¿Qué es una Navidad sin cómics? Aquí os dejo una selección ampliada de la que hice previamente para Papel en Blanco, con una selección de tebeos, novelas gráficas, mangas, cómics, como queráis llamarlos, que os pueden inspirar un regalo:
17 diciembre 2025
12 cómics que regalar esta Navidad
08 diciembre 2025
'El laberinto del Cuco', de Max (La Cúpula)
El mallorquín de adopción ha sido siempre un enamorado del mito, y, consecuentemente, el concepto de laberinto resulta a Max muy grato. Cirlot decía que el laberinto "es una construcción arquitectónica, sin aparente finalidad, de complicada estructura y de la cual una vez en su interior, es muy difícil encontrar la salida". Su simbolismo plantea la necesidad de alcanzar un centro, un espacio de verdadera paz. Y esto es lo que en la instalación de Fira Tàrrega se planteaba. Mediante la urraca de Max, un personaje-tótem en algunas de sus últimas obras, vamos serpenteando por los caminos (y las alternativas narrativas) que el autor nos plantea. En ellas, aparecen todos los elementos habituales de la actual estética de Max: la simpleza pero energía de su trazo, la alondra, el desierto, el bosque ululante... Y, en el centro del laberinto, la paz, el sosiego, después de toda las abracadabrantes peripecias de nuestra protagonista.
Si la instalación en Tàrrega ya debió de constituir para Max un desafío a la hora de integrar el espacio físico con la narrativa en laberinto que quería contar, me imagino que el hecho de convertir esa experiencia peripatética del visitante en un libro debió de ser doblemente desafiante. Sobre todo, porque al tener que encerrar entre los pliegos de un cómic la sensación de laberinto, el autor justamente buscaba que en su centro -el centro físico del libro- también se albergara el corazón del laberinto. Para adoptarlo a sus páginas y su necesaria correlación de hojas, Max tiene que optar por un formato parecido al de los Elige tu propia aventura, saltando de página en página para simular los vericuetos del laberinto.
El laberinto del Cuco es un intercambio entre diferentes artes y un experimento muy del agrado del cronopio de Max, que implica al lector hasta un punto en que (originalmente) el cómic no puede: que entre, literalmente, dentro de la obra, que participe de ella con sus idas y venidas, que se vea envuelto en los lienzos, y, en suma, que interactúe con la narrativa secuenciada, el cómic, de una forma nueva. Por este tipo de iniciativas es por lo que Max es uno de nuestros activos más importantes en el cómic de nuestro país.
06 diciembre 2025
'No sé, pero... creo que moriré', de Lorenzo Montatore (Astiberri)
Montatore es un autor incómodo. No se conforma con investigar un estilo, sino que cada una de sus obras anteriores es diferente en el acabado. Y sin embargo, en todas encontramos un denominador común, que no sólo es estético, sino también temática. En No sé, pero... creo que moriré encontramos trazas de una de sus obras anteriores, Queridos difuntos, en la que la muerte desea saber qué es aquello que tiene la vida que hace tanto temer a los seres humanos su visita, por lo que baja a convivir con ellos y saber qué sienten. En la nueva obra, nos encontramos dos planos, dos personajes que funcionan como un espejo entre la vida y la muerte: un niño descubriendo la muerte y un fantasmita recordando la vida.
En una primera lectura podríamos no atender a la profundidad del tema y tan sólo apreciar las bondades de la técnica de collage que Montatore usa y que lleva su obra a un nuevo nivel, emparentándola con las técnicas de composición dadaísta. En esa primera lectura podríamos pensar que la anécdota, la trama es en sí misma anodina, pero nada más lejos de la realidad. A pesar de su apariencia naïf, el cómic lleva una carga filosófica y reflexiva de admirar. Por un lado tenemos a un niño, aficionado a dibujar, que se va encontrando en diversas ocasiones, con la muerte: en el entierro de la sardina, casi como un ensayo ficticio, y luego con el fallecimiento de personas cercanas, lo que le lleva inevitablemente a pensar en su propia muerte. Por otro, tenemos a un fantasmita, que revisita lugares desiertos (la isla de un náufrago, una ciudad sin habitantes) y en los que intuimos la soledad de los muertos. El ectoplasma parece recrear su vida pasada y contemplar la vida, seguir los pasos de su carnoso doble. Porque ambos son las dos caras de la misma moneda. E incluso el lector tiene un par de pistas para saber cómo uno se convirtió en el otro.
Qué solos se quedan los muertos, decía Bécquer. Y qué pequeños, qué aturullados nos quedamos los vivos cuando somos conscientes de nuestra finitud, de que algún día cruzaremos el umbral. Montatore, creo, es en No sé, pero... creo que moriré más autobiográfico que nunca, más onírico. En un riguroso blanco y negro encontramos aquí técnica salvajemente mixta: rotuladores, bolis, papeles recortados, fotografía, textos mecanografiados, escultura... Todo contribuye a darle cuerpo a esta reflexión inesperada. Montatore vuelve a superarse a sí mismo. Este nuevo cómic es su título más redondo y un firme candidato a uno de los cómics del año.
05 diciembre 2025
Destacados de las novedades de Panini de diciembre de 2025
Retomo una costumbre que tenía anteriormente, y es ojear las novedades de algunos boletines de editoriales y recomendar lo que yo compraría. Vamos con las novedades propuestas por Panini, que engloban tanto DC como Marvel, porque hay mucho material interesante este mes:
Para empezar, esta serie completa (14 números) de Night Force, con un tándem mítico: Marv Wolfman y Gene Colan. Esto tiene aroma clásico sin duda, y no tengo ni idea de qué es. Parece una serie de aventura con tintes de terror y sello muy old school.
Esto pensaba que era reedición, pero ahora no sé si es material nuevo: la serie de Zatanna: Bring Down the House (Abajo la sala), y de nuevo el interés aquí está en qué hacen los dos autores con este personaje menor de DC: Mariko Tamaki (que ya ha trabajado en el mainstream con Harley Quinn, pero que es más conocida por sus novela gráficas más indies, Roaming la última de ellas) y el gran Javier Rodríguez (enorme en Daredevil). Y aquí tenemos a este personaje relacionado con la magia malgastando su talento en Las Vegas... hasta que empiezan los problemas.
Aquí, en cambio, me inclino no por los autores, sino por un personaje al que tengo debilidad: desde su etapa con Sienkiewicz, a la maravillosa de Warren Ellis, me fascina. ¿Qué tal probar con esta nueva serie de Caballero Luna: El puño de Khonshu, de Jed MacKay y Alessandro Cappuccio? Por lo que veo, esto es una nueva serie (¿limitada o abierta?) de los autores que actualmente están trabajando con el personaje de Marc Spector. Una recuperación de material noventero que se reedita de forma independiente: Lobezno: fauces y garras (o viceversa), de Howard Mackie y Sam Kieth (The Maxx, Sandman). Sólo por el arte siempre hiperbólico de Kieth, esta rareza ya vale la pena, aparte de tener como protagonistas a dos de los personajes con más tirón de Marvel.
Y aquí viene otro tocho con muy buena pinta, si bien es cierto que de Jason Aaron, del que me encantó Scalped, apenas he leído nada en su amplio paso por el cómic de superhéroes. En este tomaco recopilatorio (23 números) une fuerzas con Steve Dillon, un autor que no es muy santo de mi devoción, pero bueno, también firma Roland Boschi (autor de la portada, imagino, porque ése no es Dillon).
Otra reedición interesante, y es que por fin aparece un Omnibus de Miracle Man, sin mencionar obviamente al "guionista original", al señor Alan Moore, que hace años que decidió distanciarse de obras como ésta.
Y finalmente, una nueva reedición de esta obra de género noir de Brubaker y Phillips, que ya con Criminal, Fate y el resto de sus obras han demostrado dominar totalmente. En este The Fade Out vuelven a unir fuerzas para contar una historia ambientada en la época dorada de Hollywood
Ésta es mi pequeña gran selección, pero si queréis consultar el resto de novedades de diciembre de Panini, las podéis ver aquí.
04 diciembre 2025
'Astérix en Lusitania', de Fabcaro y Conrad (Salvat)
En Astérix en Lusitania encontraremos el mismo humor blanco de siempre, los nombres graciosos, las ocasionales críticas a fenómenos contemporáneos o a personajes de la vida real caricaturizados. Y mención aparte hay que hacer para el entrañable y divertido retrato del carácter portugués y lisboeta, la melancolía y la “alegre tristeza” de la saudade, o sus tradiciones gastronómicas, que tanto enervan a Obélix.
Fabcaro demuestra que ha aprendido bien la lección de Goscinny, y el álbum respira el aroma clásico de las aventuras de los dos personajes, en la línea de Astérix en Hispania, mientras que ya con muchos álbums a su espalda, Didier Conrad demuestra que es el heredero natural de Uderzo, y que con él el estilo de la serie está completamente preservado. Personalmente, me sorprende el tono agrio con que otras reseñas han escrito sobre este álbum. En Astérix en Lusitania no hay ni más ni menos que lo que esperamos encontrar en un álbum de Astérix. A mí me ha parecido divertida la parodia de las costumbres lusitanas (como siempre ha hecho la saga, incluso cuando nos retrataba a los hispanos), aunque sí es cierto que Conrad podría haber aprovechado para caricaturizar algún personaje de la vida real que fuera portugués (entiendo que el lector francés tendrá poco conocimiento de personalidades lusas, pero ni que fuera Cristiano Ronaldo), ya que el que sí encontramos satirizado es un émulo del presidente italiano Berlusconi.
Este nuevo aporte a la saga no decepcionará en absoluto a ningún fan de la saga y confirma que los personajes tienen mejor salud que nunca.
19 noviembre 2025
'Una canción para dos', de K. O'Neill (La Cúpula)
Y esto es porque O'Neill ha aprendido muy bien la lección de Miyazaki. Siguiendo su estela, nos ha contado historias sosegadas, reflexivas, intimistas, en las que la adversidad viene dada por el conflicto interior de los personajes. Y este conflicto será resuelto con la ayuda de la comunidad que envuelve al personaje.
Esto es lo bonito de las obras de O'Neill: su esperanzador humanismo, su optimismo. Ambientadas todas sus obras en una época y en un tiempo mítico, esa naturaleza que reina en todo su esplendor, donde los seres humanos viven en armonía con su entorno, ofrece un punto de partida sobre el que empezar a construir de nuevo las relaciones entre los seres vivos. ¿Es escapismo quizá? ¿O sólo idealismo? No lo sé, pero tampoco es importante. En todas sus obras (Bahía Acuicornio, Érase una vez dos princesas) estos principios se mantienen como señas de identidad de le autore.
De esta manera, Una canción para dos se ambienta en un paraje que, supongo, comparte el universo fantástico de sus anteriores obras -al menos en espíritu- y donde conocemos a Rose, una joven que se prepara para las pruebas de guardabosques. Antes de obtener sus honores, es enviada a cuidar de un despreocupado pastor de ovejas, Leone. Éste parece más resuelto a tocar el violín para sí mismo que a cuidar de sus rebaños. Ambos tienen algo que les reconcome, y juntos, conociéndose, darán con la clave para solucionar ese malestar.
Una canción para dos, de nuevo, es un cómic que hace de la inclusión un estandarte invisible, un factor muy importante que es utilizado con naturalidad, sin ninguna estridencia, en este contexto que he mencionado antes que es como borrón y cuenta nueva para contar historias tiernas que hablan de la identidad: de quiénes somos, de cómo nos ven los demás, de qué piensan los demás de nosotros y cómo sentirnos a gusto con nosotros mismos.
Estilísticamente, Kay O'Neill no ha dejado de avanzar: su trazo (en esta ocasión con un pincel que simula el lápiz y un uso limitado pero muy inteligente del color -otro préstamo de Miyazaki) es delicado, lo que hoy llaman cozy o cute, y ha aprendido del manga la lección de la planificación de encuadres que subraya la importancia de la naturaleza en esos planos que anticipan la entrada de los personajes.
En suma: Una canción para dos. Una magnífica adición a la obra de le autore, una lección de sensibilidad y de buen pulso narrativo.
18 noviembre 2025
'Cómo los ricos saquean el planeta (y cómo impedírselo)', de Hervé Kempf y Juan Mendez (Garbuix)
Hervé Kempf en Cómo los ricos saquean el planeta (y cómo impedírselo) hace fácil lo que es en apariencia muy complicado: traza un historia de la lucha de clases en apenas unas páginas y luego, con una serie de aportaciones documentales demoledoras, pasa a explicar el propio título del cómic. Y es que en un mundo en el que el capitalismo ha pisado el acelerador del agotamiento de los recursos limitados del planeta, esta obra, que pone en su lugar el importante papel de los que más tienen (y que no hacen nada para cambiar la deriva de los acontecimientos), debería ser lectura obligatoria para cualquier escolar al final de su etapa obligatoria. Juan Mendez pone dibujos a la tesis de Kempf: la ostentación, el despilfarro y la nula empatía de los que han sido corrompidos por la ultrarriqueza impide cualquier cambio en el statu quo y en la lucha por salvar el medioambiente. Esto no será así, añado yo, hasta que una gran parte de la población sea consciente de ello, deje de ser servil con los ultrarricos, y pida a sus políticos que pongan en cintura a esas grandes fortunas. Cómic muy valiente, didáctico, explicado de forma muy sencilla para llegar al máximo de lectores, y que se hace muy necesario hoy en día. Al mismo tiempo, muy incómodo: nos recuerda la importancia de la lucha de clases. No será bien visto por el sector antivacunas-terraplanista-sí a las IAs que piensa que el cambio climático es una chufa inventada por cuatro abrazaárboles. Si saben leer sin tener ese sesgo planeticida, no lo duden: de lo mejor de 2025.
02 noviembre 2025
'Elon Musk: retrato de un oligarca', de Darryl Cunningham
Posteriormente, Cunningham se consolidó como un autor de cómic documental, con obras como Science Tales (2014), donde desmonta con rigor científico algunas de las teorías conspirativas más populares —desde el negacionismo del cambio climático hasta las pseudociencias—; más recientemente, ha abordado temas de geopolítica y autoritarismo en obras como La Rusia de Putin (2021), una escalofriante crónica del ascenso del autoritarismo en la Rusia contemporánea. En todos estos trabajos, su dibujo —esquemático, de líneas claras, a menudo monocromático con acentos de color simbólico— actúa como una interfaz visual que facilita la comprensión de ideas complejas sin renunciar a la carga emocional del relato.
Con Elon Musk: retrato de un oligarca, Cunningham selecciona a un personaje que podría definir perfectamente los vaivenes de los últimos años en las sociedades capitalistas modernas. Porque para hablar del presente y del futuro inmediato de EEUU y de todo Occidente es inevitable citar al hombre más rico del mundo, y quizá el más polémico y odiado. Cunningham disecciona la bibliografía del billonario partiendo de su árbol genealógico: su abuelo fue un conocido tecnócrata, que más tarde apoyó fervientemente el apartheid cuando se mudó a Sudáfrica. Elon nació en el seno de una familia acomodada de Pretoria, lo que le brindó ventajas significativas a lo largo de su carrera. Gracias a su posición privilegiada, pudo estudiar en universidades de prestigio y mudarse joven a Canadá y luego a Estados Unidos. En 1995, junto a su hermano, fundó Zip2, una empresa que fue vendida por cientos de millones a Compaq apenas cuatro años después. Esa base económica le permitió impulsar una serie de proyectos de alto riesgo y capital intensivo: fundó X.com, que luego se transformó en PayPal; y, tras su venta a eBay, canalizó su creciente fortuna en iniciativas como SpaceX, Tesla, SolarCity, Neuralink, The Boring Company, y OpenAI. Las inversiones de organismos públicos y las ayudas provenientes de los impuestos americanos fueron clave para sus empresas, sin las limitaciones comunes a la mayoría de innovadores. En 2022, compró Twitter por 44.000 millones de dólares, y en 2021 se convirtió en la primera persona en alcanzar los 300.000 millones de dólares de fortuna personal. Porque no es oro todo lo que reluce en Musk, y Cunningham indaga en su vida y milagros aportando una bibliografía extensísima en la que se apoya su trabajo. Aunque el propio autor le concede a Musk que haya tenido una visión de negocio amplia y haya sabido orientar al futuro sus negocios (los trabajos de su equipo han hecho evolucionar el modelo de coche eléctrico, por ejemplo), no es menos cierto que estamos hablando de una persona narcisista, ávida de reconocimiento, celosa, inestable, vengativa y con unas ideas obtusas sobre el bien y el mal.
Cunningham demuestra en Elon Musk: retrato de un oligarca que la carrera de Musk se ha cimentado en sus privilegios de salida, y en el dinero de los demás. Ha quemado ingentes cantidades de dinero a espuertas, y pudiendo ser recordado como un filántropo que hizo avanzar a la Humanidad, pasará a la historia por ser un ser humano mediocre y egocéntrico.
El tipo de cómics que Cunningham escribe podría definirse como un cruce entre el ensayo gráfico, la divulgación científica y la crónica crítica. En la línea de otros autores como Joe Sacco o Igort, pone el cómic al servicio del conocimiento. Su estilo, didáctico y sencillo pero nunca cómodo, sólo tiene una pega: para tender puentes entre disciplinas y lectores diversos, sacrifica el amplio potencial simbólico que tiene el cómic en su narrativa. Pero eso no hace que su obra brille menos, sino simplemente que su valor documental se enfoque en lo que cuenta, y no en cómo.
Siempre algo incómodo y necesario, Cunningham nos interpela desde su nueva obra a reflexionar en la sociedad en la que vivimos.
06 octubre 2025
'Parker: la presa', de Stark, Kieran y Headline (Astiberri)
Esperaba con expectación esta nueva aportación a las adaptaciones de Stark con esta nueva entrega, La presa, en la que el tándem francés de Doug Headline (guiones) y Kieran (dibujo y color) tomaban el relevo de Cooke. Tenían una tarea complicada, sin duda: la manera de entender el noir de Cooke era prácticamente canon y se extendía más allá de las obras propiamente de género que había dibujado. Pero hete aquí que tanto a nivel de guion, como de dibujo, estos dos autores se saldan con una excelente nota y entregan un trabajo que se distancia lo suficiente del de de su predecesor para poder evitar odiosas comparaciones.
Kieran utiliza un dibujo muy estilizado por sus diversas influencias -me recuerda en ocasiones al afilado lápiz de Sean Murphy (Batman: Caballero Blanco)-, que beben tanto del cómic americano, como del europeo, e incluso yo diría que del manga en alguna línea, pero sin que ninguna sea evidente. Aún más: el mejor aporte del ilustrador, en mi opinión, es el uso del color -azul/gris aplicado en bitono- y de las tramas (¡con forma de huellas dactilares, qué gran decisión de diseño!), que le dan al dibujo un inequívoco sabor vintage, como de ilustración de los años 50. Efectivamente, hay viñetas a toda página que prácticamente podrían estar sacadas de un Selecciones del Reader's Digest. Y, en lo que respecta a la trama, la adaptación de la historia original The Sour Lemon Score del novelista Stark en manos de Headline contiene todos los ingredientes para armar una trama noir de venganza, en la que el protagonista pasa de ser traicionado cuando van a repartir el botín de un robo, a convertirse en perseguidor de aquel que ha querido eliminarlo.
Concluyendo: podemos estar tranquilos porque la serie (que continúa publicándose) de adaptaciones de las novelas de Richard Stark continúa en muy buenas manos con el nuevo equipo. La presa es un comicazo que os recomiendo.
28 agosto 2025
'Bajo los árboles, donde nadie te ve', de Patrick Horvath (Astiberri)
Leyendo el cómic, uno tiene la impresión de que parece una versión animalizada de Dexter, sólo que en esta serie de tv (y libros), el protagonista-asesino intentaba dar una validación moral a la elección de sus víctimas, al estilo del Morbius marvelita. Aquí no la hay: el único problema de Sam es que alguien se mete en su parque de juegos y eso puede perjudicarla. Ignoro si el autor pensaba que estaba haciendo algo sumamente original, puesto que no es el caso, y, por lo demás, el cómic se lee por su capacidad de intentar epatar al lector y de darle una historia con la casquería justa para estas historias, que devanea entre el thriller y el gore. Me vais a perdonar, pero yo no puedo entrar en estas historias amorales. No es porque triunfe el mal: hay muchas historias de terror donde no hay un final feliz y está bien. Es más ese regodearse en el caos y la amoralidad pura, simple, gratuita, lo que me produce rechazo. Siempre me recuerdan a una historia breve que estaba incluida en el primer Batman: Blanco y Negro, creo que era de Brian Bolland, en la que un tipo anónimo nos cuenta cómo tiene todo preparado para pegarle un tiro a Batman cuando éste se despiste y cómo luego seguirá con su vida como si tal cosa. Hay que reconocerle el talento, eso sí, a Horvath, para ser tan multidisciplinar, porque como ilustrador y narrador lo hace bien. A mí, no obstante, no me ha conseguido como lector.
27 agosto 2025
'Días sin escuela', de Elena Uriel y Sento (Astiberri)
25 agosto 2025
'Paul en casa', de Michel Rabagliati (Astiberri)
En esta nueva entrega encontramos a un Paul más cercano al presente -y consecuentemente al Rabagliati original-, ya en la cincuentena, ubicado inmediatamente en el momento de la promoción del album Paul en los scouts. Paul está divorciado, a su madre le diagnostican una enfermedad terminal... y en ésas está. Sin perder un ápice de la habilidad narrativa que le caracteriza (la exquisita planificación de página, el metafórico árbol que abre cada capítulo de la historia), Rabagliati hace un giro en esta obra que me hace pensar en Peter Bagge. Su dibujo, siempre con ese estilo deudor de los cartoon de los años 50, algo emparentado con el de Seth, parece que se ha afilado (¿desquiciado?) con el tiempo, o quizá para este álbum, y el tratamiento de uno mismo, aunque no es tan despiadado como en el caso las obras del autor de Odio, se hace tragicómico en las miserias y las pequeñas alegrías de la vida.
La soledad, el sentido de la vida, la certeza de la finitud, el anquilosamiento de nuestro cerebro según nos vamos haciendo viejos... son algunos de los temas que Rabagliati inevitablemente toca en esta entrega. Porque, en esta ocasión, o al menos ésta es mi impresión respecto a las entregas anteriores, aquí la introspección parece cobrar importancia frente al mero desfile de recuerdos que habían sido los cómics anteriores (al fin y al cabo, éste es el cómic más cercano al presente que ha publicado, es lógico que tenga un carácter más intimista).
En definitiva, si las anteriores historias de Paul consistían en una evocación, más o menos ficcionalizada, de un recuerdo, aquí, pienso, el tema del retrato psicológico toma mayor relevancia y pone sobre la mesa una serie de cuestiones existenciales, no exentas de humor (y cierta esperanza). Cabe decir que, además, la cercanía personal de los hechos que cuenta Rabagliati con mi propia experiencia hacen que valore todavía más este Paul en casa. Si me preguntáis, en este momento de la vida diría que éste es mi volumen preferido de todos lo que han aparecido hasta ahora.


















