Charles Burns (Agujero negro) es un autor con un inconfundible estilo. Sus obras siempren parecen sacadas de una pesadilla: son oscuras (aunque transcurran de día), opresivas, con una marcada estética feísta y llenas de surrealismo. El caso de El Borbah no es una excepción. En El Borbah, Burns nos presenta a un excéntrico detective privado vestido con mallas y una máscara a la manera de luchador mexicano. Contratado por extraños clientes, deberá hallar el paradero de un chico obsesionado por convertir su cuerpo en robot, una joven adicta a las hamburguesas o investigar a un bizarro empleado de una clínica de fertilidad, entre otros casos, encontrándose siempre con algunos tópicos del género: mujeres fatales, vigilantes buscabullas, clientes que ocultan secretos...
El Borbah comparte algunos rasgos con el detective de novela negra al uso. Es bruto, bebe y fuma como un carretero y tiene poca paciencia con quienes no le proporcionan lo que necesita. Es un personaje llevado al paroxismo y que termina viviendo unas situaciones delirantes.
La obra funciona como una serie de historias autoconclusivas que flirtean con el género negro, del que toman la estructura, para luego tomar las sendas de la ciencia-ficción o de lo inverosímil, pero siempre con un humor algo chocante. Es así como Burns consigue que la obra sea a la vez homenaje y parodia de un género como la novela negra y los cómics de detectives.
La Cúpula edita ahora esta obra en formato álbum. La cuidada edición recoge las historias de este personaje creadas entre 1982 y 1987, con un Burns que ya ha conseguido llegar al trazo que nos tiene acostumbrados: personajes deformes, escenarios alienantes, viñetas con toda clase de detalles, estética retro... Una buena reedición para el trabajo de este autor.
El Borbah comparte algunos rasgos con el detective de novela negra al uso. Es bruto, bebe y fuma como un carretero y tiene poca paciencia con quienes no le proporcionan lo que necesita. Es un personaje llevado al paroxismo y que termina viviendo unas situaciones delirantes.
La obra funciona como una serie de historias autoconclusivas que flirtean con el género negro, del que toman la estructura, para luego tomar las sendas de la ciencia-ficción o de lo inverosímil, pero siempre con un humor algo chocante. Es así como Burns consigue que la obra sea a la vez homenaje y parodia de un género como la novela negra y los cómics de detectives.
La Cúpula edita ahora esta obra en formato álbum. La cuidada edición recoge las historias de este personaje creadas entre 1982 y 1987, con un Burns que ya ha conseguido llegar al trazo que nos tiene acostumbrados: personajes deformes, escenarios alienantes, viñetas con toda clase de detalles, estética retro... Una buena reedición para el trabajo de este autor.
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