El mundo del cómic, especialmente el de las Islas, está estos días de doble enhorabuena. En primer lugar, por la materialización del primer Premio Nacional de Cómic, una victoria dentro del mundo de la cultura que esperemos que tienda a normalizar la consideración del tebeo dentro del mundo del arte (iniciativa, además, que partió de estas tierras gracias a Joan Miquel Morey); en segundo, porque se le ha otorgado a uno de los grandes autores actuales: a Francesc Capdevila, Max, mallorquín de adopción y residente en Sineu. Max es hoy por hoy uno de los referentes más importantes e internacionales de todos nuestros autores. Su dilatada carrera, desde sus inicios a mediados de los 70 hasta la actualidad, le ha permitido conocer desde la faceta más underground del cómic hasta coeditar, desde 1995 hasta hace poco, una revista como Nosotros Somos Los Muertos, que partiendo de un planteamiento de rechazo a la guerra de Bosnia, llegó a convertirse en una cabecera que aunaba a la vanguardia de los autores de cómic de todo el mundo. Además, NSLM abrió el camino para que en nuestro país empezaran a conocerse autores como Chris Ware o algunos de los componentes de la llamada nueva ola francesa. Los últimos trabajos de Max nos muestran a un autor maduro, que ha asumido diversas influencias (el mismo Ware) y ha depurado su estilo, un autor que no duda en incorporar referencias literarias o de cualquier otro origen para enriquecer su estilo. El galardón, sin duda, es merecido. Finalmente, el Premio Nacional ha de hacernos reflexionar sobre la madurez de un medio como el cómic, que no es como muchos siguen pensando un entretenimiento de niños, sino un vehículo para las emociones y el arte igual de válido que el cine o la literatura.
(Publicado originalmente en el diario Ultima Hora)
(Publicado originalmente en el diario Ultima Hora)