· Las trece en punto, de James Stimson (La Faktoría K). La estética que dialoga entre lo tierno y lo siniestro está de moda, no puede negarse. El ínclito Edward Gorey fue la piedra de toque de esta curiosa fusión (imprescindibles sus tomos Amphigorey, editados en Valdemar), que mezclaba el gusto por lo macabro, lo amable y lo decimonónico, y más tarde Tim Burton, su devoto seguidor, llevaría esta estética a la primera línea de merchandising a base de Jacks Skellingtons y novias cadáveres. Dentro de esta corriente brilla el trabajo de James Stimson, a la sazón colaborador de Burton en James y el melocotón gigante, que en Las trece en punto nos entrega una obra a medio camino entre el cómic y el cuento ilustrado que fascina desde el primer momento por su particular universo estético y la simpatía que desprenden sus personajes. Una atmósfera densa, intrigante y sombría envuelve al lector desde la primera página, al acompañar a la pequeña protagonista de la historia en el descubrimiento de los tiernos monstruitos que irán apareciendo a cada golpe de campana: seres incorpóreos, fantasmagóricos y absurdos, pero tan amables que en vez de miedo inspiran cariño. El trazo suave de los lápices de Stimson se combina con los juegos tipográficos y con las rimas del texto, que son una suerte de poesía. El autor consigue crear un relato para todos los públicos, pero en especial para los más pequeños (siempre los más olvidados en el mundo del cómic) que La Faktoría K edita con especial mimo. A descubrir.
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