· Lapinot: La vida como viene / El acelerador atómico, de Lewis Trondheim. Planeta edita en un solo tomo dos historias de la serie Lapinot de Trondheim. En esta ocasión estamos ante dos historias de lo mejor que ha dado esta serie. En la primera, La vida como viene, Trondheim nos presenta una comedia agridulce sobre el destino y el valor de la amistad. En la segunda, El acelerador atómico, en la línea del cómic de aventuras más francobelga, los personajes se verán en una surrealista trama con un invento que permite detener el tiempo. Muy recomendable, y superior a anteriores tomos.
· Musculman, de Yudetamago. Glénat recupera esta obra editada por primera vez en 1983, y que, a pesar de que contenga númerosos chistes que sólo se entienden en el contexto en que fueron editados (referencias a series de la época, productos o personajes), conserva el mismo humor y estilo de la serie de televisión que pudimos ver. Con gran acierto, Glénat ha decidido respetar la traducción que se hizo para la serie animada en los territorios de habla catalana, y así, los personajes conservan esos nombres: Robin de les Estrelles, Menjatallarines, Decta Cubitus, etc. Las situaciones de humor absurdo y surrealista, los monstruos setenteros altos como fincas y el profundo amor por la lucha libre y su mundo son los principales protagonistas de una trama dividida en pequeños capítulos (que se publicaban semanalmente) que, en este primer tomo, tiene tiempo para contar más historias del Musculman pre-torneos de lucha que luego serían la tónica habitual de la serie. Quizá un cómic que tenga más valor para los nostálgicos y los lectores todoterrenos que para los lectores fashion de manga o para los ocasionales. Glénat ha editado esta obra tan sólo en catalán, tal como fue emitida. Esperemos que la jugada les haya salido bien.
· Zits, volumen 8, de Jerry Scott y Jim Borgman. De todas las tiras que ha ido publicando Norma, Zits ha sido la que ha tenido mejor suerte, y ha alcanzado estos días su octavo volumen en nuestro país. La serie de Scott y Borgman se ha ido desinflando lentamente, haciéndose monótona, previsible y aburrida. Si los primeros tomos brillaban por su frescura y su hilaridad, tras años de estar al frente de la tira cómica, vemos unas historias que no hacen sino dar vueltas a lo que se ha contado con anterioridad, incluso echando manos de ideas de otros autores (principalmente de la magistral, en todos los sentidos, Calvin y Hobbes). Cuando una obra no da más de sí, los autores tendrían que ir considerando su final.
· Lupin III (1 de 5), de Monkey Punch. Otro producto para nostálgicos que se ha editado en nuestro país recientemente ha sido este Lupin III. Recordada por su serie animada, que Telecinco emitió hace más de 10 años y en la que colaboró en cierta medida el genio de Hayao Miyazaki, esta obra topa con diversos handicaps a la hora de acercarnos a ella. El primero es la poca maña que tiene el autor en caracterizar a los personajes. Amén de usar demasiado el recurso caricaturesco, todos se parecen mucho físicamente entre sí, y muchas veces el lector se encontrará con auténticos problemas de identificación de los protagonistas. Pero, además, hay que indicar que la narración y la planificación de la página es caótica, contribuyendo aún más a que el lector se pierda. En lo tocante al género, y a su estilo inconfundiblemente setentero, yo diría que no constituye un problema, pero sí hay que convenir en que, a pesar de que el manga se editó por primera vez en 1969 en las páginas en la revista Weekly Manga Action, hay muchos otras obras que, aún siendo anteriores, han conservado mucha más vigencia. Como remate final, hay que decir que la edición de Mangaline es muy pobre: la calidad de las planchas es bastante mala (la editorial se ha defendido diciendo que eran las que se recibieron de Japón) y hay algunos errores ortográficos que duelen. Ni siquiera el ajustado precio/cantidad de páginas logra salvar esta edición. Posiblemente los lectores esperábamos otra cosa.
· Musculman, de Yudetamago. Glénat recupera esta obra editada por primera vez en 1983, y que, a pesar de que contenga númerosos chistes que sólo se entienden en el contexto en que fueron editados (referencias a series de la época, productos o personajes), conserva el mismo humor y estilo de la serie de televisión que pudimos ver. Con gran acierto, Glénat ha decidido respetar la traducción que se hizo para la serie animada en los territorios de habla catalana, y así, los personajes conservan esos nombres: Robin de les Estrelles, Menjatallarines, Decta Cubitus, etc. Las situaciones de humor absurdo y surrealista, los monstruos setenteros altos como fincas y el profundo amor por la lucha libre y su mundo son los principales protagonistas de una trama dividida en pequeños capítulos (que se publicaban semanalmente) que, en este primer tomo, tiene tiempo para contar más historias del Musculman pre-torneos de lucha que luego serían la tónica habitual de la serie. Quizá un cómic que tenga más valor para los nostálgicos y los lectores todoterrenos que para los lectores fashion de manga o para los ocasionales. Glénat ha editado esta obra tan sólo en catalán, tal como fue emitida. Esperemos que la jugada les haya salido bien.
· Zits, volumen 8, de Jerry Scott y Jim Borgman. De todas las tiras que ha ido publicando Norma, Zits ha sido la que ha tenido mejor suerte, y ha alcanzado estos días su octavo volumen en nuestro país. La serie de Scott y Borgman se ha ido desinflando lentamente, haciéndose monótona, previsible y aburrida. Si los primeros tomos brillaban por su frescura y su hilaridad, tras años de estar al frente de la tira cómica, vemos unas historias que no hacen sino dar vueltas a lo que se ha contado con anterioridad, incluso echando manos de ideas de otros autores (principalmente de la magistral, en todos los sentidos, Calvin y Hobbes). Cuando una obra no da más de sí, los autores tendrían que ir considerando su final.
· Lupin III (1 de 5), de Monkey Punch. Otro producto para nostálgicos que se ha editado en nuestro país recientemente ha sido este Lupin III. Recordada por su serie animada, que Telecinco emitió hace más de 10 años y en la que colaboró en cierta medida el genio de Hayao Miyazaki, esta obra topa con diversos handicaps a la hora de acercarnos a ella. El primero es la poca maña que tiene el autor en caracterizar a los personajes. Amén de usar demasiado el recurso caricaturesco, todos se parecen mucho físicamente entre sí, y muchas veces el lector se encontrará con auténticos problemas de identificación de los protagonistas. Pero, además, hay que indicar que la narración y la planificación de la página es caótica, contribuyendo aún más a que el lector se pierda. En lo tocante al género, y a su estilo inconfundiblemente setentero, yo diría que no constituye un problema, pero sí hay que convenir en que, a pesar de que el manga se editó por primera vez en 1969 en las páginas en la revista Weekly Manga Action, hay muchos otras obras que, aún siendo anteriores, han conservado mucha más vigencia. Como remate final, hay que decir que la edición de Mangaline es muy pobre: la calidad de las planchas es bastante mala (la editorial se ha defendido diciendo que eran las que se recibieron de Japón) y hay algunos errores ortográficos que duelen. Ni siquiera el ajustado precio/cantidad de páginas logra salvar esta edición. Posiblemente los lectores esperábamos otra cosa.