El fin de semana del 6 al 9 de mayo llegaba a Montjuïc el evento más importante del cómic en nuestro país: el 28 Saló Internacional del Còmic de Barcelona, con un fin de semana en el que tenía que competir con el fútbol, la final de baloncesto de Barcelona y las carreras de coche. Eventos que quizá restaron un poco de público pero que no desanimaron a los verdaderos fans del noveno arte.
Este año era de destacar el intento que ha hecho Ficómic (la organización del salón) para abrir el evento a una serie de temáticas aledañas al cómic y que también pueden interesar a sus visitantes: así, la sección dedicada a videojuegos contó con torneos de Xbox y la exposición de originales que Alfonso Azpiri hizo para videojuegos en los 90; el cine también tuvo su espacio con una réplica de la camioneta del Equipo A (de los que pronto se estrena remake), y este año, la música era también protagonista, con una exposición ("Els ritmes del cómic") que mostraba la relación entre autores de tebeo y artistas musicales, y con las actuaciones de varios grupos musicales, entre las que hemos de destacar la de Sidonie y el grupo de horror-surf Los Tiki Phantoms.
Otra de las grandes apuestas de este Saló eran las exposiciones. A las que ya hemos mencionado, han de añadirse las de originales de Ana Miralles, de la obra Las serpientes ciegas del mallorquín Tomeu Seguí, también los de Pere Mejan y su La revolución de los pinceles; Holanda, como país invitado, también tuvo su espacio pictórico; Euskómic representaba al País Vasco en su exposición, y finalmente dos exposiciones para dos grandes: Hal Foster (El príncipe valiente) y Jacques Tardi (Puta guerra).
El cómic balear de nuevo tuvo protagonismo en esta edición del Saló. El estand del IEB y los editores isleños Dolmen e Inrevés acogió la firma de autores isleños como Guillem Dolç, Guillem March o Pere Joan, además del resto de sus autores.
En lo tocante a los premios, El arte de volar de Kim y Altarriba copó los principales galardones (mejor guión, dibujo y obra), mientras que el Génesis de Robert Crumb se llevaba el premio a mejor obra extranjera. En las votaciones del público, hay que destacar al mallorquín Tomeu Pinya (El bar del barbudo) como mejor autor revelación y a Dolmen como mejor revista especializada.
El Saló se cerró el domingo con buenas cifras de público: sobre unos 100.000 visitantes. Un Saló mejor organizado que otros años, más amplio, abierto a otros sectores y que intenta ser, como decían sus organizadores, un puente entre la espectacularidad de las convenciones norteamericanas (el ComicCon de San Diego) y la seriedad y orientación profesional de Angouleme. donde cada lector encuentre lo que busca.
Este año era de destacar el intento que ha hecho Ficómic (la organización del salón) para abrir el evento a una serie de temáticas aledañas al cómic y que también pueden interesar a sus visitantes: así, la sección dedicada a videojuegos contó con torneos de Xbox y la exposición de originales que Alfonso Azpiri hizo para videojuegos en los 90; el cine también tuvo su espacio con una réplica de la camioneta del Equipo A (de los que pronto se estrena remake), y este año, la música era también protagonista, con una exposición ("Els ritmes del cómic") que mostraba la relación entre autores de tebeo y artistas musicales, y con las actuaciones de varios grupos musicales, entre las que hemos de destacar la de Sidonie y el grupo de horror-surf Los Tiki Phantoms.
Otra de las grandes apuestas de este Saló eran las exposiciones. A las que ya hemos mencionado, han de añadirse las de originales de Ana Miralles, de la obra Las serpientes ciegas del mallorquín Tomeu Seguí, también los de Pere Mejan y su La revolución de los pinceles; Holanda, como país invitado, también tuvo su espacio pictórico; Euskómic representaba al País Vasco en su exposición, y finalmente dos exposiciones para dos grandes: Hal Foster (El príncipe valiente) y Jacques Tardi (Puta guerra).
El cómic balear de nuevo tuvo protagonismo en esta edición del Saló. El estand del IEB y los editores isleños Dolmen e Inrevés acogió la firma de autores isleños como Guillem Dolç, Guillem March o Pere Joan, además del resto de sus autores.
En lo tocante a los premios, El arte de volar de Kim y Altarriba copó los principales galardones (mejor guión, dibujo y obra), mientras que el Génesis de Robert Crumb se llevaba el premio a mejor obra extranjera. En las votaciones del público, hay que destacar al mallorquín Tomeu Pinya (El bar del barbudo) como mejor autor revelación y a Dolmen como mejor revista especializada.
El Saló se cerró el domingo con buenas cifras de público: sobre unos 100.000 visitantes. Un Saló mejor organizado que otros años, más amplio, abierto a otros sectores y que intenta ser, como decían sus organizadores, un puente entre la espectacularidad de las convenciones norteamericanas (el ComicCon de San Diego) y la seriedad y orientación profesional de Angouleme. donde cada lector encuentre lo que busca.
No hay comentarios:
Publicar un comentario