Andy Diggle, guionista de una de las últimas etapas de Hellblazer, se encarga en la serie limitada Renacimiento de poner la puntilla a su etapa en Daredevil. Tras el crossover Tierra de sombras (Shadowlands), cuyo núcleo principal giraba en torno al Hombre Sin Miedo y que guionizaba este escritor británico, Matt Murdock está sumido en una vorágine que le ha sacudido hacia todos los lados como si de un muñeco se tratara. Tras ser proclamado líder de la Mano e intentar dirigir a esta organización de ninjas para la justicia y el bien social, Murdock terminó enfrentándose (y matando) a su enemigo eterno, Bullseye. En ese momento, los superhéroes cercanos a él empezaron a cuestionarse sus métodos. Desde ese momento, Daredevil siente que ha perdido el norte, y esta miniserie permite a Diggle atar cabos y preparar al personaje para una epifanía que le lleve a un nuevo comienzo. Ya se sabe, "que todo cambie para que todo permanezca igual".
Diggle intenta aquí poner el énfasis en el hombre detrás de la máscara, un hombre que ha perdido el interés, ha perdido los motivos por los que seguir luchando. Como otras neogénesis de personajes (estoy pensando en Arma-X en el caso de Lobezno, o en El hombre sin miedo de Miller y Romita Jr., dedicado también al personaje que nos ocupa), el uniforme de superhéroe apenas aparece porque estamos hablando del ser humano que hay dentro de él. Un Murdock que, perdido por el desierto, ve que los problemas no sólo afectan a las grandes urbes donde él suele actuar, sino que la corrupción, las drogas, el tráfico de armas, etc. son enfermedades que pueden extenderse por toda la geografía de su país. Un niño ciego -con el que se establecerán diversos paralelismos con el héroe- será el que le devuelva la esperanza por su tarea de vigilante.
Es complicado hacer un reinicio de un personaje, y más si es Daredevil y un gigante como Miller ha escrito ya Born Again, cuyo título ya lo dice todo. Diggle tiene que encajar todas las piezas y situar al personaje en la casilla de salida de nuevo para que otros puedan jugar con su juguete. La historia que nos ofrece es efectiva, vistosa (destacan las viñetas de acción del gran Davide Gianfelice, que ya habíamos disfrutado en Greek Street), se lee rápido y de un tirón. Conceptualmente no es nada nuevo: no puedo evitar pensar que Diggle cae en algunos tópicos del "forastero no es bienvenido a pueblo recóndito" que por momentos recuerdan a la primera entrega de Rambo (First Blood). Si obviamos esto, Renacimiento es un cómic entretenido, que encaja bien dentro de la continuidad, que intenta sacar al personaje de su hábitat cotidiano -evocando un poco aquel Spiderman: espíritus de la tierra de Charles Ves-, y que consigue volverlo a configurar como marca el canon de Marvel para que sus aventuras puedan seguir adelante. Quizá el problema no sea tanto de los personajes como de la obsesión mercadotécnica de la editorial Marvel con la continuidad de sus personajes. El hecho de que, tras 40 o 50 años, sigan adelante con nuevas aventuras puede ser muy buen objeto de estudio diacrónico, pero a la larga se convierte en un engaño incoherente para el lector que ha seguido el personaje.
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