29 agosto 2011

Reseñas: especial Capitán América y Els Barrufets

 (Página aparecida en el periódico. Click para ampliar)

TdV 154: Leyenda viviente

Aprovechado el estreno de la película del Capitán América, hoy analizamos algunos de los puntos álgidos en la trayectoria del Centinela de la Libertad.

· Capitán América: Servir y proteger. Mark Waid, Ron Garney y Andy Kubert. Panini, 2011. A finales de los años 90, el título del Capitán América pasaba por horas bajas tras una época mediocre guionizada por Mark Gruenwald, hasta que, poco antes del reseteo que significó Heroes Reborn en Marvel (cuando el Capitán América pasó a las infames manos de Rob Liefield), tomó las riendas de la colección Mark Waid, un autor que supo insuflar nueva vida al título, y que estuvo acompañado a los lápices del fantástico Ron Garney. Una vez pasado el hiato Liefield, el título se reinició y la tarea volvió a recaer en el susodicho tándem. Ese primer año es el que se recopila en Servir y proteger, la continuación del primer año truncado de Waid al frente del Capitán América. En la obra, Steve Rogers debe enfrentarse a varios enemigos, como el Superskrull o Pesadilla, enemigos que permiten a Waid plantear temas como la globalización mundial (por parte de los valores norteamericanos) y sus efectos colaterales, o la definición de sueño americano -ideal por el que lucha el Capitán América-, la credibilidad de los políticos y la fanatización de las masas. Se trata de una visión más humana y realista que la de los 60, aunque siga apreciándose cierto apego a los valores tradicionales. En resumen, una magnífica etapa que leer de este héroe, aunque no se simpatice mucho con él.

· Capitán América: la leyenda viviente. Stan Lee y Jack Kirby. Panini, 2011. El Capitán América vivió, allá por los años 60, su segunda época de oro, cuando fue rescatado y lanzado en paralelo junto a todos aquellos personajes recién creados: Los 4F, los Vengadores, Spiderman... Sus historias se publicaron en Tales of Suspense, donde aparecía junto a Iron Man, hasta que en el número 100, la colección pasó a ser Capitán América. El personaje había ido creciendo y tomando matices gracias a los guiones de Stan Lee (sintiéndose desplazado de su época, torturado por la muerte de Buckey), adquiriendo una humanidad que le convertía en un personaje más redondo. En el apartado gráfico, un Jack Kirby en el mejor momento de su carrera se encargó de fijar el aspecto visual del Capitán América con su dibujo potente, elegante y dinámico. Ideológicamente habría mucha tela que cortar en esta obra, pero lo ideal es olvidar este tipo de cuestiones e interpretaciones maniqueas de la realidad -o al menos no prestarles mucha atención-, para sumergirse en la aventura desenfrenada que supone tan tamaño volumen: historias trepidantes, con buenos cliffhangers, llenas de fantásticas amenazas y peligros para el Centinela de la Libertad. Panini edita esta etapa del Capitán América: La leyenda viviente (principalmente del año 1964 a 1968) en un colosal volumen de 568 páginas en tapa dura con interesantes artículos complementarios de Raimon Fonseca. [Puedes leer una reseña algo más extensa aquí]

Breves
· La vila del llac dels barrufets. Peyo. Editorial Base, 2011. Aprovechando también el estreno de la película de los Pitufos, destacamos los últimos álbums que Editorial Base ha publicado en catalán de estos personajes. Uno de ellos es La vila del llac dels barrufets, donde veremos una amable metáfora del mundo moderno donde el estrés lleva a los pitufos a hacerse una segunda residencia cerca de un lago, con todo lo que ello conlleva: vacaciones masificadas, largas colas para ir y volver...

· La gran barrufeta. Peyo. Editorial Base, 2011. En La gran barrufeta, los discípulos de Peyo abordan el tema del machismo. Pitufina se cansa de la actitud condescendiente de sus compañeros sólo porque sea una chica. Hablando con el Gran Pitufo se les ocurre que pueden dejarla al cargo mientras éste simula irse de viaje para que el resto aprenda la lección. Una amable lectura sobre la igualdad entre sexos, con sus puntos ciertamente cómicos.


· On es barrufa el barrufet de les ulleres? Peyo. Editorial Base, 2011. Los más pequeños de la casa se lo pasarán en grande con On es barrufa el barrufet de les ulleres?, un título en la línea de aquellos conocidos "¿Dónde está Wally?", y donde el lector deberá encontrar a un personaje determinado dentro de espectaculares dibujos a doble página atestados de cientos y cientos de pitufos. Un pasatiempo fantástico que reforzará la agudeza visual de los lectores más jóvenes.

18 agosto 2011

Un cómic al día: Hellblazer de Peter Milligan y Camuncoli-Bisley (5)

En el quinto tomo de Hellblazer escrito por Peter Milligan (Shade el hombre cambiante, Greek Street) prosigue la historia en la que el guionista británico introduce a un personaje que ya había usado (Shade). Además, en este volumen prosiguen los planes de boda del viejo mago con Epiphany, la hija única de un importante mafioso londinense. Las locuras de Shade llevarán de nuevo a la pareja protagonista al londres de los 70 (ver tomo 3), en diferentes lapsos dibujados por Simon Bisley (Slaine), que propiciarán, finalmente, el encuentro entre las dos versiones de John Constantine. ¿Encontrará finalmente la felicidad Constantine, conseguirán llevar al altar al iconoclasta mago? En este volumen el lector encontrará la solución; un volumen que sigue en la linea habitual, con los dos estilos tan característicos y a la vez diametralmente distintos de Giuseppe Camuncoli y de Bisley, y con algunas escenas subidas de tono -ligeramente explicitas- propiciadas seguramente por el progresivo olvido de la autocensura editorial en DC.

[Anteriormente:
· Reseña del volumen 2
· Reseña del volumen 3]

15 agosto 2011

Destacados de las novedades de Glénat de agosto

De entre las novedades que Glénat pone a la venta durante este mes, queremos destacar tres:

Mientras una guerra fratricida divide al reino de Alstavik, los ataques de las naves de Mog Ruith, un pueblo celta procedente de los mares del oeste, se hacen cada vez más frecuentes. Pero un peligro aun mayor se abate sobre esa región escandinava: el regreso de las legiones centauras, derrotadas diez años atrás. Más poderosas y feroces que nunca, barren sin dificultad las huestes de soldados apostadas en la frontera. Vienen para cobrarse la venganza. Los dos príncipes herederos, Sigvald y Rildrig, pese a ser enemigos jurados, tendrán que tomar una decisión de la que dependerá la supervivencia del reino que, esta vez, fácilmente podría desaparecer para siempre. Konungar es una nueva serie de álbums de temática vikinga que tiene buena pinta. Una lectura interesante con un disco de Amon Amarth o Ensiferum de fondo.


Siguiendo el éxito que está teniendo la saga de fantasía Canción de Fuego y Hielo (Juego de tronos, vaya), Glénat se anima a publicar la adaptación al cómic de otra de las novelas de George R.R. Martin, Sueño del Fevre (novela que en España ha editado Gilgamesh), una historia de vampiros en la Nueva Orleans y a las orillas del Mississipi de fin de siglo XIX. Interesante.


Y finalmente una obra del siempre recomendable Warren Ellis: Doktor Sleepless, una obra que nos promete ciencia-ficción, terrores lovecraftianos y debates sobre la naturaleza de la realidad. Precedida de buenas críticas, creo que puede ser la apuesta de agosto.

14 agosto 2011

Algunas lecturas de verano (II)

· 2020 Visions: La tormenta. Jamie Delano y Warren Pleece. Recerca. Me ha sorprendido gratamente este cómic de Delano (Hellblazer) en la que retrata una Miami futurista y ciberpunk, que vive bajo la amenaza eterna del ciclón definitivo que se la lleve, y donde la detective Jack Atlanta (una outsider, andrógina, lesbiana y adicta al cibersexo) tendrá que investigar la desaparición de una chica, lo que la llevará a descubrir un turbio negocio de tráfico de niños. Todo eso, mientras campa por la ciudad un psychokiller que se hace llamar El Escultor, y que modifica grotescamente los cuerpos de sus víctimas. El ambiente de novela negra postnuclear está muy bien conseguido. Realmente se trata de una historia ciberpunk bien contada y con personajes llamativos, que crea una ambientación sólida y en la que el lector se zambulle, y una vez terminada queda uno con ganas de más. La única pega que se le puede poner a la obra es el mediocre trabajo de Warren Pleece y su uso de un blanco y negro muy soso y sin personalidad. Por lo demás, buena lectura.


· Iron Man: Extremis. Warren Ellis y Adi Granov. Panini, 2010. ¿Que tiene de interesante el personaje de Iron Man? Sin la armadura, es un tío cualquiera, un ricachón, un científico, un empresario. Si lo que es interesante es la armadura y su prodigiosa capacidad bélica, el que la lleva no es importante... El personaje de Tony Stark ha tenido que ser deconstruido sistemáticamente para poder encontrar algo en él que nos hiciera empatizar. Sabemos de él que depende de su armadura para vivir (o al menos, lo tuvo que hacer en algunos momentos), y que ha sido un alcohólico contumaz durante mucho tiempo. Pero más allá de esos fallos humanos, Iron Man no es un personaje que (me) llame mucho la atención. Pero Warren Ellis enfoca Extremis con nuevas perspectivas y crea por fin algo más interesante de lo habitual, aunque tenga que cortar con la continuidad de 60 años de personaje. Para Ellis, Stark es un científico de la carrera armamentística que tuvo negocios con los militares y que fue herido en la primera Guerra del Golfo. No puede evitar aborrecer de ese pasado sangrientamente culpable, ("Siempre tendré las manos llenas de sangre", confiesa), pero se debe a lo que es. En Extremis, Iron Man tiene que enfrentarse a una variedad de suero supersoldadesco que ha llevado a un resentido del gobierno a llevar su venganza a las calles de EEUU. Es una visión muy moderna, y muy en la línea del Warren Ellis de Stormwatch o del resto de sus obras que mezclan política con superhéroes, en la que la línea entre buenos y malos no está tan clara como parecía.


· Skyhawk. Jiro Taniguchi. Ponent Mon, 2010. Taniguchi nos ofrece en esta ocasión un western en toda regla, pero con sus condiciones: está protagonizado por dos japoneses, dos descastados que llegan desde Japón al Oeste tras perder en una guerra civil en su país. Su valor y su braveza les hacen ser merecedores pronto de un lugar entre los Sioux Oglagla durante los difíciles años en los que se está construyendo el tren transcontinental y se ha encargado al general Custer que acabe con los molestos indios. Estos por su parte, ven como cada uno de los tratados firmados con el hombre blanco se ha convertido sistemáticamente en papel mojado y que cada vez están más arrinconados y acosados, por lo que decidirán luchar hasta la muerte. Skyhawk no es un western al uso (esto es, los buenos son los vaqueros y los malos son los indios), sino que vemos las dos perspectivas de ese enfrentamiento por la tierra, como en los albums del Teniente Blueberry de Giraud, donde, por cierto, Custer también aparecía retratado como un sanguinario e inmisericorde hombre de guerra (no es casualidad: Taniguchi ha leído a Giraud, e incluso este último firma el prólogo de la obra). El resultado es una obra reivindicativa, violenta (de las más gráficas de Taniguchi) por necesidad, y donde el elemento japonés no chirría sino que se integra sin estridencias en la trama. Taniguchi nunca decepciona.

[En verano aprovechamos para retomar lecturas que no pudimos hacer durante el curso, cómics que no son novedad pero que vale la pena reseñar, o volvemos sobre aquellos que no pudimos comentar con profundidad anteriormente]

09 agosto 2011

Stray Toasters como mindfuck

Bill Sienkiewicz fue un artista que en los 80 marcó la diferencia apostando por un estilo mucho más personal y expresionista, que no encajaba en la estética establecida de los superhéroes. Y con todo, triunfó en el mainstream con obras como Elektra: Assassin o Daredevil: Amor y guerra (con Frank Miller), o su paso por colecciones como Lobezno, Nuevos Mutantes, etc. En 1988, Epic, el subsello adulto de Marvel, publicó los cuatro números de la serie Stray Toasters, una miniserie en la que Sienkiewicz, aparte de dibujar, se encargaba de los guiones. La obra fue publicada por Comics Forum (el antiguo nombre de Planeta) en 1995 como tomo unitario, y no ha sido hasta este 2011 que he terminado satisfactoriamente su lectura, después de varios intentos. Han pasado más años desde que compré el cómic hasta que lo he leído que no desde que el autor lo terminó y se publicó en España. Je. Me pasó lo mismo con Stardust.
¿Por qué he titulado Stray Toasters como mindfuck a esta entrada? Porque estamos ante una historia verdaderamente rara y compleja. A finales de los años 80, Sienkiewicz seguía adentrándose en el estilo que había caracterizado sus obras más conocidas y que no se parecía en nada a lo que el resto de autores del cómic mainstream estaba haciendo (si hacemos una excepción al Dave McKean del Arkham Asylum, al que siempre le confundo la autoría de esa obra). En Stray Toasters, al ser una creación propia, cerrada y sin nada que ver con los universos de superhéroes, tiene un lienzo en blanco para usar todo tipo de técnicas visuales y narrativas. La historia es (más o menos) sencilla: Egon Rustemagick es un psicólogo, escrito y criminalista que ha estado encerrado en el manicomio, pero al que sacan fuera para que investigue unas muertes en extrañas circunstancias. Su ex, Abigail, una psicóloga que atiende a un ayudante del fiscal del distrito que le condenó, no le perdona su pasado en común y el hecho de que su hijo muriera a los pocos meses. Abby encuentra a un niño por la calle, al que decide acoger, pero que tiene un extraño comportamiento. Y todo ello, mientras un demonio ha salido de vacaciones desde el infierno a la tierra y va enviando postales a su familia... Esto es sólo el hilo que siguen algunos puntos de la trama, porque lo más llamativo de la estructura de la obra es que está narrada a través de siete u ocho personajes, que, a través del stream of consciousness joyceiano, van fluyendo en la narración, alternándose e interactuando entre ellos. Si ya de por sí, un solo flujo de consciencia puede ser caótico, uno puede imaginarse cómo serán dos o tres a la vez. Los textos en caja, pues, (eso sí, señalados por un color diferente por cada narrador) van intercalándose de manera muy profusa, hasta llegar al  hartazgo del lector. Los múltiples puntos de vista se alternan cada pocas páginas, así como los cambios de estilo de Sienkiewicz, que pasa del retrato simbolista, al collage con materiales electrónicos, a la caricatura en tinta, las páginas saturadas de texto, las splash-pages...
La obra, como es natural, no tuvo gran éxito entre los lectores, a pesar de que sí pudiera tenerlo entre la crítica. Sin duda, porque el intento de hacer cómic experimental dentro del mainstream era una apuesta arriesgada. Y es que, por lo demás, Stray Toasters es una lectura complicada. Farragosa a veces, con una cantidad de texto en caja -el que comentábamos antes- que llega a saturar al lector, porque, entre otras cosas, la información que recibe es irrelevante y sólo contribuye a aumentar la sensación de caos y locura que el autor insufla a sus personajes. No hablamos ya de la dificultad de interpretación de algunas de las páginas más abstractas en cuanto al dibujo. 
En el fondo, tras la peripecia argumental del investigador y los crímenes, se nos habla de temas más profundos. Todos los personajes, que al principio de la obra no parecen tener nada que ver, terminan por estar relacionados entre sí, y el panorama que se entreve al final de la obra no es demasiado halagüeño. Sienkiewicz habla, sobre todo, de la soledad del individuo, y de la desestabilización del núcleo familiar: todos los personajes que conocemos tienen algún tipo de trauma de origen personal: divorcios, madres que abandonan a sus hijos, padres alcohólicos, disfunciones sexuales. Al final de la obra, el único que parece tener un sentido de la familia es, contradictoriamente, el demonio que estaba de vacaciones, que, cual Diablo cojuelo, vuelve al infierno escandalizado por el comportamiento humano. La sensación al terminar de leer la obra es que hemos pasado por una auténtica máquina trituradora, que no hay esperanza posible y que el ser humano es deleznable. Y ojo, no es que el cómic termine especialmente mal. El personaje principal termina finalmente redimido, pero la sensación del lector es agridulce. Y es que ha sido una tarea ciclopea terminar el volumen.
Stray Toasters es una obra difícil de clasificar: se intuye la voluntad del autor de crear algo diferente y de llevar a sus límites el cómic, pero la resolución deja algo que desear (a no ser que esa sensación de caos y de complejidad que llega a aburrir sea la voluntad del autor); quizá por eso no funcionó como se esperaba.

08 agosto 2011

Reseña: Powers ¿Quién mató a Retro Girl?

 (Página aparecida en el periódico. Click para ampliar)

TdV 153: ¿Quién mató a Retro Girl?

· Powers: ¿Quién mató a Retro Girl? Brian Michael Bendis y Michael Avon Oeming. Panini, 2011. Antes de ser conocido por obras que le encumbraran en el mainstream americano (primero Alias, luego grandes cabeceras como Los Vengadores, algunas cosas más flojas como Spiderwoman), Brian Michael Bendis ya había firmado algunas obras destacadas en la escena independiente, como Jinx o Goldfish, en las que ya se delata el interés del autor por la serie negra. Pero tuvo que ser el dibujante Michael Avon Oeming el que convenciera a Bendis para realizar la serie que nos ocupa hoy, Powers. Y es que el guionista pensaba que en materia de superhéroes, Frank Miller, Alan Moore o Grant Morrison ya habían dicho todo lo que se podía decir en el género. Sin embargo, Oeming planteaba en Powers una curiosa mezcla de género policíaco y superheroico que acabó convenciendo a Bendis de la validez del proyecto. Como si de una serie policíaca se tratara (en inglés, las que llaman procedural, es decir que siguen el avance de los casos pero donde se da mucha importancia a los investigadores y sus circunstancias: desde Canción triste de Hill Street hasta CSI o Bones), somos testigos de la investigación del detective Walker y su compañera Deena Pilgrim para esclarecer el asesinato de una de las superheroínas más conocidas de la ciudad: Retro Girl. En esta primera entrega de la serie, ¿Quién mató a Retro Girl?, sirve a los autores para presentar a los personajes, crear cierta química entre ellos (la nueva compañera de Walker trastocará su sistema de trabajo, e incluso descubrirá cosas importantes sobre su vida privada), a la vez que va introduciendo el la ambientación noir a la serie.
En Powers, el estilo que definiría los cómics de Bendis ya está bien presente. Son de especial relevancia, sobre todo, los magníficos diálogos que es capaz de escribir: afilados, ingeniosos, siempre con una puntilla mordaz. Y también otra técnica marca de la casa: el uso de viñetas repetidas en una misma secuencia. Algo que seguiría haciendo en Alias, Torso, etc. y que a veces puede llegar a ser molesto para el lector. En la parte gráfica, Oeming utiliza un estilo cercano al cartoon, con una influencia muy clara de Paul Dini, pero con una línea algo más tosca.
El volumen se completa con diversas portadas, esbozos de personajes, dibujos descartados y un índice de cameos del volumen. En resumen, una obra que engancha como una buena serie policíaca y una buena historia de superhéroes.

Breves

· 20 años entre pinceles. Sergio Bleda. Dibbuks, 2011. Los seguidores de Sergio Bleda están de enhorabuena. Este dibujante, al que conocimos de muy joven con sus primeras historias como El baile del vampiro, cumple (¡parece mentira!) dos décadas de profesión, y lo celebra con el libro 20 años entre pinceles, que edita para la ocasión Dibbuks y que es una magnífica retrospectiva para disfrutar del sensual trazo de este dibujante. No se lo pueden perder.

· Una de cómics Marvel en la gran pantalla: Chris Hemsworth volverá a ser el dios nórdico del trueno en el cine con Thor 2, sólo tres meses después del regreso de Robert Downey Jr. como Tony Stark en Iron Man 3. Disney ha confirmado que tendremos secuela de Thor, aunque será sin el shakespeariano director Kenneth Branagh (Mucho ruido y pocas nueces, Hamlet), probablemente relegado al papel de productor.
Thor 2. Próximamente.

· 1001 Cómics que leer antes de morir. VVAA. Próximamente. Seguramente conocerán alguno de los libros de la serie "1001": Películas que ver, libros que leer. Faltaba uno dedicado al cómic, y pronto aparecerá en inglés. El libro ha sido coordinado por Paul Gravett y proponen 1001 tebeo de procedencia variada como USA, Canada, Japón, Corea, Noruega, Polonia, Argentina, Brasil, India y las Filipinas. Digo yo que convendría que España también apareciera, ¿no?

07 agosto 2011

Algunas lecturas de verano

Cada año aprovecho el verano para leer algunos cómics que, inexplicablemente, llevan años en mi biblioteca y aún no he leído.

Uno de los que he leído esta semana ha sido Batman: Luz de gas, una historia alternativa de Batman (esos que DC creaba en la línea Otros Mundos) donde Bruce Wayne es un rico heredero americano de fin de siglo que ha estudiado en Europa junto a grandes figuras como Sigmund Freud. A la vuelta a Gotham, empiezan a repetirse los crímenes no resueltos en Londres de Jack el Destripador, y Batman deberá hacerse cargo de ellos. Batman: Luz de gas es una historia entretenida; a mí, personalmente, me llama poderosamente la atención por su ambiente fi de siecle al que soy adicto, y en el aspecto gráfico, brilla la conjunción de autores: al lápiz, un Mike Mignola pre-Hellboy, que aún no había terminado de encontrar su estilo pero en el que ya reconocemos su gusto por los claroscuros, y a las tintas un discreto P. Craig Russell. El guión corre a cargo de Brian Augustyn, y si bien es entretenido y bien ejecutado, termina siendo bastante obvio. La obra ha sido publicada en España por Zinco y más tarde por Norma, pero ignoro si Planeta también lo ha editado o lo tiene en mente.

Otro de los cómics que he retomado después de, más o menos, once años de haberlo comprado, ha sido El amnios natal (The Birth Caul), cómic de Alan Moore y Eddie Campbell (responsables también de From Hell) que se basa en una performance que dio Moore. Hay que tener en cuenta, por tanto, la naturaleza original del texto: se trata, más que nada, de una divagación poética en la que la tela amniótica que recubre la cabeza con la que algunos niños vienen al mundo es el centro de una reflexión sobre la vida y la muerte, el sentido de la existencia, los recuerdos de la juventud... Se trata de un cómic en el que Campbell ha tenido que hacer un esfuerzo extra para poner en imágenes las abigarradas metáforas de Moore, el discurso inconexo, el agolpamiento de símbolos e imágenes que se van acumulando a lo largo de las páginas. No es una obra fácil, necesita de un lector que ponga todos los sentidos, e incluso diversas lecturas nos harán disfrutar de su valor. Porque, como determinada poesía, es una obra que a veces puede parecer complicada (un poco sí lo es) e incluso deslavazada, pero en realidad está muy bien tejida y Moore conduce al lector, aunque a distancia, por los caminos que él quiere. No es el Alan Moore memorable de sus grandes trabajos en el mainstream, sino un Moore más personal, más en contacto con sus intereses actuales, un Moore que gustará a quien admire a este hombre independientemente de sus obras más conocidas.

Finalmente, he cogido el Dr. Slump volumen 8, como ya he indicado muchas veces, mi obra favorita de Akira Toriyama. En este tomo, destacamos como hitos argumentales el paso de la cuadrilla de Arale de la escuela primaria a la superior, la llegada de los Tsun desde China en su tetera voladora, y el arco largo argumental de las olimpiadas escolares en la Villa del Pingüino. Humor de primera marca Toriyama, lleno de absurdos, de algunos momentos picantes (dentro de la inocencia del autor, claro)... Toriyama sigue en sus mejores años, cuando su trazo sigue siendo amable y curvilíneo, y no tiene la dureza que iría adquiriendo a medida que se adentrara en los 90 y su Dragon Ball... Esta edición Ultimate que publica Planeta incluye las páginas que originalmente estaban en color, además de una sobrecubierta que Toriyama ha realizado para la ocasión en la edición japonesa. Repito: no hay que perderse Dr. Slump.


[En verano aprovechamos para retomar lecturas que no pudimos hacer durante el curso, cómics que no son novedad pero que vale la pena reseñar, o volvemos sobre aquellos que no pudimos comentar con profundidad anteriormente]

06 agosto 2011

Groenlandia-Manhattan, de Chloé Cruchaudet (Norma)

[Atención, esta reseña puede contener spoilers]
En 1897, el explorador británico Robert Peary realizó una expedición al Polo Norte, en la cual se trajo de regreso a la civilización a una familia de esquimales. Tratados como su fueran una atracción de feria a veces, o materia de estudio otras, la mayoría de los miembros terminaron por morir de enfermedad, excepto el pequeño Minik, que sobrevivió y fue acogido por una familia británica.
Groenlandia-Manhattan es el relato de esta historia basada en hechos reales, una historia que habla fundamentalmente de la búsqueda de la identidad y de la pérdida de raíces, de las consecuencias brutales del colonialismo europeo. Minik se convierte en un ser desarraigado, puesto que es arrancando de su hábitat habitual y, al morir su familia natural, adquiere los modos y formas de la cultura europea. Pero nunca deja de buscar sus orígenes e intenta volver a su hogar. Cuando lo hace, muchos años después, se siente un extraño en su tierra: sus parientes y conocidos han muerto, y los que quedan no creen sus relatos en el mundo "civilizado". Finalmente, Minik termina por volver a Inglaterra a buscarse la vida como pueda. Una historia dramática y bella, muy bien ilustrada por Chloé Cruchaudet.

05 agosto 2011

El sindrome Hundlebert (VVAA, Ultrarradio)

Aplaudo la iniciativa de Hundlebert Syndrome, editado por Ultrarradio: historias breves con un nexo en común, el de una familia que, a lo largo de su historia, ha sufrido en sus miembros una extraña enfermedad que les convierte en pájaros tras una situación traumática. Aunque no pueda aplaudir tanto el trabajo de la multitud de autores que ha colaborado en el volumen. Algunos de ellos más conocidos (Max, Albert Monteys, Carla Berrocal), y otros menos; algunos con buenas historias, otros con páginas que parecen hechas para salir del apuro o autores de dudosa calidad. Pero es lo que ocurre con un trabajo grupal como éste, y no debería restar brillantez al conjunto. La idea en que se basa la obra es feliz, y muchos de los autores siguen bien las convenciones dadas para el trabajo (que los miembros de la familia tengan un nombre que empiece por E., usar un cuadro de una isla desierta como leitmotiv...), incluso algún autor plantea referencias a otras páginas de las obras, indicación de que estamos ante un todo coherente. Ultrarradio edita esta interesante obra que puede ser un buen indicador de los autores que van desarrollando poco a poco su trabajo en nuestro país. Los que viváis en Palma podéis haceros con vuestra copia en Gotham Cómics y en Wakanda Comics.

04 agosto 2011

Unspeakable Vault (of Doom)

Uno de los mejores webcómics que existen es de temática lovecraftiana. Y no me refiero a El joven Lovecraft, sino a Unspeakable Vault (of Doom), una tira creada por el francés François Launet, que firma como Goomi, y que desde 2003 ha estado online a disposición de los lectores, siendo no sólo de las mejores tiras en internet sino también de las primeras.
Goomi traslada con gran ingenio todo ese horror de criaturas innombrables, cultos ancestrales, dioses primigenios, etc. a las tiras cómicas. Se nota que es un autor que conoció los horrores de Lovecraft a través de los juegos de rol, porque muchas de las situaciones humorísticas tienen relación con los grupos de investigación de los Mitos o situaciones que tienen que ver con esos juegos que cada vez parecen más de capa caída.
Por las páginas de UVoD desfilan el Gran Cthulhoo, Nyarly, los shoggies, los perros de Tindaloo, Shubby, Yogzotot o Dagoon, avatares de los dioses ancestrales del panteón lovecraftiano. Se trata de un cómic que, evidentemente, para disfrutarlo de forma apropiada, necesita de algunos conocimientos sobre la literatura de H.P. Lovecraft. Sin él, seguramente se puede disfrutar, pero no será lo mismo sin duda.
Como autor de El joven Lovecraft, he de decir que el descubrimiento de esta tira en internet fue sumamente inspirador para mi trabajo. Me he reído mucho con las tiras de Goomi, con sus cultistas fracasados, con las bandas de death metal que invocan por error a Cthulhoo, con los yum yum del gran dios de R'lyeh.
Hasta el día de hoy, la obra de Launet había sido publicada en inglés. La versión en papel fue publicada en diferentes tomos por Pegasus Press. En español, tenemos una versión traducida por Andrés Palomino (autor de Las Crónicas PSN) desde 2007, y la coincidencia (o la conjunción planetaria) ha hecho que, esta semana, mientras yo releía los tomos de UVoD, la editorial Diábolo Ed. ha anunciado que publicará la obra en papel, en una edición a cargo de su traductor original Andrés Palomino. Se titulará La cripta (del horror) innombrable y pronto la veremos publicada en España. Os la recomiendo.

03 agosto 2011

Capitán América: Servir y proteger

A finales de los años 90, el título del Capitán América pasaba por horas bajas tras una época mediocre guionizada por Mark Gruenwald, hasta que, poco antes del reseteo que significó Heroes Reborn en Marvel (cuando el Capitán América pasó a las infames manos de Rob Liefield), tomó las riendas de la colección Mark Waid, un autor que supo insuflar nueva vida al título, y que estuvo acompañado a los lápices del fantástico Ron Garney, una etapa que Panini recopiló en dos tomos titulados Operación Renacimiento. Una vez pasado el hiato Liefield, el título se reinició y la tarea volvió a recaer en el susodicho tándem. Ese primer año es el que se recopila en Servir y proteger, la continuación del primer año truncado de Waid al frente del Capitán América. En la obra, Steve Rogers debe enfrentarse a varios enemigos, como el Superskrull o Pesadilla, enemigos que permiten a Waid plantear temas como la globalización mundial (por parte de los valores norteamericanos) y sus efectos colaterales, o la definición de sueño americano -ideal por el que lucha el Capitán América-, la credibilidad de los políticos y la fanatización de las masas. Se trata de una visión más humana y realista que la de los 60, cuando Steve Rogers actúa como un simple icono que ha memorizado sus consignas, pero con todo se aprecia cierto apego a los valores tradicionales norteamericanos, sin llegar -eso sí- a extremos ridículos. Podríamos decir que este Steve Rogers es el último en que brillará la estrella del sueño americano antes del ocaso de éste con el advenimiento del 11-S, y la posterior Civil War de Marvel, y la simbólica muerte del Capitán América.

En el aspecto visual, hemos de destacar el trabajo de Ron Garney y de su entintador Bob Wiacek, cuyo trabajo junto a John Romita Jr. ha dejado en su trazo una huella más que reconocible. A mitad de tomo se nos presenta el sustituo de Garney, un Andy Kubert en horas altas que también trabajó con Wais en la serie regular de Ka-Zar. En resumen, una magnífica etapa que leer de este héroe, aunque no se simpatice mucho con él.

02 agosto 2011

Capitán América: La leyenda viviente

El Capitán América se ha convertido con el tiempo en un icono, un símbolo de la americanidad y del estilo de vida estadounidense. Vinculado su origen a los años 40, con claras intenciones patrióticas, ha llegado intacto hasta nuestros días en la continuidad del universo Marvel. Hace relativamente poco, fue objeto de polémica por su muerte en la saga Civil War -una muerte que, como siempre en el mundo Marvel, tiene que tomarse con reservas-, una muerte con una clara lectura ideológica post 11-S.

Pero antes de todo ello, allá por los años 60, el personaje su segunda época de oro, cuando fue rescatado y lanzado en paralelo junto a todos aquellos personajes que habían creado Stan Lee y Jack Kirby y que empezaban a fundar la Era Marvel de los cómics: Los 4F, Hulk, los Vengadores, Spiderman... Stan Lee, el cerebro de esa fiebre superheroica, había rescatado de los años 40 dos personajes con éxito: la Antorcha Humana y Namor, y se atrevió con un tercero, con el beneplácito de los lectores: el Centinela de la Libertad, el Capitán América. Sus historias, además de aparecer en Los Vengadores, se publicaron en Tales of Suspense, donde aparecía junto a Iron Man, hasta que en el número 100, la colección pasó a ser Capitán América. El personaje había ido creciendo y tomando matices gracias a los guiones de Stan Lee, donde vemos a un héroe diferente, sin poderes especiales, sintiéndose desplazado de su época, y cuyo recuerdo de la IIGM, fundamentalmente de la muerte de su compañero Buckey, le atormenta. El personaje, pues, fue adquiriendo una humanidad que le convertía en un personaje más redondo. En el apartado gráfico, un Jack Kirby en el mejor momento de su carrera se encargó de fijar el aspecto visual del Capitán América con su dibujo potente, elegante y dinámico. Junto a él, terminan de redondear el aspecto visual dos de los entintadores que mejor entendieron los bocetos de Kirby: Chic Stone y Joe Sinnott.

Ideológicamente habría mucha tela que cortar en esta obra: el maniqueísmo de los personajes es memorable ("¡Dejad paso!"-dice uno de los villanos- "¡Soy un nazi, soy superior!"), y la exaltación de los sentimientos patrióticos está a la orden del día. Los personajes están aún lejos del viraje que sufrirían en los años 80, cuando todo ese candor se perdería. Pero lo ideal es olvidar este tipo de cuestiones -o al menos no prestarles mucha atención-, para sumergirse en la aventura desenfrenada que supone tan tamaño volumen: historias trepidantes, con buenos cliffhangers, llenas de fantásticas amenazas y peligros para el Centinela de la Libertad. Panini edita esta etapa del Capitán América: La leyenda viviente (principalmente del año 1964 a 1968) en un colosal volumen de 568 páginas en tapa dura con interesantes artículos complementarios de Raimon Fonseca.

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