19 noviembre 2025

'Una canción para dos', de K. O'Neill (La Cúpula)

K. O'Neill lo ha vuelto a hacer. Desde que publicó en 2018 La sociedad de dragones de té (La Cúpula) he ido escribiendo sobre las obras que se han ido editando en castellano de este autore. Ya en aquella ocasiones, y en las siguientes partes de la saga remarqué que O'Neill tiene un estilo muy característico de contar historias. De forma sosegada, con la naturaleza como personaje importante en cada una de sus obras, y sin un "enemigo" al que enfrentarse, esto es, sin un personaje que se enfrente al protagonista. 

Y esto es porque O'Neill ha aprendido muy bien la lección de Miyazaki. Siguiendo su estela, nos ha contado historias sosegadas, reflexivas, intimistas, en las que la adversidad viene dada por el conflicto interior de los personajes. Y este conflicto será resuelto con la ayuda de la comunidad que envuelve al personaje.

Esto es lo bonito de las obras de O'Neill: su esperanzador humanismo, su optimismo. Ambientadas todas sus obras en una época y en un tiempo mítico, esa naturaleza que reina en todo su esplendor, donde los seres humanos viven en armonía con su entorno, ofrece un punto de partida sobre el que empezar a construir de nuevo las relaciones entre los seres vivos. ¿Es escapismo quizá? ¿O sólo idealismo? No lo sé, pero tampoco es importante. En todas sus obras (Bahía Acuicornio, Érase una vez dos princesas) estos principios se mantienen como señas de identidad de le autore.

De esta manera, Una canción para dos se ambienta en un paraje que, supongo, comparte el universo fantástico de sus anteriores obras -al menos en espíritu- y donde conocemos a Rose, una joven que se prepara para las pruebas de guardabosques. Antes de obtener sus honores, es enviada a cuidar de un despreocupado pastor de ovejas, Leone. Éste parece más resuelto a tocar el violín para sí mismo que a cuidar de sus rebaños. Ambos tienen algo que les reconcome, y juntos, conociéndose, darán con la clave para solucionar ese malestar.

Una canción para dos, de nuevo, es un cómic que hace de la inclusión un estandarte invisible, un factor muy importante que es utilizado con naturalidad, sin ninguna estridencia, en este contexto que he mencionado antes que es como borrón y cuenta nueva para contar historias tiernas que hablan de la identidad: de quiénes somos, de cómo nos ven los demás, de qué piensan los demás de nosotros y cómo sentirnos a gusto con nosotros mismos. 

Estilísticamente, Kay O'Neill no ha dejado de avanzar: su trazo (en esta ocasión con un pincel que simula el lápiz y un uso limitado pero muy inteligente del color -otro préstamo de Miyazaki) es delicado, lo que hoy llaman cozy o cute, y ha aprendido del manga la lección de la planificación de encuadres que subraya la importancia de la naturaleza en esos planos que anticipan la entrada de los personajes.

En suma: Una canción para dos. Una magnífica adición a la obra de le autore, una lección de sensibilidad y de buen pulso narrativo.  

18 noviembre 2025

'Cómo los ricos saquean el planeta (y cómo impedírselo)', de Hervé Kempf y Juan Mendez (Garbuix)

 


Hervé Kempf en Cómo los ricos saquean el planeta (y cómo impedírselo) hace fácil lo que es en apariencia muy complicado: traza un historia de la lucha de clases en apenas unas páginas y luego, con una serie de aportaciones documentales demoledoras, pasa a explicar el propio título del cómic. Y es que en un mundo en el que el capitalismo ha pisado el acelerador del agotamiento de los recursos limitados del planeta, esta obra, que pone en su lugar el importante papel de los que más tienen (y que no hacen nada para cambiar la deriva de los acontecimientos), debería ser lectura obligatoria para cualquier escolar al final de su etapa obligatoria. Juan Mendez pone dibujos a la tesis de Kempf: la ostentación, el despilfarro y la nula empatía de los que han sido corrompidos por la ultrarriqueza impide cualquier cambio en el statu quo y en la lucha por salvar el medioambiente. Esto no será así, añado yo, hasta que una gran parte de la población sea consciente de ello, deje de ser servil con los ultrarricos, y pida a sus políticos que pongan en cintura a esas grandes fortunas. Cómic muy valiente, didáctico, explicado de forma muy sencilla para llegar al máximo de lectores, y que se hace muy necesario hoy en día. Al mismo tiempo, muy incómodo: nos recuerda la importancia de la lucha de clases. No será bien visto por el sector antivacunas-terraplanista-sí a las IAs que piensa que el cambio climático es una chufa inventada por cuatro abrazaárboles. Si saben leer sin tener ese sesgo planeticida, no lo duden: de lo mejor de 2025.



02 noviembre 2025

'Elon Musk: retrato de un oligarca', de Darryl Cunningham


Darryl Cunningham es una de las voces más incisivas del panorama contemporáneo del cómic británico. Autor e ilustrador con una fuerte vocación divulgativa, su obra transita con soltura por los territorios del ensayo gráfico y el periodismo ilustrado y la autobiografía, abordando cuestiones incómodas sobre nuestra sociedad o la política, desde una perspectiva crítica, racional y empática. Cunningham inició su carrera con una fuerte impronta autobiográfica. Su primer gran reconocimiento llegó con Psychiatric Tales (2011), una colección de historias basada en su experiencia trabajando en una unidad psiquiátrica, así como en su propia lucha contra la depresión. Esta obra marcó muchas de las constantes temáticas y formales que caracterizan su producción: la preocupación por el conocimiento riguroso, la denuncia de los estigmas sociales, y un estilo gráfico deliberadamente sobrio, funcional, casi didáctico, que pone al servicio de la claridad narrativa por encima del virtuosismo estético. 

Posteriormente, Cunningham se consolidó como un autor de cómic documental, con obras como Science Tales (2014), donde desmonta con rigor científico algunas de las teorías conspirativas más populares —desde el negacionismo del cambio climático hasta las pseudociencias—; más recientemente, ha abordado temas de geopolítica y autoritarismo en obras como La Rusia de Putin (2021), una escalofriante crónica del ascenso del autoritarismo en la Rusia contemporánea. En todos estos trabajos, su dibujo —esquemático, de líneas claras, a menudo monocromático con acentos de color simbólico— actúa como una interfaz visual que facilita la comprensión de ideas complejas sin renunciar a la carga emocional del relato. 

Con Elon Musk: retrato de un oligarca, Cunningham selecciona a un personaje que podría definir perfectamente los vaivenes de los últimos años en las sociedades capitalistas modernas. Porque para hablar del presente y del futuro inmediato de EEUU y de todo Occidente es inevitable citar al hombre más rico del mundo, y quizá el más polémico y odiado. Cunningham disecciona la bibliografía del billonario partiendo de su árbol genealógico: su abuelo fue un conocido tecnócrata, que más tarde apoyó fervientemente el apartheid cuando se mudó a Sudáfrica. Elon nació en el seno de una familia acomodada de Pretoria, lo que le brindó ventajas significativas a lo largo de su carrera. Gracias a su posición privilegiada, pudo estudiar en universidades de prestigio y mudarse joven a Canadá y luego a Estados Unidos. En 1995, junto a su hermano, fundó Zip2, una empresa que fue vendida por cientos de millones a Compaq apenas cuatro años después. Esa base económica le permitió impulsar una serie de proyectos de alto riesgo y capital intensivo: fundó X.com, que luego se transformó en PayPal; y, tras su venta a eBay, canalizó su creciente fortuna en iniciativas como SpaceX, Tesla, SolarCity, Neuralink, The Boring Company, y OpenAI. Las inversiones de organismos públicos y las ayudas provenientes de los impuestos americanos fueron clave para sus empresas, sin las limitaciones comunes a la mayoría de innovadores. En 2022, compró Twitter por 44.000 millones de dólares, y en 2021 se convirtió en la primera persona en alcanzar los 300.000 millones de dólares de fortuna personal. Porque no es oro todo lo que reluce en Musk, y Cunningham indaga en su vida y milagros aportando una bibliografía extensísima en la que se apoya su trabajo. Aunque el propio autor le concede a Musk que haya tenido una visión de negocio amplia y haya sabido orientar al futuro sus negocios (los trabajos de su equipo han hecho evolucionar el modelo de coche eléctrico, por ejemplo), no es menos cierto que estamos hablando de una persona narcisista, ávida de reconocimiento, celosa, inestable, vengativa y con unas ideas obtusas sobre el bien y el mal. 

Cunningham demuestra en Elon Musk: retrato de un oligarca que la carrera de Musk se ha cimentado en sus privilegios de salida, y en el dinero de los demás. Ha quemado ingentes cantidades de dinero a espuertas, y pudiendo ser recordado como un filántropo que hizo avanzar a la Humanidad, pasará a la historia por ser un ser humano mediocre y egocéntrico. El tipo de cómics que Cunningham escribe podría definirse como un cruce entre el ensayo gráfico, la divulgación científica y la crónica crítica. En la línea de otros autores como Joe Sacco o Igort, pone el cómic al servicio del conocimiento. Su estilo, didáctico y sencillo pero nunca cómodo, sólo tiene una pega: para tender puentes entre disciplinas y lectores diversos, sacrifica el amplio potencial simbólico que tiene el cómic en su narrativa. Pero eso no hace que su obra brille menos, sino simplemente que su valor documental se enfoque en lo que cuenta, y no en cómo. Siempre algo incómodo y necesario, Cunningham nos interpela desde su nueva obra a reflexionar en la sociedad en la que vivimos.

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