22 abril 2011

Reseña: Greek Street, de Peter Milligan y Davide Gianfelice

Peter Milligan es un guionista británico conocido por su buen hacer: de él, recordamos el viraje pop y descarado de la saga mutante de Marvel que realizó X-Statix, su incursión en género negro (Bronx Kill) o su interesante etapa en la serie Hellblazer. Este año Planeta ha recopilado en un único volumen la serie de Vertigo Greek Street, en la que Milligan se encarga de actualizar las antiguas tragedias griegas llevándolas a un escenario actual, el Londres de los barrios más conflictivos. Milligan se siente a gusto con todo ese material mítico con el que puede jugar, adaptar y releer a su gusto, como veremos.
Lo primero que llama la atención del cómic es el dibujo de Davide Gianfelice, un dibujo vigoroso, sensual y violento, pero no de una forma gratuita: siempre subordinado a la trama, a esas viejas historias que como dice uno de los personajes "no terminan con nosotros. No importa cuántos nombres o máscaras diferentes nos pongamos.... No han terminado con nosotros." Efectivamente, puesto que Milligan demuestra que puede reconducir el espíritu de aquellas obras clásicas a nuestros tiempos. Y, así, vemos desfilar a Eddie, un matón de poca monta que busca a su madre, y, sin apenas ser consciente de ello, se acuesta con ella al conocerla, lo que le llevará al desastre de su ignominia (y a cercenarse los genitales, en vez de dejarse ciego). Conocemos también a una chica que puede ver algunos momentos fatídicos del futuro, a una familia de mafiosos llamados los Furey (leído como Furia en inglés), a un detective de la policía llamado Dédalo que investiga la muerte de una prostituta, y a un extraño ser que se ha levantado de la tumba para vengar su muerte y que responde al nombre de Medea. Todo ello, apostillado por un coro que ya no es un grupo estático sino todo lo contrario: una bailarina de striptease que trabaja en el club de la familia mafiosa, y que comentará para el lector las vicisitudes de los protagonistas mientras se contonea sensualmente. Y es que ya hemos dicho que, como las obras originales, este cómic alberga motivos sexuales y violencia primigenia como motores básicos de la acción humana.
Si bien el cómic no está resuelto de la manera brillante con la que arranca, y antes del final Milligan nos da un respiro encajando una historia sobre Ayax y un soldado que vuelve de la guerra de Afganistán, Greek Street es un buen ejemplo de que las historias que hacen al hombre (y sus temas: la lujuria, la venganza...) son universales y se adaptan siempre a los tiempos que corren.

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