Glénat ha tenido el acierto de publicar ediciones integrales de series de álbums. Es el caso de El príncipe de la noche, de Yves Swolfs, seis tomos que se editaron en un único volumen. La obra nos cuenta la historia de la familia Rougemont desde la Edad Media, cuando, siendo una familia de terratenientes, la mujer del cabeza de familia es convertida en vampiro por un enigmático chupasangre. Desde entonces, cada generación ha jurado tomar venganza de la criatura que llevó el desastre a la saga familiar. Así, la narración de los ancestros de Vincent Rougemont se irá alternando con su propia historia, a mediados de los años 30, cuando, habiendo descubierto los antiguos documentos de la familia, deberá enfrentarse con el legado que le ha sido destinado. La obra empezó su edición originalmente en 1995 y se alargó hasta 2001. En el género de vampiros no hay nada nuevo bajo el sol, y El príncipe de la noche no puede evitar en algunas ocasiones hacer algún guiño a las múltiples películas de Drácula o hasta a Entrevista con el vampiro. De hecho, la lectura del tomo despierta la sensación de que se trata del equivalente en cómic a las películas de género de la productora inglesa Hammer de los 60 (El beso delvampiro, La Gorgona, El cerebro de Frankenstein, etc.): el ambiente barroco, la paleta de colores esplendorosa, casi modernista; los diálogos ampulosos y llenos de fatum, las ubicaciones fantásticas y tenebrosas, el erotismo que hace algo más que insinuarse en los vaporosos vestidos de las concubinas del vampiro... El estilo del autor Yves Swolfs se enmarca en la tradición del álbum europeo (al estilo de Giraud o Van Hamme), y destaca su talento en el uso del color (manual) y de la ambientación histórica. Todo contribuye a crear una atmósfera de ensueño, y de sensación opresiva por el cruel vampiro antagonista. Una saga deliciosa, bien narrada, que constituye un placer para el lector de tebeos.
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