Antes de que la censura se cerniera sobre los cómics norteamericanos en forma del sello de aprobación del Comics Code, los años 50 fueron un caldo de cultivo increíble para las revistas de cómics de terror: unos 110 títulos de casi 30 compañías se encargaron de proporcionar a los lectores los escalofríos que demandaban. Fantagraphics, rescatando parte de aquel material hoy olvidado, editó la antología Four Color Fear: Forgotten Horror Comics of the 1950's, que ahora Diábolo ha editado en España.
Lo primero que llama la atención de la edición es el posicionamiento de la editorial (Fantagraphics, principalmente) en cuanto a la traída cuestión de restaurar el color original, actualizarlo, etc. En esta ocasión se ha preferido, con muy buen criterio a mi parecer, conservar el color original tal como se editó en su momento, con la cuatricromía -no tan severa como uno podría esperarse- a flor de página, en una edición facsimil. La decisión es acertada porque hace justicia a la obra, y por una vez la podemos volver a leer tal como fue editada en su momento, con todas las limitaciones que ello conlleva.
Por lo que respecta al material en sí, me gusta pensar que leer Four Color Fear es como revisar los capítulos de La dimensión desconocida (The Twilight Zone), o ponerse viejas películas de terror de la Universal o la Hammer. Las historias poseen ese encanto de lo antiguo, que a veces pasa por lo surrealista, lo ingenuo, pero también por lo escabroso o lo políticamente incorrecto. Pactos con el diablo, partidos políticos de zombis, muertos que vuelven de la tumba, huéspedes inesperados, ¡incluso cactus asesinos! El lector habitual de Creepy, el fan de los estilos retro o simplemente el aficionado al terror no puede menos que frotarse las manos ante esta suculenta edición.
En el apartado gráfico, al ser una antología nos encontramos con un poco de todo, pero destacan las páginas puntuales de autores bien conocidos como Wally Wood, Joe Kubert, Frank Frazzetta o trabajos destacados como el de Basil Wolverton. El tomo de Diábolo se completa con un encarte en papel satinado de portadas de aquellas revistas, un check-list de los cómics de horror anteriores al Comic Code y un apéndice de notas a cada una de las historias incluidas en el volumen. Son un total de 320 páginas a color que el aficionado no debe perderse. Sin duda, esta obra entra en nuestra selección de Lo mejor de 2011.
Lo primero que llama la atención de la edición es el posicionamiento de la editorial (Fantagraphics, principalmente) en cuanto a la traída cuestión de restaurar el color original, actualizarlo, etc. En esta ocasión se ha preferido, con muy buen criterio a mi parecer, conservar el color original tal como se editó en su momento, con la cuatricromía -no tan severa como uno podría esperarse- a flor de página, en una edición facsimil. La decisión es acertada porque hace justicia a la obra, y por una vez la podemos volver a leer tal como fue editada en su momento, con todas las limitaciones que ello conlleva.
Por lo que respecta al material en sí, me gusta pensar que leer Four Color Fear es como revisar los capítulos de La dimensión desconocida (The Twilight Zone), o ponerse viejas películas de terror de la Universal o la Hammer. Las historias poseen ese encanto de lo antiguo, que a veces pasa por lo surrealista, lo ingenuo, pero también por lo escabroso o lo políticamente incorrecto. Pactos con el diablo, partidos políticos de zombis, muertos que vuelven de la tumba, huéspedes inesperados, ¡incluso cactus asesinos! El lector habitual de Creepy, el fan de los estilos retro o simplemente el aficionado al terror no puede menos que frotarse las manos ante esta suculenta edición.
En el apartado gráfico, al ser una antología nos encontramos con un poco de todo, pero destacan las páginas puntuales de autores bien conocidos como Wally Wood, Joe Kubert, Frank Frazzetta o trabajos destacados como el de Basil Wolverton. El tomo de Diábolo se completa con un encarte en papel satinado de portadas de aquellas revistas, un check-list de los cómics de horror anteriores al Comic Code y un apéndice de notas a cada una de las historias incluidas en el volumen. Son un total de 320 páginas a color que el aficionado no debe perderse. Sin duda, esta obra entra en nuestra selección de Lo mejor de 2011.
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