26 diciembre 2006

Flashes

· Lapinot: La vida como viene / El acelerador atómico, de Lewis Trondheim. Planeta edita en un solo tomo dos historias de la serie Lapinot de Trondheim. En esta ocasión estamos ante dos historias de lo mejor que ha dado esta serie. En la primera, La vida como viene, Trondheim nos presenta una comedia agridulce sobre el destino y el valor de la amistad. En la segunda, El acelerador atómico, en la línea del cómic de aventuras más francobelga, los personajes se verán en una surrealista trama con un invento que permite detener el tiempo. Muy recomendable, y superior a anteriores tomos.

· Musculman, de Yudetamago. Glénat recupera esta obra editada por primera vez en 1983, y que, a pesar de que contenga númerosos chistes que sólo se entienden en el contexto en que fueron editados (referencias a series de la época, productos o personajes), conserva el mismo humor y estilo de la serie de televisión que pudimos ver. Con gran acierto, Glénat ha decidido respetar la traducción que se hizo para la serie animada en los territorios de habla catalana, y así, los personajes conservan esos nombres: Robin de les Estrelles, Menjatallarines, Decta Cubitus, etc. Las situaciones de humor absurdo y surrealista, los monstruos setenteros altos como fincas y el profundo amor por la lucha libre y su mundo son los principales protagonistas de una trama dividida en pequeños capítulos (que se publicaban semanalmente) que, en este primer tomo, tiene tiempo para contar más historias del Musculman pre-torneos de lucha que luego serían la tónica habitual de la serie. Quizá un cómic que tenga más valor para los nostálgicos y los lectores todoterrenos que para los lectores fashion de manga o para los ocasionales. Glénat ha editado esta obra tan sólo en catalán, tal como fue emitida. Esperemos que la jugada les haya salido bien.

· Zits, volumen 8, de Jerry Scott y Jim Borgman. De todas las tiras que ha ido publicando Norma, Zits ha sido la que ha tenido mejor suerte, y ha alcanzado estos días su octavo volumen en nuestro país. La serie de Scott y Borgman se ha ido desinflando lentamente, haciéndose monótona, previsible y aburrida. Si los primeros tomos brillaban por su frescura y su hilaridad, tras años de estar al frente de la tira cómica, vemos unas historias que no hacen sino dar vueltas a lo que se ha contado con anterioridad, incluso echando manos de ideas de otros autores (principalmente de la magistral, en todos los sentidos, Calvin y Hobbes). Cuando una obra no da más de sí, los autores tendrían que ir considerando su final.

· Lupin III (1 de 5), de Monkey Punch. Otro producto para nostálgicos que se ha editado en nuestro país recientemente ha sido este Lupin III. Recordada por su serie animada, que Telecinco emitió hace más de 10 años y en la que colaboró en cierta medida el genio de Hayao Miyazaki, esta obra topa con diversos handicaps a la hora de acercarnos a ella. El primero es la poca maña que tiene el autor en caracterizar a los personajes. Amén de usar demasiado el recurso caricaturesco, todos se parecen mucho físicamente entre sí, y muchas veces el lector se encontrará con auténticos problemas de identificación de los protagonistas. Pero, además, hay que indicar que la narración y la planificación de la página es caótica, contribuyendo aún más a que el lector se pierda. En lo tocante al género, y a su estilo inconfundiblemente setentero, yo diría que no constituye un problema, pero sí hay que convenir en que, a pesar de que el manga se editó por primera vez en 1969 en las páginas en la revista Weekly Manga Action, hay muchos otras obras que, aún siendo anteriores, han conservado mucha más vigencia. Como remate final, hay que decir que la edición de Mangaline es muy pobre: la calidad de las planchas es bastante mala (la editorial se ha defendido diciendo que eran las que se recibieron de Japón) y hay algunos errores ortográficos que duelen. Ni siquiera el ajustado precio/cantidad de páginas logra salvar esta edición. Posiblemente los lectores esperábamos otra cosa.

20 septiembre 2006

Lecturas recomendadas: Morlac, de Leif Tande

Portada de Leif Tande es un autor noruego absolutamente desconocido para mí, pero que salta a la palestra con una obra sorprendente: Morlac, editada en nuestro país por Diábolo Ediciones. La propuesta de Tande pretende explorar los límites de la narrativa del cómic y demuestra que es posible, como en muy pocos medios más, desarrollar diferentes líneas narrativas al mismo tiempo. Para ello, el autor se vale de la viñeta como elemento vehicular: la lectura, pero, no es tradicional, sino que el orden que ha de seguir el lector pasa por leer sólo la misma viñeta de cada página. Planteada así, la historia pude llegar a tener hasta 12 direcciones simultáneas, tantas como viñetas puede llegar a tener la página. Y, de esta manera, dependiendo de la decisión que tome el protagonista de la historia (y en consecuencia, el lector), la lectura se desplaza de viñeta para contar una u otra historia. Las líneas se van abriendo y cerrando, superponiéndose e interactuando entre ellas, durante las 145 páginas en que se desarrolla la historia.

Morlac es un excelente trabajo que sorprenderá al común de los lectores por lo novedoso de su planteamiento, aunque en un principio sea algo difícil de entender. Es más: su peculiar estructura circular borgiana sería absolutamente brillante si se pudiera editar en forma de libro de arena. Lamentablemente no es posible, pero ello no desmerece en absoluto la concepción de esta historia, que supera las dimensiones físicas del formato que lo contiene: estamos hablando de una especia de narrativa poliédrica. Lo más cercano a este tipo de discurso es el hipertexto, un formato que sería el definitivo para esta obra.

Estamos, pues, ante una obra innovadora y curiosa. Vale la pena echarle una lectura.

La lectura no es secuencial, sino que salta de página a página a través de una sola viñeta

07 febrero 2006

Últimas lecturas

· Peculia, de Richard Sala (Recerca). No está bien hacer caer al lector en trampas psicológicas. A pesar de que el autor tenga un estética oscura y bonita (en una línea naïf y de "cute horror" que empieza a ponerse de moda), a pesar de que entre sus influencias se señalen a Edward Gorey y Charles Addams, su "Evil Eye" (nombre con el aparece esta obra por primera vez) es un cómic que hace aguas, en especial por sus argumentos insustanciales -quizá se salven historias como "Ambrosia" o "Merodeador nocturno". Tengo la sensación de que es una obra con un gran potencial echado a perder.

· Spiderman: Blue, de Jeph Loeb y Tim Sale (Planeta). Tras la revisión del Hombre sin Miedo en Daredevil: Yellow, la Loeb & Sale pareja artística dio a luz esta serie, que constituye una relectura de la relación entre Peter Parker y Gwen Stacy antes de que ésta muriera a manos del Duende Verde. Estéticamente planteada como un homenaje a Ditko y Romita Sr., los autores nos ofrecen una historia que no pasa de ser la enémisa revisión del pasado de Spiderman, eso sí, con un toque más emotivo y humano, pero que no va más de una obra correcta.

· El fotógrafo 1, de Lefèvre, Guibert y Lemercier (Glénat). Los que piensen que el género documental no tiene cabida en el cómic se equivocan. A medio camino entre el reportaje fotográfico y el puro documental, los autores nos acercan a la realidad de las misiones humanitarias de Médicos Sin Fronteras en el Afganistán pre-11 S, aquel país en el que los "malos" eran los rusos" y los "buenos", los rebeldes muyahidines. Las fotografías de Lefèvre son un magnífico testimonio gráfico del viaje, no así el resto de viñetas, que, con su aspecto -buscado- de aridez (colores planos, mal acabado, dibujo sobre fotografía) dan una sensación equivocada de dejadez. Una propuesta interesante que da cuenta de lo versátil que es este medio.

21 enero 2006

Lecturas recomendadas: Vampir va al colegio

Vampir va al colegio

Michel: -¿No me va a torturar? ¿Cómo sabe que no voy a contarle a todo el mundo que viven aquí?Capitán: -Lo leo en tus ojos.Michel: -Me habría gustado mucho que me hiciese jurar sobre una calavera o algo por el estilo.
Capitán: -¿Quieres hacer un auténtico juramento de pirata? De acuerdo.
Michel: -Juro consagrar mi existencia a proteger a los muertos y guardar su memoria. Y si traicionara su secreto, que el Gran Barril de Ron me rompa los huesos.Capitán: -Haz la señal de la cruz.Michel: -No. No puedo hacer eso.Capitán: -Eso daría mayor fuerza a tu juramento.Michel: -Sí, pero yo soy judío, Capitán. La cruz no tiene mucho sentido para mí.Capitán: -Haz la señal de la estrella, en ese caso.Michel: -Nosotros no hacemos eso. Y, además, no creo demasiado en Dios. Porque mis padres han muerto.Capitán: -Eres un poco joven para no creer en nada.Michel: -En fin, quizás exista, Capitán, pero después de lo que me ha hecho, no le debo nada.
Capitán: -Deberías reflexionar mejor sobre todo eso. A veces las desgracias nos abren puertas mágicas.

Una lectura 100% recomendada, con sello de calidad Cisne Negro.
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