09 agosto 2009

Reseñas en UH: El arte de volar y El fin del mundo

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TdV 72: Cómic al padre

· En literatura fue Kafka quien, en su Carta al padre, nos legó de forma personalísima esa especie de ajuste de cuentas poético con el progenitor que le había marcado. Esa revisión de las relaciones paterno-filiales no ha escapado al cómic (me viene a la cabeza, sobre todo, El almanaque de mi padre de Jiro Taniguchi o Fun Home de Alison Bechdel). Pero esas revisiones no tienen por qué estar cargadas de resentimiento. En El arte de volar, lo que nos ofrece Antonio Altarriba es una retrospectiva de la vida de su padre, en ocasión de su suicidio cuando, ya de anciano, vive en una residencia. El relato, pues, a partir de ese suceso trágico, articulará una historia de fracaso y de frustración, la historia de tantos otros antihéroes anónimos, que vivieron el horror de la guerra civil (en el bando equivocado) y la brutal represión que siguió en la posguerra. Kim deja su estilo caricaturesco habitual (Martínez, el facha) para ponerse al servicio del guión de Altarriba. Narrada con muy buen pulso y sirviéndose de un uso acertado de esa metáfora de volar del título y de una capitulación con mucho sentido, estamos ante una de las mejores obras publicadas este año. El arte de volar. Antonio Altarriba y Kim. De Ponent, 2009.


· Una noche de tormenta un coche circula por una carretera secundaria. En el interior va una pareja con un niño pequeño. La mujer está en avanzado estado de gestación. A causa del viento, un árbol cae violentamente sobre el coche. Años más tarde una joven melancólica y depresiva mira caer la lluvia a través de la ventana... Es el inicio de El fin del mundo, de Tom Tirabosco y Pierre Wazem, y también de una historia de retrospección, con cierto aire a realismo mágico, donde la protagonista, que perdió a su madre y cuyo padre, del que se ha distanciado, agoniza en un hospital, realiza un viaje interior que la libere del pesar del pasado. Así, la lluvia que cae en el exterior y que amenaza en convertirse en un diluvio de proporciones apocalípticas, se convierte en metáfora romántica del estado interior de la protagonista. Los encuentros fantasmagóricos que tendrá al volver a casa de sus padres a por el gato darán lugar a la reflexión sobre su familia. Una obra de tono lúgubre, de trazo plástico y amable, aunque no exento de dramatismo, que indaga los lazos (a veces tirantes) que nos unen. El fin del mundo. Tirabosco y Wazem. La Cúpula, 2009.

Breves
· Como si de una canción de Amon Amarth se tratara (grupo citado, por cierto, en el cómic), La sangre de las valkirias narra un momento crítico de las civilizaciones nórdicas: el choque de creencias que tuvo lugar una vez el cristianismo empezó a extenderse por la Europa septentrional, y su enfrentamiento con las viejas tradiciones paganas. En este contexto se enmarca una historia de rencillas personales, que firman los jóvenes Víctor Santos, Pere Pérez y Joan Fuster. La sangre de las valkirias. Santos y Pérez. Planeta, 2009.

· En Black Kaiser, Víctor Santos cambia de tercio y nos ofrece una historia de espías ambientada en el mundo contemporáneo que bebe de los grandes clásicos del cómic de género negro, sobre todo del Sin City de Frank Miller, cuya influencia aquí resulta obvia (e incluso a veces algo incómoda), pero también de Bruce Timm (Batman, Superman). Una obra llena de acción y giros argumentales con un ritmo trepidante. Black Kaiser. Víctor Santos. Planeta, 2009.

· Ayer en Ses Voltes se realizó la presentación de dos novedades creadas por autores mallorquines, Guillem Dols y Tomeu Pinya, dos nuevos valores en el mundo del cómic. Las obras que se presentaron fueron Soy anécdota, de Dols (edita Dolmen) y Un pueblo blanco: el bar del barbudo, de Pinya (Planeta). La presentación corría a cargo de Guillem March y Tomeu Seguí. Al final de la presentación hubo también sesión de firmas. Organizaba, como siempre, la AAVC.

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