29 mayo 2011

Reseña: American Splendor, de Harvey Pekar (La Cúpula)

(Imagen de la sección aparecida en el periódico. Click para ampliar)

TdV 147: Puntales de un género


· American Splendor 1. Harvey Pekar y VVAA. La Cúpula, 2011. Harvey Pekar es un caso curioso en el mundo del cómic: un gris funcionario de Cleveland que se acerca al mundo del cómic gracias a su amistad con Robert Crumb, el gurú del underground, y con los años consigue ser uno de los guionistas de referencia. Y su obra capital, que ha llegado incluso al teatro y a la gran pantalla, es American Splendor, que ahora La Cúpula rescata en un formato integral por volúmenes, el primero de los cuales ahora ve la luz.
Pekar, al contrario que muchos de los que han seguido sus pasos en el cómic autobiográfico, sí consigue captar el interés por aquello que cuenta, aunque sean simples historias anecdóticas. Unas veces por el tono de cotilleo, de historias de faldas que nos explica un amigo. Otras veces, por el carácter personal e íntimo que alcanzan sus reflexiones (compárese el tono de Pekar en Una historia de horror cotidiano, sobre una afonía que se va agravando, con la autocompasión de Jeffrey Brown cuando habla de sus problemas gástricos). A veces, por la identificación que podamos sentir con el protagonista (el mismo Pekar, a veces mal encubierto, un outsider, una persona culta pero sin estudios, con aspiraciones, que en el fondo sólo quiere, como muchos de los que escribimos, ganar algo de respeto de su entorno). Pekar no es autocomplaciente como Brown, ni pretende deconstruirse cínicamente como Joe Matt (Peepshow, Pobre cabrón, Consumido): simplemente, se abre a nosotros, nos cuenta episodios de su vida de forma desordenada, como lo haría con un amigo. No espera con este acto hallar la iluminación ni desahogarse catárticamente. Sólo contar historias, historias que por su cercanía resultan interesantes. El género autobiográfico a menudo cae en esa introspección que, por otro lado, tan bien propicia, pero hay que ir con cuidado con ello: tiene el riesgo de convertirse en algo pretencioso o tan personal que no interese más que al autor. No todos podemos escribir un relato brillante como Spiegelman y sus problemas en la creación de Maus, o Seagle y sus dificultades para entender su relación con Superman en Es un pájaro..., o Trondheim y su forma de reírse de forma sana de su condición de dibujante algo psicótico en Mis circunstancias. Pekar fue siempre un firme defensor de la historieta como medio para contar historias, y que éstas no tenían que girar siempre en torno a supertipos en pijama. Por eso American Splendor es tanto una obra que marca un hito en el cómic como una nueva forma de entenderlo, que abriría con el tiempo la puerta a una nueva sensibilidad.

Breves Goreyianos
 · El huésped dudoso. Edward Gorey. Libros del Zorro Rojo, 2011. Libros del Zorro Rojo sigue incurriendo en ese pecado que es para nosotros, lectores, la edición de las obritas de Edward Gorey: en su formato original, de librito, y en tapa dura con sobrecubierta. En esta ocasión le han tocado a tres exquisiteces, la primera de ellas El huésped dudoso, una fábula en la que un extrañísimo ser se autoinvita a una casa y tan extrañamente como aparece, se va. Una delicia.


· El Wuggly Ump. Edward Gorey. Libros del Zorro Rojo, 2011. En El Wuggly Ump, tres niños despreocupados y felices tienen un encontronazo con un mostruote cavernario que come cieno pero está pensando en cambiar de dieta. De nuevo con los geniales pareados de Gorey, El Wuggly Ump es una mezcla de canción infantil, fábula cruel (ciertamente, el final no es feliz, pero ¿qué cuento tradicional lo tenía?), y siempre con el humor negro y el estilo particularísimo del autor.




· El zoo absoluto. Edward Gorey. Libros del Zorro Rojo, 2011. Si recuerdan Los pequeñines macabros, de nuestro mismo autor, Edward Gorey, en la que hacía un repaso al abecedario en forma de espantosas muertes infantiles, sabrán por donde va El zoo absoluto. Aunque exento de ese humor negro tan particular, en El zoo absoluto Gorey inventa una sensacional galería de animales imposibles, uno por cada letra del alfabeto. Ideal para jugar con los más pequeños, y para jóvenes de todas las edades. [Más info y detalles de la edición en esta entrada de Cisne Negro]

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