es La última sirena, el primer tomo de lo que es una excelente saga de cómic juvenil. En él, una sirena solitaria vaga por un páramo interminable en una búsqueda más allá de la razón. Para seguir adelante, debe sobrevivir a los interminables tramos entre pequeñas bolsas de agua donde poder respirar. Acompañada de su ajolote Lottie, la sirena deberá escapar de bandas itinerantes de caníbales cibernéticos y temibles bestias mutantes. Con ecos de los futuros postapocalípticos mezcla de Miyazaki y Mad Max, La última sirena es una historia de aventuras que no da tregua al lector, con personajes arquetípicos pero adorables, y, sobre todo, un trabajo digital en el que Kim ha puesto toda la carne en el asador. Más que un cómic parece un film comic (cómics que se hacían a base de capturas de imagen de una película de animación) o un storyboard, y algo de ello habrá, porque Kim ha trabajado en animación, diseñando personajes y dirigiendo. 

04 agosto 2025

'Flight', de Kuniko Tsurita (Gallo Nero)

¿Es legítimo desligar la obra de la vida de su creador/a? Muchas veces, a cuenta de la última cancelación del autor de turno, este debate vuelve con intensidad en las redes. Y a costa de esquivarlo, hay que reivindicar que el contexto de creación y de las circunstancias autorales importan, y mucho, para entender la obra. Éste es el caso de Kuniko Tsurita, de la que Gallo Nero publicó un formidable volumen a finales de 2024. Si bien puede hacerse una lectura superficial de estas historias cortas, cuando entendemos su trasfondo es cuando sale a relucir el talento de su autora. Tsurita empezó a dibujar de muy joven, y a enviar su trabajo en forma de participación en concursos de revistas. No tuvo mucha suerte: los editores esperaban que una mujer escribiese historias románticas, y no era el caso. Tsurita podría haber hecho lo que muchas mujeres: ponerse un pseudónimo masculino y esperar así, quizá, una mejor recepción. Pero no lo hizo y eventualmente llegó a publicar en la revista Garo, la cabecera del gekiga por excelencia.

Tsurita fue una mujer que tuvo que lidiar con el lupus, hasta que finalmente en 1985 -con treinta y siete años- falleció por una complicación derivada de éste, dejando tras de sí una obra (relativamente para un mangaka) larga y cerrada, que en este tomo titulado Flight -como una de sus historias- podemos disfrutar, no sé si en su totalidad, pero sí de una forma extensa. En Flight podemos ver la evolución de las historias de la autora, desde unas iniciales historias, a mediados de los 60 más de género -ciencia ficción- con un estilo deudor de los autores clásicos (Fujio-Fujiko, Tezuka), hasta las últimas, cerca de 1980, vemos una constante evolución en la que Tsurita se despoja de influencias estilísticas y es libre para contar las historias que verdaderamente quiere contar. En este último sentido, algunas historias son muy Garo, o más bien, lo que entiendo yo por eso, que es que, en un afán muy japonés de contar historias, éstas pueden ser simplemente la corporización de un anhelo, de un sentimiento, algo así como un haiku en viñetas. Las historias no tienen porque tener una estructura narrativa ordinaria, donde a veces es más importante la sensación que transmite o la experimentación que pone sobre la mesa que la propia trama. Me gustan, así, especialmente, historias como Mi mujer es una acróbata o Money, donde imagino a Tsurita desposeyéndose de las influencias del manga e inspirándose en las líneas griegas de las cariátides, o sus últimos trabajos, Frío extremo o Flight, donde la enfermedad ya ha avanzado en ella (con un estilo amalgamado, pero roto en su pulso) y puede apreciarse un tono más lúgubre, aunque en ocasiones esperanzador.

Concluyendo: creo que sin conocer la historia de la intensa lucha que tuvo Kuniko Tsurita con su vida y el esfuerzo supremo que imprimió en sus páginas, única forma de expresión que encontró, no habría podido valorar en su medida los relatos de Flight.  Y me alegro de haberlo hecho, porque a veces es cierto que el arte salva. Qué o a quién salva, queda a cada uno.

01 agosto 2025

'Una educación oriental', de Charles Berberian (Planeta)

Han sido unos cuantos de los más importantes autores de la bd francesa que nos han entregado su particular memoir retratando su infancia y años clave para su formación. Y curiosamente, todos ellos, los más destacados al menos, nos ofrecían historias que venían de los márgenes de la identidad francesa: Marjane Satrapi en Persépolis contaba su infancia en Irán o Riad Satouf en El árabe del futuro, entre Siria y Libia. Quizá el caso más local de esta generación sea David B. en su monumental Epiléptico (o La ascensión del Gran Mal). Ahora, Charles Berberian, enorme ilustrador y colaborador habitual con Philipe Dupuy (El señor Jean, etc.), cuenta en Una educación oriental su juventud en Beirut a través de varios viajes de ida y vuelta.  Esta excusa por volver a los lugares en los que uno (según su memoria, que es selectiva y traicionera) fue feliz es la que Berberian arma para un cómic en el que narrar sus años de infancia y retratar con ternura la admiración que sentía por su hermano mayor o por la yaya que cuido a ambos mientras sus padres estaban ausentes trabajando en Bagdad. Con el trasfondo de la guerra civil en el Líbano, el autor traza en coming of age en el que despierta su amor por los tebeos, se enamora por primera vez, o, con la perspectiva del tiempo -y del autor en el presente- valora el papel de las relaciones entre su familia.

Como memoirUna educación oriental no tiene una historia realmente llamativa -es la historia que puede tener cualquier familia que ha tenido que emigrar-, pero donde brilla Berberian es en la ejecución de las páginas. A lo largo de las páginas de la novela gráfica exhibe el dominio de las más variadas técnicas y composiciones: hay acuarela, hay sfumato, hay esbozos directos a tinta, hay caricatura y hay realismo, hay páginas que parecen sacadas de un cuaderno de bocetos de viaje, hay un uso muy particular y concreto del color en las páginas que, por lo demás, son en blanco y negro.... En definitiva, si bien la obra no es muy memorable como memoria, Una educación oriental destaca por el fantástico trabajo de Berberian en lo visual. Sin duda, en este aspecto, es su mejor trabajo hasta la fecha.

31 julio 2025

'Goiter', de Josh Pettinger (La Cúpula)

De Goiter podría decir muchas cosas, la primera de ellas que es un universo en sí mismo, un universo, eso sí, desconcertante. Podrían decirse muchas cosas, pero a la vez me resulta difícil hablar de este cómic. Su autor, Josh Pettinger se acoge a un estilo de línea clara pero de fondo chungo -underground-,  a la vez busca un homenaje a los cómics de los años 50 con una cuatricomía vistosa y viejuna. Argumento extravagante y surrealista, que ora parece acoger el slice of life, ora se lanza en pos de una desconcertante distopía orwelliana-sadomaso que parece sacada de la mente del perverso Miguel Ángel Martín. Un experimento visual que no podría tener réplica en otro medio porque Pettinger conoce bien la gramática del cómic y sabe cómo tensar sus estructuras para crear una obra que es a la vez empática e incómoda, como le ocurre a otros autores como Daniel Clowes. 

Goiter se tiene que entender como un cómic serializado (¿apareció así por primera vez?), en un formato que homenaje los títulos de la EC (previos a la autocensura del medio en EEUU), con historias independientes pero que tienen un nexo común que puede seguirse si se leen todas juntas. En todo caso, es un hilo muy sutil y lo que caracteriza estas historias es su aparente sinsentido, como dice el autor "donde la vida es un mero síntoma de la catástrofe". No se me ocurre mejor frase para resumir este tebeo.

30 julio 2025

'Piensa', de Shinsuke Yoshitake (Pastel de Luna)

Si yo tuviera clases en Primaria y pudiera hacer unas sesiones de Filosofía 3-18, utilizaría como guía, sin duda, esta obra de. De  Shinsuke Yoshitake ya he hablado alguna vez: es un autor japonés, a medio camino entre el manga y el libro infantil ilustrado, que siempre plantea temas filosóficos en su obra, pero de manera muy natural y siempre embellecidos por las respuestas fantásticas que una mente infantil daría a preguntas tan en el fondo complejas. Ha hablado de identidad (Ese robot soy yo), de las infinitas circunstancias de la vida (Ser o no ser una manzana), de la muerte (¿Cómo será el más allá?), de la noción de justicia (¡No es justo!), y en Piensa (publicado en 2022), de una forma muy sutil, va encadenando situaciones y personajes para plantearnos preguntas. Algunas tienen respuestas y otras no, pero lo principal en la búsqueda de la sabiduría -es decir, la filosofía- es hacérselas. Por ejemplo, en el bloque "Miguel piensa en las mentiras", tenemos una batería de reflexiones que hacer con los más pequeños: ¿qué es una mentira? ¿Una mentira deja de serlo si se descubre? ¿Ocultar una cosa importante es mentir? ¿Hay que decir siempre la verdad? Sólo en un bloque temático tenemos ya un montón de preguntas que hacerle a nuestr@s lectores y lectoras y de ellas pueden surgir multitud de interesantes debates.

Siempre digo que el último Shinsuke Yoshitake que he leído es el que me gusta más, pero en esta ocasión creo que esta pequeña cápsula de socratismo gana por goleada. Edita Pastel de Luna en castellano y catalán.

29 julio 2025

'Black Metal', de Magius (Autsaider Comics)

Si hay un género musical que me fascina es el black metal. Si alguien se pregunta qué diablos es eso, se trata de una de las ramas más extremas del heavy metal, caracterizada por las estructuras musicales de atmósfera tétrica, tempos muy rápidos, guitarras con un protagonismo alto del tremolo, voces guturales agudas llamadas (shrieking) y en muchas ocasiones estética y letras anticristianas. Me interesa tanto el tema, tanto por su vertiente histórico-cultural como musical, que podría haceros aquí un ensayo sobre ello, pero no es el momento y el lugar. Baste decir que el momento del nacimiento de lo que hoy todos reconocemos como origen de este género (en realidad, segunda ola, la que se llamaría trve norwegian black metal) es el marco que Magius escoge para Black Metal, la obra que ha publicado este año y en la que ha vuelto a demostrar la enorme dosis de talento que tiene.

Magius ya había dado un golpe sobre la mesa cuando en 2018 publicó, también en Autsaider, El método Geminiuna historia de mafiosos que hacía múltiples homenajes al cine de su género pero que se convertían en algo más gracias a las elecciones estéticas y narrativas del autor. Ese talento se confirmó dos años después en Primavera para Madrid,  uno de los cómics del año y que llevaba el tema de la mafia a un marco mucho más próximo, convirtiéndose en un crónica sin nombres pero cristalina de la corrupción española.

Con Black Metal, Magius da una vuelta de tuerca a su obra y se instala en un tema que me imagino -por mi cercanía a él- que le interesa. En el cómic, conoceremos la historia del inicio del black metal noruego. Una historia entre Oslo y Bergen en la que los protagonistas, los músicos reales que vivieron (caray, que viven -casi todos) aquellos hechos han sido convertidos en niños. Y he aquí la gracia del título. Magius da cuenta de cómo nació esa música oscura, misantrópica y antirreligiosa en un confín helado del mundo, un cóctel en el que tenemos que mezclar la música extrema preexistente (el thrash metal, el death) con el típico carácter noruego aislacionista. Si a eso juntamos ciertos problemas mentales o ideas totalitarias... tenemos una bomba de relojería, que se tradujo en una música para hombres lobos al borde de lo no escuchable, pero también en una serie de delitos, a cual más atroz. Y ojo, estoy hablando de la realidad. La gracia, como decíamos, es que habiendo podido hacer una especie de cómic documental, siguiendo libros como el de Señores del caos, que documentó todos aquellos actos, Magius opta por convertirlos en historia-ficción convirtiendo a sus protagonistas en niños, y de alguna forma, dándole una pátina de humor a unos hechos terribles. Aquí Euronymous es un jovencito necesitado de atención, o el conde Grishnack un niño mimado al que no le han puesto límites. Toda, toda la plantilla del metal noruego aparece por las páginas de Black Metal, y eso es un detalle que el aficionado disfrutará: están los miembros de Emperor, Darkthrone, Mayhem, Immortal...

De esta manera, Magius combina los fondos hiperrealistas con los personajes caricaturizados (¿al estilo casi Hora de aventuras?) para crear una historia descacharrante donde lo terrible se abraza con lo entrañable. Las versiones magiuzadas de los verdaderos protagonistas de la historia ponen un contrapunto humorístico a lo que fueron unos hechos atroces, a los que el autor se ciñe de una forma bastante sucinta; esto es, si el lector no conoce los hechos, le animamos a que luego investigue qué cosas de las que cuenta Magius aquí son reales y cuáles no, y seguramente se llevará una gran sorpresa.

Black Metal no sólo da cuenta del origen de un subgénero musical (algunos dicen que es un arte diferente a todo lo demás, incluso que se trata de la última vanguardia real), sino  un viaje que nos lleva por puntos que quizá no conectaríamos -la agreste naturaleza noruega, Aleister Crowley, Brueghel, los vikingos, el también noruego Edvard Munch- para hablarnos de lo absurdo que es en realidad el ser humano.

No puedo ser objetivo con este título: la obra de Magius me encanta, y además aquí toca un tema que me fascina, por tanto el combo tenía que ser ganador. Mención extra para la fantástica edición de Autsaider, con tapa dura y relieve, con el canto de las páginas en negro, pero al mismo tiempo con la típica rotulación manual de Magius que aquí tiene todo el sentido por la filosofía DIY y lowfi que tenía el black metal noruego... En fin. Black Metal estará en mi lista de lo mejor de 2025, y justo ayer salía la primera selección de Esenciales ACDCómic 2025 que incluía este cómic, con lo cual, más pistas ya no puedo dar. ¡A leerlo y a ponerse Mayhem de fondo, leñe! Black metal ist krieg!

28 julio 2025

'Spiderman 2099' (la colección completa 1), de Peter David y Rick Leonardi (Panini)

A pesar de que tengo una pila inverosímil de cómics por leer "de trabajo", esta semana quise hacer un parón y coger alguna cosa que de verdad me apeteciera. Y escogí un tomo que hace unos meses compré, el primer omnibus de Spiderman 2099, de Peter David y Rick Leonardi.

Noto cómo me voy haciendo viejo porque la gran mayoría de novedades del género superheroico -y no digamos su continuidad- me son totalmente ajenas y por tanto no me interesan en absoluto. Puede haber excepciones -hace unos años disfruté de casos aislados, como el de Hulka de Charles Soule y Javier Pulido, la Visión de Tom King, el Daredevil de Mark Waid, el Ojo de Halcón de Matt Fraction, o el Caballero Luna de Warren Ellos-, pero son contadas.

Últimamente siento un inesperado placer al revisitar los cómics de la época en la que me metí en Marvel, esto es, principalmente los 90. Y sé que de aquella época no todo es bueno, evidentemente, pero me ha dado por recuperar algunas de esas colecciones que leí (o no) en su momento, y lo estoy disfrutando, como quien ve una película antigua, y no es un clásico, pero tiene esa pátina de tiempo y esa manera de hacer que te hace conectar con ella. 

Tenemos la suerte de que, desde hace poco (en términos de cuarentón, en realidad desde 2023), Panini está reeditando Spiderman 2099 en unos omnibus de los que el tercero está planeado para este septiembre. El tomo recoge la serie regular del Trepamuros del futuro, uno de los barcos insignias de esa línea cyberpunk que Marvel se sacó de la manga hace ahora un poco más de 30 años con la que redoblar cabeceras, ofreciéndonos versiones futurísticas y distópicas de parte de su plantilla. Yo no había leído el Spiderman 2099 en su momento, sólo la segunda serie de Muerte (Doom 2099), que si no recuerdo mal era de Warren Ellis y me dejó buen sabor de boca.

En Spiderman 2099, Peter David tenía un propósito claro: distanciarse de todo el legado del Trepamuros clásico, con un personaje -Miguel O'Hara- de ascendencia inmigrante, que además representaba todo lo contrario de Peter Parker. Donde Parker era un estudiante jovenzuelo y retraído, O'Hara era un presuntuoso y socarrón científico que trabaja para una poco escrupulosa corporación. Allí se ve afectado por un accidente de manipulación de ADN en el que mezcla su ídem con el de un arácnido. La ambientación del cómic -y de todo su universo paralelo- es fruto de cómo había influido la estética cyberpunk de aquella época: William Gibson, Bruce Sterling, Robocop, Shadowrun, Blade Runner... Y afortunadamente no había llegado aún Matrix. Aquí los grandes males (malos) del futuro son las despiadadas corporaciones, que controlan estados enteros, ofreciendo un panorama sombrío de una sociedad que se alimenta de comida sintética, cigarrillos de mala calidad y que vive en ciudades estratificadas por el nivel de vida de sus miembros.

A pesar de que el tono sombrío y distópico es aprovechado poco para la fuerza que podría tener en las tramas, nos encontramos un cómic en el que Peter David hace gala de oficio. Sobre todo, el guionista de Hulk brilla en los diálogos y en algunos de los cliffhangers que encontramos. Me lo imagino constreñido por la necesidad que debería de tener la editorial de convertir el universo 2099 en un espejo deformado del que ya conocíamos pero al mismo tiempo ofreciendo constantes guiños y caminando por una senda segura; es decir, en Spiderman 2099, David -a pesar de las declaraciones que podemos leer de él- parece intentar nadar y guardar la ropa. No obstante, el cómic se deja leer bien: es un cómic de aventura en un mundo distópico y se disfruta, primero por el buen hacer de los autores, y segundo, por esa pátina que ya tiene después de 30 años, la misma que te hace disfrutar de una película viejuna -o directamente regulera- porque sabes a qué has ido y qué te vas a encontrar. 

Mención aparte del apartado gráfico. En este tomo tenemos a Rick Leonardi como dibujante principal, que se ve apoyado por la veteranía de Al Williamson a las tintas, y cuya huella a mi parecer hace subir varios grados el dibujo de Leonardi. En algún número encontramos también a un muy solvente Tom Grindberg y, de forma sorpresiva, a Kelly Jones al que definitivamente encontramos fuera de su zona de confort. Otro canto sería el color.  En la mayor parte del tomo, el color es tradicional, pero en alguno de los números, el colorista -el habitual, ojo- se decide a experimentar en lo que parecen las primeras aplicaciones de color digital, que en aquel momento debería parecer una pasada en cómo se podían hacer los degradados, pero que con el tiempo hemos visto que esos primeros pasos eran quizá aún un poco prematuros. Afortunadamente no es la tónica del tomo y la gran mayoría de él tiene el coloreado que esperaríamos de una serie de los 90. 

En definitiva. A pesar de los peros que le haya podido poner, Spiderman 2099 sigue siendo una lectura muy entretenida, y seguiré haciéndome con los omnibus para completarla, en parte, además, porque series como ésta representan para mí recuperar un poco del paraíso perdido de mi juventud.

24 julio 2025

'Manu y Moha', de Kim Fupz Aakeson y Rasmus Bregnhøi (TakaTuka)


Sorpresa con este Manu y Moha, de Kim Fupz Aakeson y Rasmus Bregnhøi, editado en 2023 por TakaTuka, que me había pasado completamente por debajo del radar y que he recuperado gracias la biblioteca de mi colegio. Una serie de dos autores daneses, en el formato en el que ahora se edita mucho cómic LIJ (Avni, Ariol, Miss Cat), protagonizada por dos adolescentes, y las gamberradas y tropelías que montan. Las historias son sencillas, el humor es blanco y en general es una serie LIJ muy entretenida. La vuelta de tuerca, o punto de originalidad, es que uno de ellos es musulmán, y en algunos momentos el gag tendrá relación con ello. Sobre todo, el cómic normaliza este aspecto para decirnos que Moha es un niño más, que vive en el mismo barrio, que juega a los mismos videojuegos, y que en definitiva es un ser humano exactamente igual que todos. Esto que es algo que deberíamos tener todos asumido, es curioso que nos lo tengan que decir dos autores de la norteña Dinamarca.

Historias conectadas a los lectores de la edad de los protagonistas (videojuegos, Halloween -sí, también en Dinamarca-, Youtube, el fútbol) que aquellos agradecerán. Lectura muy amena y ganadora del Premio Scriver 2016 de Dinamarca.  

06 julio 2025

'Magda, cocinera intergaláctica 2: El duelo de las chefs', de Nicolas Wouters y Mathilde Van Gheluwe (Astiberri)

 

Magda, cocinera intergaláctica es una serie, en mi opinión, de perfil bajo. Un tapado. Una serie que, a priori, quizá no engancharía por su apuesta visual, de cierto regusto manga pero con un deje feísta. Y, sin embargo, cuando uno acaba un tomo, como ya dije en la reseña del primer volumen y confirmo en el segundo, es imposible dejar de leer.

Me temo que voy a ser reiterativo con este cómic, así que he preferido no releer lo que ya dije de él en ocasión del primer volumen. Mi entusiasmo por esta obra se debe a que Magda tira de mí en dos direcciones diferentes. Por una parte, el enfoque juvenil de la historia, con una brava niña protagonista que participa en un torneo de cocina para salvar su planeta, me devuelve a mi propia juventud, cuando disfrutábamos de las competiciones de artes marciales de Dragon Ball o las gastronómicas de El gran Sushi. Magda es ambas cosas a la vez. 

Pero por otra parte, lo que también tira de mí es el subtexto del cómic, una crítica a nuestra sociedad, cifrada en la de los concursos -sobre todo infantiles- de cocina de la televisión (Top Chef, Master Chef...): su hipocresía, su mercantilismo rampante, su superficialidad, su lucha ciega por las audiencias; y de forma más general, en las cortinas de humo y los chanchullos políticos que contribuyen a destruir la naturaleza que nos acoge. Frente a las mentiras de la sociedad capitalista, se oponen las ideas de los personajes de Magda: la amistad, la ecología, la justicia social, el amor por la tierra, la cooperación y no la competitividad. Si a estas alturas, alguien piensa que Magda es woke, le daré la razón: es un maldito cómic woke si eso significa que contiene una serie de valores y luchas que el mismísimo Miyazaki firmaría y que deberían injertarse en los corazones de todos los lectores y lectoras. 

Pero es que, por si fuera poco, la historia de Magda está muy bien contada, con personajes vibrantes, giros de guion y un uso muy inteligente de los elementos que apelan la emoción (¡la escena del postre secreto de Gusto!). Sigue sin convencerme el dibujo de Mathilde Van Gheluwe, pero en cambio este segundo número (no el último, porque la trama vuelve a quedar en el aire, ¡quiero más!) me ha convencido; Magda, cocinera intergaláctica es una de las mejores series juveniles que publican actualmente, y os reto a que lo comprobéis. 

02 julio 2025

'Fotógrafos de guerra', de Raynal Pellicer y Titwane (Planeta)

Hubo una época en la que el periodismo aspiraba a contar la verdad. Los reporteros de guerra sin duda son los ejemplares más inusuales y atrevidos de esta profesión. Nuestras sociedades podrían medirse por la manera en que tratan a los periodistas gráficos en sus conflictos bélicos. Los fotógrafos alemanes Hans Namuth y Georg Reisner documentaron la guerra civil española desde julio de 1936 a marzo de 1937: sus imágenes dieron la vuelta al mundo en las páginas de las revistas ilustradas más importantes. Sin embargo, su trabajo profesional ha tenido poco reconocimiento en comparación al de otros reporteros con quienes compartieron los mismos momentos y lugares durante la contienda española, como Robert Capa. Raynal Pellicer y Titwane reivindican en Fotógrafos de guerra la labor que hicieron Namuth y Reisner en este memoir en forma de novela gráfica.

Raynal Pellicer ha trabajado en documentales y es autor de obras centradas en la fotografía y la justicia. Entre sus trabajos destacan Présumés coupables (2009) o Version originale (2013), donde explora la historia y manipulación de la fotografía de prensa. Titwane, por su parte, es un ilustrador conocido por su estilo realista. Ha trabajado codo con codo con Pellicer en obras como Brigade Criminelle (2015) y Brigade des Mineurs (2017), todas con un fuerte componente reivindicativo y social. En Fotógrafos de guerra, el tándem brilla especialmente cuando la narrativa documental, sostenida por una profunda investigación histórica, se complementa con la capacidad tanto compositiva como emotiva de la ilustración.

La historia de Fotógrafos de guerra abarca desde la llegada de Hans Namuth y Georg Reisner a Barcelona en 1936 para asistir a la Olimpiada popular,un evento antifascista organizado en protesta por los juegos olímpicos de Berlín. Pero el destino les tiene reservado otro evento: el levantamiento militar en África transforma su misión en una cobertura informativa les llevará a dejar Barcelona para visitar todo el frente de guerra.

Una de las cosas que llama la atención es la crudeza con la que Pellicer y Titwane retratan el periplo de los dos alemanes. Sin romanticismos por la guerra ni filiaciones: a pesar de tener simpatías por el anarquismo y el comunismo, los fotógrafos constatarán que en su bando también se están cometiendo atrocidades.

Pellicer se preocupa mucho de poner en situación al lector. La historia no cuenta sólo las peripecias que vivirían los dos fotógrafos, sino también de ofrecer en todo momento el contexto al lector. Lo hace con el apoyo de Titwane, que descompone la clásica página de cómic para abrirla a las necesidades de la narración, abandonando las viñetas, y creando un híbrido que a veces se acerca al libro ilustrado. El dibujante ha realizado un exhaustivo trabajo de documentación, y en muchas de las viñetas reconocemos los perfiles de los hombres y mujeres anónimos que Namuth y Reisner retrataron a lo largo de su viaje peninsular.

Fotógrafos de guerra ofrece al lector una visión descarnada de la guerra civil española a través de los ojos de dos extranjeros que vivieron aquel horror fratricida y que descompuso, también, sus propias vidas.

28 junio 2025

'Blue Fighter', de Caribu Marley y Jiro Taniguchi (Planeta)

Taniguchi es uno de esos autores que en España han conseguido la máxima atención. No es de extrañar, porque tiene una trayectoria que le encumbra como uno de los mejores mangakas de la historia. Y, además, es (fue, porque desgraciadamente falleció en 2017) autor de una prolífica obra de la que aún vamos conociendo algunas inéditas en nuestro país (aunque, en su mayoría, colaboraciones con otros guionistas). Es el caso de este Blue Fighter, manga de Taniguchi y escrito por Caribú Marley (pseudónimo de Garon Tsuchiya), una obra que se adentra en el mundo del boxeo y que fue originalmente publicada a principios de los 80 en Japón.
 
En Blue Fighter, seguimos la carrera de Reggae, un púgil borrachuzo con un potencial que pocos pueden ver. A pesar de acumular más derrotas que victorias, cada combate en el ring con él acaba con un K.O. Un ojeador intuye su potencia y se decide a promocionarlo hasta lo más alto, pero la vida de Reggae es una pulsión por la autodestrucción, y será difícil que su vida cobre sentido.
 
Nos encontramos ante una de las primeras obras de Taniguchi que, sin embargo, ya muestra las características del que será su estilo: realismo fotográfico, y una concepción muy europeo de la narración. Del guionista tenemos pocas referencias: Caribú Marley escribe una historia muy hija de su tiempo. Como acogida en la tradición de las obras de Buronson y Hara o Fumimura e Ikegami, Marley retrata un submundo cruel, donde los hombres son muy hombres y su vida es una constante debacle de alcohol, mujeres de usar y tirar, y mucha testosterona. A mí ese ambiente de corrupción y salvajismo me recuerda a obras como Golgo 13 o Crying Freeman, donde la trama te impresiona por la propensión que tiene el ser humano por la violencia repentina y sin remordimientos.Y aquí la historia se centra en el mundo del boxeo. 
 
De cómics o mangas sobre este deporte tenemos una buena representación (la referencia absoluta en Japón es Ashita No Joe, Joe del Mañana, 1968), pero me da la impresión de que aquí ese submundo de púgiles es sólo una excusa para contar una historia sobre el lado oscuro del alma humana, sobre la pulsión por la autodestrucción. Curiosas también las conexiones con el mundo de la música en este manga: el jazz, el blues y el reggae (como el protagonista… sin duda, el hecho de que el alias del guionista sea Marley nos da una pista) están muy presentes en las páginas de la obra.
 
Quizá no sea Blue Fighter la mejor de las obras de Taniguchi (al fin y al cabo, sólo es una colaboración), pero sí que es interesante verlo aquí en una trama de tono más crepuscular (como en Hotel Harbour View), en una historia que transmite bien las vibras de una época en la que todo parecía más exuberante y salvaje. 

14 junio 2025

‘Ranciofacts 7: Orgullo cuñao’, de Pedro Vera (¡Caramba!)


Pedro Vera, que alcanza el séptimo recopilatorio de su serie Ranciofacts (titulado Orgullo cuñao, y que incluye las páginas publicadas en El Jueves entre 2023 y 2025), es uno de los autores patrios imprescindibles a la hora de reírnos de las miserias que nos envuelven. Personalmente tengo que confesar que no hay volumen de Ranciofacts que no me  deje llorando de risa (y despertando a mi pareja, porque leo a la hora de acostarme) con su humor hiperbólico y su saturación de referencias friki-kitsch-camp. Porque Ranciofacts es un desfile de los peores lugares comunes que se han creado en nuestro país, desde tradicionales como la decoración de las casetas de feria o la publicidad rancia, pasando por nuestros hábitos pornográficos o sacando los colores a las modas más trendy, como el running, los baby shower, hasta las tartas para despedidas de solteros/as. Pedro Vera es el verdadero notario de la cutrez de nuestro país, cutrez que ya nos viene bien para echar unas buenas carcajadas a su costa. 


 

13 junio 2025

Reseña de 'Astro City - Metrobook 1', de Kurt Busiek y Brent Anderson


Es difícil decir algo nuevo del género de superhéroes en cómic. Un género que arrancó en los años 40 del pasado siglo y que cuando pensábamos que había llegado al cenit de su popularidad, la industria cinematográfica se propuso salvarlo (al menos en la gran pantalla, claro). Los superhéroes han tenido sus épocas: épocas de oro, de plata, de la modernidad han pasado a la posmodernidad y han ido cambiando su valor semiótico según la sociedad también cambiaba.

Hoy en día, el género está en un momento complicado. Y lo digo como lector que se ha ido progresivamente alejando de él. Insertado en una sociedad líquida y posmoderna, los superhéroes hoy se debaten entre el homenaje nostálgico y un continuismo cada vez más agotado que únicamente justifican razones económicas.  La industria se debate entre dar carpetazo a unos personajes cuyo marco temporal ha pasado a ser totalmente fantástico y el temor de presentar a nuevas hornadas de superhéroes que no cuajen entre el público. Al fin y al cabo, si Superman o Batman han funcionado 80 años, ¿por qué no pueden funcionar 80 años más?

En los últimos, digamos, 20 años, he leído muy pocas aportaciones realmente relevantes al género. También podría equivocarme, porque como he dicho, mi interés por él ha decrecido así como me he hecho viejo. La mayoría de esas historias relevantes han querido precisamente jugar con los tópicos del género para volver a retratar la sociedad que los acoge, porque como ya habréis sospechado, el género de superhéroes es sólo una crónica de la sociedad de su tiempo. Y Astro City es una de esas diez obras que deberían estar en todas las listas sobre lo mejor del cómic de superhéroes.

Astro City cumple ahora ¡uf! treinta años. Planeta reedita la serie en el formato USA Metrobook, que son unos omnibus que recogerán en 6 voluminosos tomos toda la obra de Kurt Busiek y Brent Anderson. He seguido la serie durante estas tres décadas: primero en las grapas de Fórum, luego en una edición de lujo -que sigue siendo la más bonita- de Norma (con continuación más sobria de ECC), y ahora en esta nueva edición. Vuelta a leer ahora, treinta años después de su primera publicación, Astro City sigue generándome las mismas emociones puras que la primera vez. Busiek es un perfecto conocedor del género: ya había podido hacer una relectura del Universo Marvel en aquella fabulosa serie Marvels, donde intentaba recrear cómo sería un mundo poblado por dioses y héroes a los ojos del común de los mortales. Pero Busiek tenía más ideas: quería seguir explicando esas historias en un mundo propio, no constreñido por la tiranía de la continuidad y la autocensura. Y entonces creó Astro City. Una ciudad sobre la que cimentar su propia mitología, utilizando a los superhéroes ya existentes como arquetipos para sus historias. En Astro City encontramos paralelismos obvios: El Samaritano es Superman, Confesor es Batman, la Primera Familia son los Cuatro Fantásticos... Pero eso tanto da. Lo importante es que Kurt Busiek tenía una base, que todo el mundo podía identificar, sobre la que jugar y contar las historias que le apeteciera sobre esos arquetipos. 

Precisamente el interés de Astro City viene por las historias profundamente humanas que Busiek extrae de sus personajes metahumanos. Los anhelos de libertad del Samaritano. Las dificultades de las relaciones sentimentales (en este caso, entre Samaritano y Victoria Alada). La paradoja bíblica del "único hombre justo". Todo ello servido con un amplísimo conocimiento de los tropos del género.

A medida que la serie avanza, Busiek deja los episodios autoconclusivos para desplegar una trama más ambiciosa que, eso sí, recuerda más a las épocas doradas del cómic. Kurt Busiek hace lo que mejor sabe hacer. Y le acompaña a los lápices Brent Anderson, un dibujante clásico al que debemos la soberbia novela gráfica Dios ama, el hombre mata con Chris Claremont. Anderson tiene un estilo muy setentero, y quizá al lector casual no convencerá, pero le da a la serie el toque vintage justo que necesita -siendo, como es, un maestro de la anatomía y un artista de la escuela de Neal Adams. Y evidentemente, tenemos las portadas del monstruo hiperrealista Alex Ross, que ya han creado escuela y que contribuyen a esa visión de la divinidad desde los ojos de los mortales.

Volver a Astro City con esta edición ha sido un placer. Si bien me he encontrado con algunos fallos de traducción/rotulación algo imperdonables a estas alturas y con tantas ediciones detrás (creo que la traducción de Javier Olivares es nueva, pero no será que pueden consultarse la anteriores), el material que ofrece esta edición es fantástico. Os recomiendo, tanto si ya la leísteis en su momento, como si no la habéis descubierto todavía, que aprovechéis esta nueva edición para visitar Astro City y quedaros allí, en el corazón de los superhéroes, a vivir una temporada.

06 junio 2025

Retrorreseña: ‘Superior’, de Mark Millar, o Fausto como superhéroe (Panini)

 

Simon es un adolescente normal. Bueno, todo lo normal que pueda ser un joven aquejado de esclerosis múltiple. Cada noche, Simon reza para que su enfermedad crónica desaparezca. Y de repente, sus plegarias son escuchadas. Una extraña criatura, una especie de mono mágico llamado Ormon, concede a Simon su deseo y éste se ve convertido en el superhéroe de cómic Superior. Pero Ormon avisa a Simon que este repentino milagro se explicará a la semana de su llegada. Simon deberá entonces enfrentarse a la verdadera naturaleza de sus poderes.

Superior es una obra que, como tantas otras que se han escrito en los últimos años, repiensan el género de superhéroes bajo nuevas perspectivas. En concreto, Mark Millar ha sido un autor que se ha especializado en estas revisiones, desde la actualización del universo Marvel en  Ultimates, al juego de mezclar diferentes grados de realismo y ficción en obras como Kick-Ass, Nemesis, o este mismo título.

En el tratamiento de la naturaleza del superhéroe, Superior bebe de otro de los grandes guionistas del género, Kurt Busiek. De hecho, la obra tiene algunos puntos en común con Identidad secreta  (el hecho de que un niño recibe los poderes de un Superman) y con  Astro City (el momento en el que Superior descubre sus poderes y su habilidad de volar parece remitirnos al monólogo de Samaritano en el aire del primer número).

Millar usa el arquetipo del héroe de Superman para contar esta historia, de la misma manera que Alan Moore usó a Supreme o el citado Busiek a Samaritano. Superior simboliza, más allá de los valores norteamericanos asociados a Superman, el poder de los sueños y la libertad. Además, el guionista realiza un interesante giro hacia la realidad cuando aprovecha para dar visibilidad a un problema como es la esclerosis múltiple, una dolencia crónica que termina siendo para sus aquejados como una condena en vida. Podría haber caído en tópicos o respuestas fáciles, pero encarar de una forma verosímil y seria este problema honra al guionista.

Y un poco de análisis que no puede hacerse sin contar el núcleo de la trama (Atención, SPOILERS a continuación). La historia de Superior funciona como una actualización del mito de Fausto, sólo que con la habitual vuelta de tuerca de los guiones de Millar. Si en la leyenda alemana, era el personaje el que, insatisfecho por su vida, hacía un pacto con el diablo, en Superior es éste el que va un paso por delante del personaje. El pequeño demonio tentador, porque no es sino eso el mono mágico, ofrece primero el premio para luego cobrarse su contrapartida, es decir, el alma inmortal del chico. Pero, al igual que en otras tantas leyendas populares, finalmente el hombre es el que consigue engañar al diablo, volviendo al punto de partida inicial, pero con un personaje que ha crecido y ha encarado de una forma diferente el devenir de su terrible enfermedad. (FIN de los SPOILERS)

Superior me parece un cómic notable; primero, porque, en la línea de las anteriores obras de Mark Millar, se pone en tela de juicio tanto la naturaleza del héroe como su vocación filantrópica (pensemos en el reverso de esta historia, Nemesis); y segundo, por la magnífica labor de Leinil Yu a los lápices. El conjunto es brillante y enteramente recomendable

28 mayo 2025

Reseña de 'Elma. Una vida de osa', de Ingrid Chabbert y Léa Mazé (Astiberri)


Recordaba el dibujo de Léa Mazé que tanto me había gustado en otra obra que publicó Astiberri, Los Muértimer, hace un par de años. En aquel cómic, Mazé ejercía de autora completa y nos entregaba una obra que parecía encajada directamente en el contexto juvenil-joven adulto, pero que tenía una pátina de gravedad importante. Recuerdo que en esa ocasión, escribí: "la autora se toma a sus lectores muy en serio. Por eso no rehuye temas algo incómodos ni plantea situaciones folletinescas. En realidad, el fondo de la historia es bastante amargo, lo que sorprende en una primera lectura."

Ahora Astiberri publica, en un solo tomo, la obra originalmente en dos álbums y publicada en 2018 y 2019 Elma, una vida de osa, que Léa Mazé ilustra sobre los guiones de Ingrid Chabbert. En esta novela gráfica nos encontramos a la pequeña Elma, que siempre ha vivido feliz en el bosque junto a su Papá Oso. Pero se acerca un momento en el que ambos deberán hacer un viaje de no retorno para cumplir el destino de la niña. Y será doloroso para todos.

A primera vista, a medida que nos adentramos en la historia del cómic, uno tiene la impresión de que estamos ante una versión alternativa de El libro de la selva de Kipling. La niña salvaje, criada por un animal en el bosque, la inevitable separación cuando ella se hace mayor... Todo parece indicar que la historia va en esa dirección. Pero tres cosas destacan de esta serie que la hacen ser una buena lectura: la primera, el trazo de Léa Mazé. Es curioso comprobar que los dos álbums de Elma fueron publicados simultáneamente a la obra en solitario que dio a conocer a la autora (Los Muértimer  - Les Croques en francés). Y, sin embargo, el registro estilístico, a mi parecer es muy distinto entre ambas obras, o al menos lo que yo recuerdo. En Elma, el trazo es mucho más diáfano, e intenta acomodarse a una historia de tintes tribales, donde el bosque es un personaje más. Con una paleta que oscila entre los colores fríos y los terrosos (como en Los Muértimer), aquí Mazé sabe dotar al dibujo de un tono único que se acomoda muy bien a la historia. La segunda cosa que destaca: a pesar del tono librodelaselva citado que parece acudir a la mente cuando empezamos a leer, la resolución del viaje de Elma está bien justificada (no la explicaremos aquí, obviamente), y le da un giro interesante, sacando a colación temas como la inevitabilidad o no del destino, o el amor. La tercera cosa: cómo, a pesar de que los guiones son de Ingrid Chabbert, el tono que Máze insufló como autora completa en Los Muértimer de una obra LIJ (juvenil-joven adulto, como dijimos) aquí también lo encontramos. No se esquivan los momentos tristes ni trágicos, en una obra que parecería más proclive a evitarlos, y el resultado por ello es una obra madura y sentida. Ojo, el final nos puede dejar devastados.

Concluyendo: aunque la historia de Elma, una vida de osa parta de unos mimbres que parecen comunes, las dos autoras realizan un trabajo espectacular. La relación entre Elma y Papá Oso es tan auténtica que Chabbert y Mazé se han puesto a los lectores en el bolsillo para cuando la novela gráfica finaliza. Una lectura tremenda.

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