01 febrero 2016

‘X #2: Los perros de la guerra’: extirpando el cáncer de la corrupción


En la anterior entrega de este reboot, X: Feroz, ya comentábamos que el personaje de X conservaba muy bien ese sabor a la serie original, multiplicado por una estética cruda más cercana a los gustos actuales. Todo lo dicho en aquella reseña de hace unos meses puede valer perfectamente para esta nueva entrega, Los perros de la guerra, donde acompañaremos a X en su cruzada por limpiar las calles de Arcadia, en especial de una banda de policías corruptos, una patrulla de narcóticos conocidas como los Perros de la Guerra. X tendrá que enfrentarse a su líder, el agente Settler, que buscará terminar con los últimos policías íntegros del departamento para poder deshacerse del misterioso héroe enmascarado.

Por su parte, X se verá en la necesidad de recibir la ayuda de una chica, Ferguson, que causará algunos dilemas al héroe por la naturaleza solitaria de su trabajo. Sobre todo, porque recibir su ayuda signfica confiar, y confiar significa depender de otra persona. ¿O es quizá porque pueda haber algo más entre ellos?

X es efectivamente una reformulación del concepto de vigilante norteamericano. Aunque cercano a los estragos de los héroes nacidos en la era Reagan (pienso, principalmente, en justicieros como Punisher), X se muestra siempre un paso por detrás del abismo. Aunque juega muy duro, nunca llega a extremos que le deshumanicen.

En este segundo tomo podréis ver como poco a poco se irá revelando la trama corrupta que asola el cuerpo de policía de Arcadia, y que X se ha jurado erradicar. Con todo, en este segundo tomo seguimos con todas las incógnitas sobre el pasado del personaje, y es que los autores siguen jugando con la anagnórisis de nuestro superhéroe, y se toman con calma esto de desvelar qué ha hecho que vuelve a las andadas.

Si el guion de Swierczynski (‘Godzilla’, ‘Punisher’) no deja de ser lo esperado en una colección de estas características (la recuperación del personaje no ha supuesto ninguna relectura: el espíritu del cómic noventero se conserva bien aquí, sólo que con mejores técnicas de dibujo y coloreado), la gran baza que juega la historia es el componente gráfico que aporta Eric Nguyen (‘Batman: Arkham Unhinged’): líneas afiladas, violentas cinemáticas, y personajes secundarios de caracterización expresionista hasta la hiperbolización animal (los perros de la guerra son, literal y físicamente, perros; mientras que otros policías aparecen caracterizados como aves). Pero donde sobre todo destaca el dibujante es en las excelentes portadas, en las que puede lucirse con un color más espectacular y meditado.

En resumen, X: Los perros de la guerra, sigue en este tomo con una historia a la altura de las circunstancias, ofreciéndonos aventura y acción de la buena.

[Reseña originalmente publicada en Fancueva]

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