A medida que avance la historia sabremos un poco de dónde viene esa profunda desazón que le impide sentirse viva, pero creo que el origen, aún siendo importante, no lo es tanto como mostrar esa oscura sima en la que alguien con una depresión está. La depresión es una enfermedad que muchas veces se confunde con la apatía o la infelicidad transitoria, y las soluciones fáciles siempre están ahí: "sal a respirar al bosque", "queda con tus amigas", "ponte contenta, ¿por qué no estás contenta si lo tienes todo?", etc. Aquí, Mirion Malle, con un trazo sencillo, muy contemporáneo, pone sobre la mesa todos estos temas, de una manera muy verosímil. No hay soluciones fáciles, y de la misma manera, el cómic no tiene una resolución fácil tampoco -pese a que da visos de esperanza. Creo que toda persona que haya pasado por una depresión reconocerá enseguida el malestar de Clara: el ser incapaz de sentir nada, el querer estar con alguien y solo al mismo tiempo, y, en general, la completa incapacidad de tener pensamientos claros o poder enfocar la mente en algo constructivo. Por si desaparezco es un cómic duro, espero que exorcizante para la autora, pero necesario de compartir para normalizar este mal que tan extendido está en nuestra sociedad, si quiera para tener un poco más de empatía con quienes lo padecen.
20 agosto 2025
'Por si desaparezco', de Mirion Malle (La Cúpula)
18 agosto 2025
'El club de los dibujantes', de Raina Telgemeier y Scott McCloud (Maeva Young)
¿Y qué ocurre si una autora de éxito reconocido se alía con uno de los divulgadores y más talentosos artistas de cómic? Que juntos firman El club de los dibujantes, una deliciosa novela gráfica que, además, sirve para adentrarnos en las particularidades de este tan amado por nosotros noveno arte.
El club de los dibujantes es, como reconocen los propios autores en las páginas finales, una versión de la obra maestra de Scott McCloud Entender el cómic, pero especialmente pensado para lectores jóvenes. En esa obra, McCloud disecciona los elementos del lenguaje del cómic para que tanto lectores como autores podamos hacer uso de ellos y comprenderlos mejor. Porque lo mejor del cómic es que no es literatura, ni tampoco es simplemente ilustración. El cómic es la mejor prueba de que a veces el todo es más que la suma de sus partes. De la unión de estos dos medios (palabra e imagen) nace uno nuevo, con su propia gramática y sus propias convenciones. McCloud nos mostraba en su obra esos entresijos. Aquí, en El club de los dibujantes, insertados en una historia amable de un grupo de chicos y chicas entusiastas del cómic, se encuentran esos mismos entresijos, contados de una forma sencilla, y me atrevería a decir que subrepticia. Porque apenas te dan cuenta de que Telgemeier y McCloud te están dando un tutorial, una serie de consejos para crear tus propios cómics, y eso incluye planificación de páginas, tipos de planos, materiales, ¡incluso la manera de doblar las hojas de un folio para conseguir tu propio primer minicómic! Todo, sin perder la sensibilidad de Telgemeier por las historias conmovedoras y la inclusión.
¿Cómo se han distribuido el trabajo estos dos autores? Raina se encarga del dibujo de la mayor parte de la obra, en su estilo habitual, y Scott de los ejemplos de cómics que aparecen. En cuanto al guion, no se explicita quién ha hecho qué, así que me figuro que está hecho un poco al alimón. La mayor virtud del cómic, insisto, es que de una forma muy amena y casi sin darse uno cuenta, los rudimentos de cómo hacer un cómic son explicados.
La sección final "Entre bastidores" resulta también muy interesante: con algunas preguntas a los autores, glosario, lista de recursos, proceso de cómo se hizo el cómic... Páginas de apoyo para quien quiera consultar algunos detalles más técnicos.
Concluyendo: El club de los dibujantes me parece un cómic estupendo para dárselo si tenéis a alguien joven que sienta el mínimo interés por dibujar o crear cómics. Incluso yo mismo, que ya peino canas, no he podido dejar de sentirme entusiasmado cuando lo he leído, y me han dado ganas de volver a crear cómics como, snif snif, hacía hace años. Recomendadísimo.
14 agosto 2025
‘Marvel Gold: Lobezno 1: Noches de Madripur’, de VVAA (Panini)
Siguiendo mis lecturas "libres" de este verano, después de darme el gusto con los Spiderman 2099 reseñados anteriormente, me he puesto con los Marvel Gold de Lobezno. Recientemente compré el 2, pero para ponerme a tono preferí releer el primer volumen antes de empezar con el segundo, así que aquí van cuatro pensamientos al hilo de ese tomo.
Lobezno
es uno de los héroes salidos de la factoría Marvel que más predicamento
ha tenido en las últimas décadas. Su aparición en las páginas de Hulk
en los años 70 pasó algo desapercibida, pero su adhesión a la
Patrulla-X, en su relanzamiento con los guiones del mítico Chris
Claremont, hicieron de él uno de los mutantes más carismáticos de la
editorial. Era cuestión de tiempo que consiguiera una serie para él
solo, y lo hizo a finales de los años 80, cuando aparece Wolverine, la primera serie regular dedicada exclusivamente a las aventuras del superhéroe canadiense.
La serie dio inicio con un equipo de autores de auténtico lujo: a los guiones se encontraba Chris Claremont, un antiguo conocido del personaje, y el autor que había llevado a los mutantes a ser el éxito más sonado de la editorial. En la parte gráfico, unía sus esfuerzos a Claremont el reputado John Buscema, el dibujante que marcó el estilo visual de Conan durante décadas. A su lado, el entintador Klaus Janson, artista que ha compartido los lápices con autores como Frank Miller o John Romita Jr, y cuyas tintas siempre tienen un carácter muy personal, que complementa al del dibujante.
Al buscar un nuevo enfoque que diferenciase las aventuras de Lobezno de las de su colección madre, La Patrulla-X, Claremont aprovechó la aparente muerte del grupo de mutantes para darle otro aire a su creación. Los inicios de Lobezno como colección regular tienen una orientación más centrada en la aventura y la intriga. Con un Logan sin el lastre de su grupo de hombres-X, es libre de establecerse en la ficticia ciudad de Madripur, un lugar que, en un rincón desconocido del sureste asiático, constituye una suerte de megalópolis en la que las diferencias sociales son extremas: conviven las chabolas más miserables con los rascacielos más espléndidos. En este ambiente, Claremont teje una historia donde Logan asume una nueva identidad -Parche- y le esto le permite escribir otro tipo de historias, donde los hampones, los clanes de mafias y la corrupción son los enemigos que han sustituido a los supervillanos enfundados en leotardos. De esta forma transcurren los primeros números de la colección, sin que tan siquiera veamos habitualmente al héroe en su ya clásico uniforme de la Patrulla-X. La portada del tomo, que reproduce la del número uno de la serie, ya nos pone sobre aviso. En esta colección, Logan buscará su auténtica identidad, sin las ataduras que suponía su supergrupo. Su historia es todavía aquí un misterio para el lector: no sabemos qué edad tiene a ciencia cierta ni de dónde le provienen sus extraordinarios poderes, que le hacen virtualmente invulnerable. A lo largo de la colección, Lobezno deberá lidiar con su lado animal, el que le hace reaccionar de forma violenta y salvaje como el animal que le da nombre (en el original inglés, wolverine hace referencia a un pequeño mamífero llamado carcayú), pero también tendrá ocasión de demostrar su valía como aventurero -al más puro estilo Indiana Jones- o investigador.
Lobezno: Noches de Madripur es el tomo que Panini editó en febrero de 2023 en su línea Marvel Gold y que recopila los primeros 16 números de su serie regular, así como la miniserie en diez números que se publicó por primera vez bajo el epígrafe Marvel Comics Presents. Se trata de unas historias que han envejecido muy bien porque, al fin y al cabo, fueron creadas buscando el cómic de aventuras clásico. Su factura tanto en guion como en dibujo y entintando son admirables, y nos dan una visión poco acostumbrada del Lobezno guaperas y héroe de acción que el cine nos ha dejado en los últimos años.
Lobezno empezó siendo una serie que tenía la intención de ver a un Logan diferente del que habíamos visto hasta el momento. Se trataba de alejarlo de las misiones con otros mutantes, aprovechando que el mundo pensaba que los X-Men habían muerto (en la saga “La caída de los mutantes”) y descubrir una faceta más personal del personaje. Situándolo en Madripur (lo que siempre he considerado un nombre que mezclaba Madrid y Singapur), veíamos a otro Logan: uno que se manejaba en los bajos fondos, en asuntos turbios, que bebía y peleaba, y que ocultaba su verdadera personalidad tras el nombre de Parche. Ni siquiera llegábamos a ver a Lobezno en uniforme de la Patrulla-X hasta el número 14 de la colección.
Entre los números 11 al 16, Claremont se tomó un descanso y su sustituto, un Peter David que aún no había alcanzado la gran fama de su etapa en Hulk, llegó para contar El caso de la piedra Gehenna (The Gehenna Stone Afair), una historia en seis partes que contaría, además, con los las portadas de Kevin Nowlan (Tomorrow Stories), lápices de John Buscema y la tinta de Bill Sienkiewicz (Voodoo Child, Elektra Assassin, Straytoasters, etc). Un equipazo de lujo sin duda.

En El caso de la piedra Gehenna, David plantea una historia de género para Lobezno, con todas sus características. Para ello, ya tiene a Logan situado en una ciudad en la que la distinción entre riqueza y pobreza es alarmante, un Logan familiarizado con los bajos fondos y habituado a echar un cable a la policía cuando el asunto le interesa. Así que plantea la historia: un amigo pide ayuda a Logan porque una tía suya amenaza con reclamar la fortuna heredada por su hermana alegando que éste está fuera de sus cabales. Resulta que éste posee parte de una joya que, unida en todos sus dispersos fragmentos, puede devolver sus poderes al hombre-demonio Ba’al. Así que Logan se verá inmerso, junto a sus amigos Archie Corrigan o Jessica Drew (ex Spiderwoman), en una historia que empieza como una novela negra y termina como una épica aventura a lo Indiana Jones (con diversos homenajes explícitos) de implicaciones míticas para el personaje. David se muestra ágil en los guiones, con unos diálogos ingeniosos y cortantes y una acción in crescendo. Buscema está, como siempre, arrollador, y Sienkiewicz no hace más que aumentar la calidad del dibujo de Buscema, afilando los rasgos, proporcionándoles aún más fuerza indómita. Se trata de una saga poco recordada en general, algo extraña para lo que es un personaje que en principio no tiene nada que ver con las temáticas a las que Peter David le lleva, pero que se revela como una saga, lejos de ser puro relleno, ingeniosa y hasta importante para el continuo del personaje.
Concluyendo: estamos de suerte con la reedición de este material clásico tan interesante y necesario para entender la evolución de uno de los personajes más carismáticos del universo mutante hoy en día. Una etapa que brilla con luz propia gracias al buen hacer de su elenco creativo y un volumen para atesorar. Próximamente, reseña del tomo 2: Vuelta a lo básico.
12 agosto 2025
'Spiderman 2099' (la colección completa 2), de Peter David y Rick Leonardi (Panini)
En este segundo tomo de Spiderman 2099 nos encontramos, para empezar, con el primer crossover que las series de la línea 2099: La caída del martillo. Se trata de cinco números, distribuidos entre las colección de Spiderman 2099, Ravage 2099, X-Men 2099, Punisher 2099 y Doom 2099. En este crossover aparecen en la Nueva York del futuro unos individuos superpoderosos que dicen ser los dioses nórdicos: Thor, Baldur, Heimdall... Y que parece que son la respuesta a las oraciones de muchos de los ciudadanos de la Infraciudad, que ha desarrollado el culto de los thoritas... Sin embargo, la oculta relación que tienen con la corporación Alchemax hará que los "héroes" tengan que unirse para desvelar sus secretos.
Me puedo imaginar el poco interés que David debía de tener en tener que acoger en su serie este cruce que, bueno, es interesante para ver a los personajes interactuar entre ellos, pero, más allá de los tintes épicos de su título y trama (¡recuerdo los anuncios del crossover en la publicidad interna de otros cómics Marvel de aquella época!), tampoco aporta gran cosa. Al contrario: Peter David empieza a brillar de verdad tras el crossover, a partir más o menos del número 18 de la serie. Llevamos ya año y medio de colección y es aquí donde el guionista de la mejor etapa de Hulk va a poner toda la carne en el asador con sus brillantes diálogos, atrevidas composiciones verticales de página, flashbacks (en los siguientes números dedicará una parte importante de las páginas a una historia paralela del joven Miguel O'Hara) y giros de guion que desembocará en un clímax glorioso al final del número 25, que en USA era double-size.
Muy bien construido por Peter David, intentando -como ya comenté en la reseña del anterior volumen- ir totalmente en la dirección opuesta de las decisiones tomadas con Peter Parker, este Spiderman es otra cosa. No te hace pensar que estás ante un remedo futurista del Trepamuros clásico. La ciudad de Nueva York y el mundo de 2099 han sido muy pensados como ambientación -los artículos de fondo del tomo explican que los guionistas involucrados estuvieron en una especie de encierro de fin des semana para escribir la "biblia" de ese mundo-, y el tono cyberpunk, pesimista, ultratecnológico y con una pequeña reivindicación ecologista (como dejaba entrever con antelación Cels Piñol en los correos de la época -esto lo he visto en la lectura de las grapas Fórum de Muerte 2099) está muy conseguido; pero al mismo tiempo, sin ser la misma, la responsabilidad y problemática familiar de Miguel O'Hara es también un ángulo que Peter David sabrá explotar muy bien.
En lo gráfico, Rick Leonardi a los lápices y Al Williamson a las tintas siguen marcando el estilo gráfico del cómic de manera maravillosa, y haciendo que los eches de menos en los pocos números en que no aparece, sustituidos por el para mí pasable Ron Lim, o el ya muchísimo mejor Tom Grindberg.
En resumen: si este segundo tomo lo compré un poco por inercia y completismo, ya que ya había empezado la colección, al tercero voy de cabeza porque me da la impresión de que la serie va ganando enteros a medida que avanza, y aunque posiblemente terminara siendo cancelada a pesar del gran trabajo de sus autores (esto último no lo sé, pero puedo suponerlo, al fin y al cabo, la línea 2099 tuvo una vida relativamente corta; lo comprobaremos en ese tercer volumen), estoy seguro de que el viaje habrá valido la pena.
10 agosto 2025
Destacados de las novedades de Panini de agosto 2025
De las novedades que Panini, ahora con los derechos tanto de DC como de Marvel, pone en librerías este mes de agosto, personalmente destaco:
Batwoman de JH Williams IIIEmpezamos con un tomo muy interesante, porque se recopila la etapa de J.H. Williams III (¡ya sabéis, el artífice gráfico de Promethea de Alan Moore!) en Batwoman en un solo tomo. Este señor es un coloso de la ilustración, y sólo por sus atrevidas disposiciones de página, su amor por el art nouveau y su intrincado dibujo de referencias pictóricas esto vale la pena atesorarlo. Más cuando las ediciones anteriores fueron erráticas (ahora tomo gordo, ahora colección de prestigios...) por parte de ECC.
Aparte de algunas nuevas enésimas ediciones de material clásico, y que si no habéis leído estáis tardando (la de La cosa del pantano parece por el volumen y precio que estará a la altura de la edición en 3 tomos que hizo Planeta/ECC, mientras que la de Hellblazer es una edición a tapa blanda de 5 en 5 números), me interesan este Marvel Gold: La Imposible Patrulla-X, en la que empieza a publicarse la cabecera X-Men, la colección que estrenaron Claremont y Jim Lee y que fue un hito en su momento, en los 90.
Otra re-reedición interesante es la recuperación en El Vigía de un superhéroe de tercera línea y cómo Paul Jenkins y el gran Jae Lee (en esta casa somos muy fans de él) lo devolvieron a la continuidad Marvel. Y finalmente, otra novedad curiosona es este Los señores de los dragones, incursión fantástica de los cómics del Pato Donald con el experimentado guionista Byron Erickson y el no menos mítico dibujante Giorgio Cavazzano.
Tenéis el catálogo completo de novedades del mes de Panini en este enlace.
08 agosto 2025
'Music Queens', de Rebecca Manzoni, Émilie Valentin y Leslie Plée (Garbuix Books)
Didáctico, sencillo, con un dibujo muy sintético obra de Leslie Plée, esta obra conecta con otras de temática reinvindicativa semejante, como el Valerosas de Pénélope Bagieu (no es casualidad que una de las guionistas de Music Queens haya trabajado en la animación este cómic) o el reciente, también editado aquí por Garbuix, Libres para pensar: diez mujeres, diez vidas filosóficas. En definitiva un buen cómic para conocer y reconocer, y para dar a leer a jóvenes lectoras y lectores para que construyan su gusto musical en igualdad.
07 agosto 2025
'Ava', de Ana Miralles y Emilio Ruiz (Astiberri)
06 agosto 2025
'¿Es una bruja?/És una bruixa?', de Raquel Gu (Garbuix Books)
¿A qué todo este párrafo? Pues porque, tantos años después, És una bruixa? (lo he leído en catalán, pero también está editado en castellano: ¿Es una bruja? Mitos, mentiras y realidad), de Raquel Gu, me ha recordado esa amena lectura que hice. En su cómic, una abuela, a propósito del encuentro de sus nietos con una vecina mayor y algo antipática, cuenta los orígenes, causas y desarrollo del concepto de bruja, tan antiguo como la humanidad y firmemente relacionado con una cosmovisión patriarcal. La autora hace un magnífico y ameno ejercicio de síntesis, desde los primeros sabios y curanderos en el albor de las civilizaciones, pasando por Grecia y Roma, la Edad Media, la época de la Inquisición, la caza de brujas en Europa y América en los siglos XVI y XVII, hasta el cambio de paradigma de esa idea, con su reapropiación por parte del feminismo.
Y lo hace, como digo, de una forma muy amena, porque los personajes de la abuela (la sabiduría) y los nietos (la transmisión del conocimiento) permiten relacionar una historia de la misoginia como es la de las brujas con conceptos más modernos que los lectores jóvenes entenderán, como el bullying o las fake news, porque de eso se trata en el fondo: de cómo un statu quo de poder impuso su relato a unas mujeres que frecuentemente vivían en los márgenes de la sociedad.
El cómic está muy bien documentado (tiene dos páginas enteras de la bibliografía en la que se apoya): por ejemplo, a poco que uno sepa, sabe que la Inquisición española no persiguió el fenómeno de las brujerías como pasó en otros lugares de Europa, y eso es un aspecto que aquí se menciona y reconoce. Raquel Gu tenía una papeleta difícil en este cómic, puesto que su carácter didáctico le podía llevar a usar texto de forma desmesurada, y sin embargo, aunque tiene bastante, está bien solucionado, y el humor y el uso abierto de la composición de la página, en la línea de lo que suele hacerse hoy en día en el cómic documental, hace que la obra no se haga en absoluto pesada. Añadamos a esto el delicioso y sencillo dibujo de la autora, y tenemos un cómic divulgativo, entretenido y especialmente señalado para jóvenes lectores/as, que cuenta una parte de nuestra historia que necesitada ser reformulada.
05 agosto 2025
'La última sirena', de Derek Kirk Kim (Astiberri)
04 agosto 2025
'Flight', de Kuniko Tsurita (Gallo Nero)
Tsurita fue una mujer que tuvo que lidiar con el lupus, hasta que finalmente en 1985 -con treinta y siete años- falleció por una complicación derivada de éste, dejando tras de sí una obra (relativamente para un mangaka) larga y cerrada, que en este tomo titulado Flight -como una de sus historias- podemos disfrutar, no sé si en su totalidad, pero sí de una forma extensa. En Flight podemos ver la evolución de las historias de la autora, desde unas iniciales historias, a mediados de los 60 más de género -ciencia ficción- con un estilo deudor de los autores clásicos (Fujio-Fujiko, Tezuka), hasta las últimas, cerca de 1980, vemos una constante evolución en la que Tsurita se despoja de influencias estilísticas y es libre para contar las historias que verdaderamente quiere contar. En este último sentido, algunas historias son muy Garo, o más bien, lo que entiendo yo por eso, que es que, en un afán muy japonés de contar historias, éstas pueden ser simplemente la corporización de un anhelo, de un sentimiento, algo así como un haiku en viñetas. Las historias no tienen porque tener una estructura narrativa ordinaria, donde a veces es más importante la sensación que transmite o la experimentación que pone sobre la mesa que la propia trama. Me gustan, así, especialmente, historias como Mi mujer es una acróbata o Money, donde imagino a Tsurita desposeyéndose de las influencias del manga e inspirándose en las líneas griegas de las cariátides, o sus últimos trabajos, Frío extremo o Flight, donde la enfermedad ya ha avanzado en ella (con un estilo amalgamado, pero roto en su pulso) y puede apreciarse un tono más lúgubre, aunque en ocasiones esperanzador.
Concluyendo: creo que sin conocer la historia de la intensa lucha que tuvo Kuniko Tsurita con su vida y el esfuerzo supremo que imprimió en sus páginas, única forma de expresión que encontró, no habría podido valorar en su medida los relatos de Flight. Y me alegro de haberlo hecho, porque a veces es cierto que el arte salva. Qué o a quién salva, queda a cada uno.
01 agosto 2025
'Una educación oriental', de Charles Berberian (Planeta)
Como memoir, Una educación oriental no tiene una historia realmente llamativa -es la historia que puede tener cualquier familia que ha tenido que emigrar-, pero donde brilla Berberian es en la ejecución de las páginas. A lo largo de las páginas de la novela gráfica exhibe el dominio de las más variadas técnicas y composiciones: hay acuarela, hay sfumato, hay esbozos directos a tinta, hay caricatura y hay realismo, hay páginas que parecen sacadas de un cuaderno de bocetos de viaje, hay un uso muy particular y concreto del color en las páginas que, por lo demás, son en blanco y negro.... En definitiva, si bien la obra no es muy memorable como memoria, Una educación oriental destaca por el fantástico trabajo de Berberian en lo visual. Sin duda, en este aspecto, es su mejor trabajo hasta la fecha.
31 julio 2025
'Goiter', de Josh Pettinger (La Cúpula)
Goiter se tiene que entender como un cómic serializado (¿apareció así por primera vez?), en un formato que homenaje los títulos de la EC (previos a la autocensura del medio en EEUU), con historias independientes pero que tienen un nexo común que puede seguirse si se leen todas juntas. En todo caso, es un hilo muy sutil y lo que caracteriza estas historias es su aparente sinsentido, como dice el autor "donde la vida es un mero síntoma de la catástrofe". No se me ocurre mejor frase para resumir este tebeo.
30 julio 2025
'Piensa', de Shinsuke Yoshitake (Pastel de Luna)
Siempre digo que el último Shinsuke Yoshitake que he leído es el que me gusta más, pero en esta ocasión creo que esta pequeña cápsula de socratismo gana por goleada. Edita Pastel de Luna en castellano y catalán.
29 julio 2025
'Black Metal', de Magius (Autsaider Comics)
Magius ya había dado un golpe sobre la mesa cuando en 2018 publicó, también en Autsaider, El método Gemini, una historia de mafiosos que hacía múltiples homenajes al cine de su género pero que se convertían en algo más gracias a las elecciones estéticas y narrativas del autor. Ese talento se confirmó dos años después en Primavera para Madrid, uno de los cómics del año y que llevaba el tema de la mafia a un marco mucho más próximo, convirtiéndose en un crónica sin nombres pero cristalina de la corrupción española.
Con Black Metal, Magius da una vuelta de tuerca a su obra y se instala en un tema que me imagino -por mi cercanía a él- que le interesa. En el cómic, conoceremos la historia del inicio del black metal noruego. Una historia entre Oslo y Bergen en la que los protagonistas, los músicos reales que vivieron (caray, que viven -casi todos) aquellos hechos han sido convertidos en niños. Y he aquí la gracia del título. Magius da cuenta de cómo nació esa música oscura, misantrópica y antirreligiosa en un confín helado del mundo, un cóctel en el que tenemos que mezclar la música extrema preexistente (el thrash metal, el death) con el típico carácter noruego aislacionista. Si a eso juntamos ciertos problemas mentales o ideas totalitarias... tenemos una bomba de relojería, que se tradujo en una música para hombres lobos al borde de lo no escuchable, pero también en una serie de delitos, a cual más atroz. Y ojo, estoy hablando de la realidad. La gracia, como decíamos, es que habiendo podido hacer una especie de cómic documental, siguiendo libros como el de Señores del caos, que documentó todos aquellos actos, Magius opta por convertirlos en historia-ficción convirtiendo a sus protagonistas en niños, y de alguna forma, dándole una pátina de humor a unos hechos terribles. Aquí Euronymous es un jovencito necesitado de atención, o el conde Grishnack un niño mimado al que no le han puesto límites. Toda, toda la plantilla del metal noruego aparece por las páginas de Black Metal, y eso es un detalle que el aficionado disfrutará: están los miembros de Emperor, Darkthrone, Mayhem, Immortal...
De esta manera, Magius combina los fondos hiperrealistas con los personajes caricaturizados (¿al estilo casi Hora de aventuras?) para crear una historia descacharrante donde lo terrible se abraza con lo entrañable. Las versiones magiuzadas de los verdaderos protagonistas de la historia ponen un contrapunto humorístico a lo que fueron unos hechos atroces, a los que el autor se ciñe de una forma bastante sucinta; esto es, si el lector no conoce los hechos, le animamos a que luego investigue qué cosas de las que cuenta Magius aquí son reales y cuáles no, y seguramente se llevará una gran sorpresa.
Black Metal no sólo da cuenta del origen de un subgénero musical (algunos dicen que es un arte diferente a todo lo demás, incluso que se trata de la última vanguardia real), sino un viaje que nos lleva por puntos que quizá no conectaríamos -la agreste naturaleza noruega, Aleister Crowley, Brueghel, los vikingos, el también noruego Edvard Munch- para hablarnos de lo absurdo que es en realidad el ser humano.
No puedo ser objetivo con este título: la obra de Magius me encanta, y además aquí toca un tema que me fascina, por tanto el combo tenía que ser ganador. Mención extra para la fantástica edición de Autsaider, con tapa dura y relieve, con el canto de las páginas en negro, pero al mismo tiempo con la típica rotulación manual de Magius que aquí tiene todo el sentido por la filosofía DIY y lowfi que tenía el black metal noruego... En fin. Black Metal estará en mi lista de lo mejor de 2025, y justo ayer salía la primera selección de Esenciales ACDCómic 2025 que incluía este cómic, con lo cual, más pistas ya no puedo dar. ¡A leerlo y a ponerse Mayhem de fondo, leñe! Black metal ist krieg!
28 julio 2025
'Spiderman 2099' (la colección completa 1), de Peter David y Rick Leonardi (Panini)
Noto cómo me voy haciendo viejo porque la gran mayoría de novedades del género superheroico -y no digamos su continuidad- me son totalmente ajenas y por tanto no me interesan en absoluto. Puede haber excepciones -hace unos años disfruté de casos aislados, como el de Hulka de Charles Soule y Javier Pulido, la Visión de Tom King, el Daredevil de Mark Waid, el Ojo de Halcón de Matt Fraction, o el Caballero Luna de Warren Ellos-, pero son contadas.
Últimamente siento un inesperado placer al revisitar los cómics de la época en la que me metí en Marvel, esto es, principalmente los 90. Y sé que de aquella época no todo es bueno, evidentemente, pero me ha dado por recuperar algunas de esas colecciones que leí (o no) en su momento, y lo estoy disfrutando, como quien ve una película antigua, y no es un clásico, pero tiene esa pátina de tiempo y esa manera de hacer que te hace conectar con ella.
Tenemos la suerte de que, desde hace poco (en términos de cuarentón, en realidad desde 2023), Panini está reeditando Spiderman 2099 en unos omnibus de los que el tercero está planeado para este septiembre. El tomo recoge la serie regular del Trepamuros del futuro, uno de los barcos insignias de esa línea cyberpunk que Marvel se sacó de la manga hace ahora un poco más de 30 años con la que redoblar cabeceras, ofreciéndonos versiones futurísticas y distópicas de parte de su plantilla. Yo no había leído el Spiderman 2099 en su momento, sólo la segunda serie de Muerte (Doom 2099), que si no recuerdo mal era de Warren Ellis y me dejó buen sabor de boca.
En Spiderman 2099, Peter David tenía un propósito claro: distanciarse de todo el legado del Trepamuros clásico, con un personaje -Miguel O'Hara- de ascendencia inmigrante, que además representaba todo lo contrario de Peter Parker. Donde Parker era un estudiante jovenzuelo y retraído, O'Hara era un presuntuoso y socarrón científico que trabaja para una poco escrupulosa corporación. Allí se ve afectado por un accidente de manipulación de ADN en el que mezcla su ídem con el de un arácnido. La ambientación del cómic -y de todo su universo paralelo- es fruto de cómo había influido la estética cyberpunk de aquella época: William Gibson, Bruce Sterling, Robocop, Shadowrun, Blade Runner... Y afortunadamente no había llegado aún Matrix. Aquí los grandes males (malos) del futuro son las despiadadas corporaciones, que controlan estados enteros, ofreciendo un panorama sombrío de una sociedad que se alimenta de comida sintética, cigarrillos de mala calidad y que vive en ciudades estratificadas por el nivel de vida de sus miembros.
A pesar de que el tono sombrío y distópico es aprovechado poco para la fuerza que podría tener en las tramas, nos encontramos un cómic en el que Peter David hace gala de oficio. Sobre todo, el guionista de Hulk brilla en los diálogos y en algunos de los cliffhangers que encontramos. Me lo imagino constreñido por la necesidad que debería de tener la editorial de convertir el universo 2099 en un espejo deformado del que ya conocíamos pero al mismo tiempo ofreciendo constantes guiños y caminando por una senda segura; es decir, en Spiderman 2099, David -a pesar de las declaraciones que podemos leer de él- parece intentar nadar y guardar la ropa. No obstante, el cómic se deja leer bien: es un cómic de aventura en un mundo distópico y se disfruta, primero por el buen hacer de los autores, y segundo, por esa pátina que ya tiene después de 30 años, la misma que te hace disfrutar de una película viejuna -o directamente regulera- porque sabes a qué has ido y qué te vas a encontrar.
Mención aparte del apartado gráfico. En este tomo tenemos a Rick Leonardi como dibujante principal, que se ve apoyado por la veteranía de Al Williamson a las tintas, y cuya huella a mi parecer hace subir varios grados el dibujo de Leonardi. En algún número encontramos también a un muy solvente Tom Grindberg y, de forma sorpresiva, a Kelly Jones al que definitivamente encontramos fuera de su zona de confort. Otro canto sería el color. En la mayor parte del tomo, el color es tradicional, pero en alguno de los números, el colorista -el habitual, ojo- se decide a experimentar en lo que parecen las primeras aplicaciones de color digital, que en aquel momento debería parecer una pasada en cómo se podían hacer los degradados, pero que con el tiempo hemos visto que esos primeros pasos eran quizá aún un poco prematuros. Afortunadamente no es la tónica del tomo y la gran mayoría de él tiene el coloreado que esperaríamos de una serie de los 90.
En definitiva. A pesar de los peros que le haya podido poner, Spiderman 2099 sigue siendo una lectura muy entretenida, y seguiré haciéndome con los omnibus para completarla, en parte, además, porque series como ésta representan para mí recuperar un poco del paraíso perdido de mi juventud.
24 julio 2025
'Manu y Moha', de Kim Fupz Aakeson y Rasmus Bregnhøi (TakaTuka)
Historias conectadas a los lectores de la edad de los protagonistas (videojuegos, Halloween -sí, también en Dinamarca-, Youtube, el fútbol) que aquellos agradecerán. Lectura muy amena y ganadora del Premio Scriver 2016 de Dinamarca.
06 julio 2025
'Magda, cocinera intergaláctica 2: El duelo de las chefs', de Nicolas Wouters y Mathilde Van Gheluwe (Astiberri)
Magda, cocinera intergaláctica es una serie, en mi opinión, de perfil bajo. Un tapado. Una serie que, a priori, quizá no engancharía por su apuesta visual, de cierto regusto manga pero con un deje feísta. Y, sin embargo, cuando uno acaba un tomo, como ya dije en la reseña del primer volumen y confirmo en el segundo, es imposible dejar de leer.
Me temo que voy a ser reiterativo con este cómic, así que he preferido no releer lo que ya dije de él en ocasión del primer volumen. Mi entusiasmo por esta obra se debe a que Magda tira de mí en dos direcciones diferentes. Por una parte, el enfoque juvenil de la historia, con una brava niña protagonista que participa en un torneo de cocina para salvar su planeta, me devuelve a mi propia juventud, cuando disfrutábamos de las competiciones de artes marciales de Dragon Ball o las gastronómicas de El gran Sushi. Magda es ambas cosas a la vez.
Pero por otra parte, lo que también tira de mí es el subtexto del cómic, una crítica a nuestra sociedad, cifrada en la de los concursos -sobre todo infantiles- de cocina de la televisión (Top Chef, Master Chef...): su hipocresía, su mercantilismo rampante, su superficialidad, su lucha ciega por las audiencias; y de forma más general, en las cortinas de humo y los chanchullos políticos que contribuyen a destruir la naturaleza que nos acoge. Frente a las mentiras de la sociedad capitalista, se oponen las ideas de los personajes de Magda: la amistad, la ecología, la justicia social, el amor por la tierra, la cooperación y no la competitividad. Si a estas alturas, alguien piensa que Magda es woke, le daré la razón: es un maldito cómic woke si eso significa que contiene una serie de valores y luchas que el mismísimo Miyazaki firmaría y que deberían injertarse en los corazones de todos los lectores y lectoras.
Pero es que, por si fuera poco, la historia de Magda está muy bien contada, con personajes vibrantes, giros de guion y un uso muy inteligente de los elementos que apelan la emoción (¡la escena del postre secreto de Gusto!). Sigue sin convencerme el dibujo de Mathilde Van Gheluwe, pero en cambio este segundo número (no el último, porque la trama vuelve a quedar en el aire, ¡quiero más!) me ha convencido; Magda, cocinera intergaláctica es una de las mejores series juveniles que publican actualmente, y os reto a que lo comprobéis.
02 julio 2025
'Fotógrafos de guerra', de Raynal Pellicer y Titwane (Planeta)
Hubo una época en la que el periodismo aspiraba a contar la verdad. Los reporteros de guerra sin duda son los ejemplares más inusuales y atrevidos de esta profesión. Nuestras sociedades podrían medirse por la manera en que tratan a los periodistas gráficos en sus conflictos bélicos. Los fotógrafos alemanes Hans Namuth y Georg Reisner documentaron la guerra civil española desde julio de 1936 a marzo de 1937: sus imágenes dieron la vuelta al mundo en las páginas de las revistas ilustradas más importantes. Sin embargo, su trabajo profesional ha tenido poco reconocimiento en comparación al de otros reporteros con quienes compartieron los mismos momentos y lugares durante la contienda española, como Robert Capa. Raynal Pellicer y Titwane reivindican en Fotógrafos de guerra la labor que hicieron Namuth y Reisner en este memoir en forma de novela gráfica.
Raynal Pellicer ha trabajado en documentales y es autor de obras centradas en la fotografía y la justicia. Entre sus trabajos destacan Présumés coupables (2009) o Version originale (2013), donde explora la historia y manipulación de la fotografía de prensa. Titwane, por su parte, es un ilustrador conocido por su estilo realista. Ha trabajado codo con codo con Pellicer en obras como Brigade Criminelle (2015) y Brigade des Mineurs (2017), todas con un fuerte componente reivindicativo y social. En Fotógrafos de guerra, el tándem brilla especialmente cuando la narrativa documental, sostenida por una profunda investigación histórica, se complementa con la capacidad tanto compositiva como emotiva de la ilustración.
La historia de Fotógrafos de guerra abarca desde la llegada de Hans Namuth y Georg Reisner a Barcelona en 1936 para asistir a la Olimpiada popular,un evento antifascista organizado en protesta por los juegos olímpicos de Berlín. Pero el destino les tiene reservado otro evento: el levantamiento militar en África transforma su misión en una cobertura informativa les llevará a dejar Barcelona para visitar todo el frente de guerra.
Una de las cosas que llama la atención es la crudeza con la que Pellicer y Titwane retratan el periplo de los dos alemanes. Sin romanticismos por la guerra ni filiaciones: a pesar de tener simpatías por el anarquismo y el comunismo, los fotógrafos constatarán que en su bando también se están cometiendo atrocidades.
Pellicer se preocupa mucho de poner en situación al lector. La historia no cuenta sólo las peripecias que vivirían los dos fotógrafos, sino también de ofrecer en todo momento el contexto al lector. Lo hace con el apoyo de Titwane, que descompone la clásica página de cómic para abrirla a las necesidades de la narración, abandonando las viñetas, y creando un híbrido que a veces se acerca al libro ilustrado. El dibujante ha realizado un exhaustivo trabajo de documentación, y en muchas de las viñetas reconocemos los perfiles de los hombres y mujeres anónimos que Namuth y Reisner retrataron a lo largo de su viaje peninsular.
Fotógrafos de guerra ofrece al lector una visión descarnada de la guerra civil española a través de los ojos de dos extranjeros que vivieron aquel horror fratricida y que descompuso, también, sus propias vidas.
28 junio 2025
'Blue Fighter', de Caribu Marley y Jiro Taniguchi (Planeta)
14 junio 2025
‘Ranciofacts 7: Orgullo cuñao’, de Pedro Vera (¡Caramba!)
13 junio 2025
Reseña de 'Astro City - Metrobook 1', de Kurt Busiek y Brent Anderson
Es difícil decir algo nuevo del género de superhéroes en cómic. Un género que arrancó en los años 40 del pasado siglo y que cuando pensábamos que había llegado al cenit de su popularidad, la industria cinematográfica se propuso salvarlo (al menos en la gran pantalla, claro). Los superhéroes han tenido sus épocas: épocas de oro, de plata, de la modernidad han pasado a la posmodernidad y han ido cambiando su valor semiótico según la sociedad también cambiaba.
Hoy en día, el género está en un momento complicado. Y lo digo como lector que se ha ido progresivamente alejando de él. Insertado en una sociedad líquida y posmoderna, los superhéroes hoy se debaten entre el homenaje nostálgico y un continuismo cada vez más agotado que únicamente justifican razones económicas. La industria se debate entre dar carpetazo a unos personajes cuyo marco temporal ha pasado a ser totalmente fantástico y el temor de presentar a nuevas hornadas de superhéroes que no cuajen entre el público. Al fin y al cabo, si Superman o Batman han funcionado 80 años, ¿por qué no pueden funcionar 80 años más?
En los últimos, digamos, 20 años, he leído muy pocas aportaciones realmente relevantes al género. También podría equivocarme, porque como he dicho, mi interés por él ha decrecido así como me he hecho viejo. La mayoría de esas historias relevantes han querido precisamente jugar con los tópicos del género para volver a retratar la sociedad que los acoge, porque como ya habréis sospechado, el género de superhéroes es sólo una crónica de la sociedad de su tiempo. Y Astro City es una de esas diez obras que deberían estar en todas las listas sobre lo mejor del cómic de superhéroes.
Astro City cumple ahora ¡uf! treinta años. Planeta reedita la serie en el formato USA Metrobook, que son unos omnibus que recogerán en 6 voluminosos tomos toda la obra de Kurt Busiek y Brent Anderson. He seguido la serie durante estas tres décadas: primero en las grapas de Fórum, luego en una edición de lujo -que sigue siendo la más bonita- de Norma (con continuación más sobria de ECC), y ahora en esta nueva edición. Vuelta a leer ahora, treinta años después de su primera publicación, Astro City sigue generándome las mismas emociones puras que la primera vez. Busiek es un perfecto conocedor del género: ya había podido hacer una relectura del Universo Marvel en aquella fabulosa serie Marvels, donde intentaba recrear cómo sería un mundo poblado por dioses y héroes a los ojos del común de los mortales. Pero Busiek tenía más ideas: quería seguir explicando esas historias en un mundo propio, no constreñido por la tiranía de la continuidad y la autocensura. Y entonces creó Astro City. Una ciudad sobre la que cimentar su propia mitología, utilizando a los superhéroes ya existentes como arquetipos para sus historias. En Astro City encontramos paralelismos obvios: El Samaritano es Superman, Confesor es Batman, la Primera Familia son los Cuatro Fantásticos... Pero eso tanto da. Lo importante es que Kurt Busiek tenía una base, que todo el mundo podía identificar, sobre la que jugar y contar las historias que le apeteciera sobre esos arquetipos.
Precisamente el interés de Astro City viene por las historias profundamente humanas que Busiek extrae de sus personajes metahumanos. Los anhelos de libertad del Samaritano. Las dificultades de las relaciones sentimentales (en este caso, entre Samaritano y Victoria Alada). La paradoja bíblica del "único hombre justo". Todo ello servido con un amplísimo conocimiento de los tropos del género.
A medida que la serie avanza, Busiek deja los episodios autoconclusivos para desplegar una trama más ambiciosa que, eso sí, recuerda más a las épocas doradas del cómic. Kurt Busiek hace lo que mejor sabe hacer. Y le acompaña a los lápices Brent Anderson, un dibujante clásico al que debemos la soberbia novela gráfica Dios ama, el hombre mata con Chris Claremont. Anderson tiene un estilo muy setentero, y quizá al lector casual no convencerá, pero le da a la serie el toque vintage justo que necesita -siendo, como es, un maestro de la anatomía y un artista de la escuela de Neal Adams. Y evidentemente, tenemos las portadas del monstruo hiperrealista Alex Ross, que ya han creado escuela y que contribuyen a esa visión de la divinidad desde los ojos de los mortales.
Volver a Astro City con esta edición ha sido un placer. Si bien me he encontrado con algunos fallos de traducción/rotulación algo imperdonables a estas alturas y con tantas ediciones detrás (creo que la traducción de Javier Olivares es nueva, pero no será que pueden consultarse la anteriores), el material que ofrece esta edición es fantástico. Os recomiendo, tanto si ya la leísteis en su momento, como si no la habéis descubierto todavía, que aprovechéis esta nueva edición para visitar Astro City y quedaros allí, en el corazón de los superhéroes, a vivir una temporada.
06 junio 2025
Retrorreseña: ‘Superior’, de Mark Millar, o Fausto como superhéroe (Panini)
Simon es un adolescente normal. Bueno, todo lo normal que pueda ser un joven aquejado de esclerosis múltiple. Cada noche, Simon reza para que su enfermedad crónica desaparezca. Y de repente, sus plegarias son escuchadas. Una extraña criatura, una especie de mono mágico llamado Ormon, concede a Simon su deseo y éste se ve convertido en el superhéroe de cómic Superior. Pero Ormon avisa a Simon que este repentino milagro se explicará a la semana de su llegada. Simon deberá entonces enfrentarse a la verdadera naturaleza de sus poderes.
Superior es una obra que, como tantas otras que se han escrito en los últimos años, repiensan el género de superhéroes bajo nuevas perspectivas. En concreto, Mark Millar ha sido un autor que se ha especializado en estas revisiones, desde la actualización del universo Marvel en Ultimates, al juego de mezclar diferentes grados de realismo y ficción en obras como Kick-Ass, Nemesis, o este mismo título.
En el tratamiento de la naturaleza del superhéroe, Superior bebe de otro de los grandes guionistas del género, Kurt Busiek.
De hecho, la obra tiene algunos puntos en común con Identidad secreta (el hecho de que un niño recibe los poderes de un Superman) y con Astro City (el momento en el que Superior descubre sus poderes y su
habilidad de volar parece remitirnos al monólogo de Samaritano en el
aire del primer número).
Millar usa el arquetipo del héroe de Superman para
contar esta historia, de la misma manera que Alan Moore usó a Supreme o
el citado Busiek a Samaritano. Superior simboliza, más allá de los
valores norteamericanos asociados a Superman, el poder de los sueños y
la libertad. Además, el guionista realiza un interesante giro hacia la
realidad cuando aprovecha para dar visibilidad a un problema como es la esclerosis múltiple,
una dolencia crónica que termina siendo para sus aquejados como una
condena en vida. Podría haber caído en tópicos o respuestas fáciles,
pero encarar de una forma verosímil y seria este problema honra al
guionista.
Y un poco de análisis que no puede hacerse sin contar el núcleo de la trama (Atención, SPOILERS a continuación). La historia de Superior funciona como una actualización del mito de Fausto, sólo que con la habitual vuelta de tuerca de los guiones de Millar. Si en la leyenda alemana, era el personaje el que, insatisfecho por su vida, hacía un pacto con el diablo, en Superior es éste el que va un paso por delante del personaje. El pequeño demonio tentador, porque no es sino eso el mono mágico, ofrece primero el premio para luego cobrarse su contrapartida, es decir, el alma inmortal del chico. Pero, al igual que en otras tantas leyendas populares, finalmente el hombre es el que consigue engañar al diablo, volviendo al punto de partida inicial, pero con un personaje que ha crecido y ha encarado de una forma diferente el devenir de su terrible enfermedad. (FIN de los SPOILERS)
Superior me parece un cómic notable; primero, porque, en la línea de las anteriores obras de Mark Millar, se pone en tela de juicio tanto la naturaleza del héroe como su vocación filantrópica (pensemos en el reverso de esta historia, Nemesis); y segundo, por la magnífica labor de Leinil Yu a los lápices. El conjunto es brillante y enteramente recomendable
28 mayo 2025
Reseña de 'Elma. Una vida de osa', de Ingrid Chabbert y Léa Mazé (Astiberri)
Recordaba el dibujo de Léa Mazé que tanto me había gustado en otra obra que publicó Astiberri, Los Muértimer, hace un par de años. En aquel cómic, Mazé ejercía de autora completa y nos entregaba una obra que parecía encajada directamente en el contexto juvenil-joven adulto, pero que tenía una pátina de gravedad importante. Recuerdo que en esa ocasión, escribí: "la autora se toma a sus lectores muy en serio. Por eso no rehuye temas algo incómodos ni plantea situaciones folletinescas. En realidad, el fondo de la historia es bastante amargo, lo que sorprende en una primera lectura."
Ahora Astiberri publica, en un solo tomo, la obra originalmente en dos álbums y publicada en 2018 y 2019 Elma, una vida de osa, que Léa Mazé ilustra sobre los guiones de Ingrid Chabbert. En esta novela gráfica nos encontramos a la pequeña Elma, que siempre ha vivido feliz en el bosque junto a su Papá Oso. Pero se acerca un momento en el que ambos deberán hacer un viaje de no retorno para cumplir el destino de la niña. Y será doloroso para todos.
A primera vista, a medida que nos adentramos en la historia del cómic, uno tiene la impresión de que estamos ante una versión alternativa de El libro de la selva de Kipling. La niña salvaje, criada por un animal en el bosque, la inevitable separación cuando ella se hace mayor... Todo parece indicar que la historia va en esa dirección. Pero tres cosas destacan de esta serie que la hacen ser una buena lectura: la primera, el trazo de Léa Mazé. Es curioso comprobar que los dos álbums de Elma fueron publicados simultáneamente a la obra en solitario que dio a conocer a la autora (Los Muértimer - Les Croques en francés). Y, sin embargo, el registro estilístico, a mi parecer es muy distinto entre ambas obras, o al menos lo que yo recuerdo. En Elma, el trazo es mucho más diáfano, e intenta acomodarse a una historia de tintes tribales, donde el bosque es un personaje más. Con una paleta que oscila entre los colores fríos y los terrosos (como en Los Muértimer), aquí Mazé sabe dotar al dibujo de un tono único que se acomoda muy bien a la historia. La segunda cosa que destaca: a pesar del tono librodelaselva citado que parece acudir a la mente cuando empezamos a leer, la resolución del viaje de Elma está bien justificada (no la explicaremos aquí, obviamente), y le da un giro interesante, sacando a colación temas como la inevitabilidad o no del destino, o el amor. La tercera cosa: cómo, a pesar de que los guiones son de Ingrid Chabbert, el tono que Máze insufló como autora completa en Los Muértimer de una obra LIJ (juvenil-joven adulto, como dijimos) aquí también lo encontramos. No se esquivan los momentos tristes ni trágicos, en una obra que parecería más proclive a evitarlos, y el resultado por ello es una obra madura y sentida. Ojo, el final nos puede dejar devastados.
Concluyendo: aunque la historia de Elma, una vida de osa parta de unos mimbres que parecen comunes, las dos autoras realizan un trabajo espectacular. La relación entre Elma y Papá Oso es tan auténtica que Chabbert y Mazé se han puesto a los lectores en el bolsillo para cuando la novela gráfica finaliza. Una lectura tremenda.