Una sorpresa muy agradable para mí está siendo la lectura del primer volumen (de tres) de la edición Omnibus de El Espectro (por parte de Planeta en 2008). Este personaje era un clásico de la galería DC que, a pesar de rondar ya los 50 años de experiencia, apenas había sido utilizado. Su conexión con el mundo de ultratumba y sus tintes metafísicos quizá lo hacían algo dificil de usar dentro de la continuidad habitual del universo superheroico de Batman, Superman y compañía. Es más, tuvieron que ser guionistas británicos como Alan Moore o Neil Gaiman los que lo recuperaran en algunas de sus historias (en el caso del primero, en su cruce con La cosa del pantano; en el segundo, dentro de Los libros de la magia). Pero hete aquí que en 1992 apareció una colección regular, guionizada por John Ostrander y dibujada por Tom Mandrake, que cambió la forma de ver al personaje para siempre. Leído con la perspectiva que da el tiempo, El Espectro de Ostrander y Mandrake es un producto muy de su época. A finales de los años 80 y principios de los 90, el giro a la derecha que Reagan había provocado en EEUU y las circunstancias sociales de la época habían propiciado el auge de los héroes "vigilantes", cuya acepción en inglés contiene un matiz de justicia individual. Es la época de oro de personajes como Punisher, el Motorista Fantasma, Veneno, o este Espectro. El difunto policía Jim Corrigan vuelve a la vida gracias al espíritu del Espectro, cuya finalidad es básicamente buscar la venganza de los que han muerto de forma violenta o injusta. Ante un panorama social en que la justicia terrenal no funciona, y la divina parece que tampoco, el Espectro es el que tomará la justicia por su mano para poner a cada uno en su sitio, normalmente con una disciplina bastante expeditiva consistente en aplicar la ley del Talión.
Así pues, exagerado como muchos de los productos de su época, este personaje debe leerse desde las condiciones en las que aparece. Con todo, Ostrander no termina cayendo en maniqueos zafios, sino que el asistimos a la lucha que el personaje principal, Corrigan, mantiene durante toda la obra con el Espectro. Humanidad contra justicia poética, determinismo y libre albedrío, verdad y mentiral, cielo e infierno, son algunos de los temas que van por debajo de esta obra que, al mismo tiempo, de forma superficial, toca otros que son más mundanos y en los que vemos reflejada la sociedad de la época: el miedo al sida, las drogas de diseño, etc.
Y no sólo el guión de Ostrander -aunque sea en parte serie b, es serie b de la buena- es destacable, sino que el equipo que forma con Mandrake (ya habían coincidido en El detective marciano) no puede ser mejor: el estilo libre de la composición de página, la imaginería diabólico, los primeros intentos por forzar la censura interna del Comics Code, el juego de luces y sombras... Realmente Mandrake hace un excelente trabajo a lo largo de la serie. Y como broche final, cabe mencionar también las portadas originales de la serie, que están reunidas al final del tomo, y que incluyen deliciosos dibujos de artistas como Charles Vess, Sienkewicz, Mike Kaluta, o Simon Bisley, entre otros de los grandes.
En definitiva, no es "alto cómic" al estilo de Sandman o Watchmen, pero sí una obra muy interesante que recomendamos.
1 comentario:
Pues lo van a quemar :(
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