06 diciembre 2010

Mentrestant, de Jason Shiga (Edicions 62)

A veces el cómic deja de ser un instrumento de lo que la antigua pedagogía llamaba la "lectura pasiva", para convertirse en algo totalmente nuevo en donde el lector es el que construye la narración con sus decisiones. Si recuerdan aquellos libros de Elige tu propia aventura que triunfaron en los años 80 del pasado siglo sabrán de lo que les hablo.
En cómic tenemos un precedente claro a este tipo de narración multidireccional: el Morlac, del noruego Leif Tande, publicado en 2006 por Diábolo. Ahora, Grup Editorial 62 en su Estrella Polar publica Mentrestant, obra de Jason Shiga, otro experimento narrativo en toda regla.
Una pequeña decisión (helado de chocolate o vainilla) será la que ponga en marcha la historia de Jimmy, un chico que, por los azares de la vida, conoce a un científico que le dará la posibilidad de jugar con tres máquinas de nueva invención: un lector de recuerdos, una máquina del tiempo y un aparato que mata a toda la humanidad. Del lector depende que todos estos elementos sean bien usados y la historia llegue a un final feliz. Pero no será nada fácil, porque las encrucijadas que se encuentra el lector harán que haya centenares de posibilidades, la mayoría de las cuales desembocarán en desastre y fatalidad.
De el autor de Mentrestant, Jason Shiga, poco sabemos excepto que se graduó en Matemáticas Puras en Berkeley (California), y que es autor de cómics e inventor de juegos de mesa. Y es que evidentemente, era necesario un cerebro de científico para crear el armazón que representa la estructura narrativa de esta obra. Tenga en cuenta el lector que la historia no sigue una línea recta física, sino que las divergencias en la historia hacen que su estructura a la hora de editarla sea muy compleja, con una serie de conexiones entre viñetas que hacen que el lector vaya adelante y atrás en la paginación del libro. Si hemos de hacer caso a la nota de edición del libro, se tardaron más de dos años en completar la maquetación de este cómic, asistida en cualquier caso por algoritmos informáticos.
Es difícil que el lector se haga una idea de la obra en una reseña como ésta. Formalmente, el estilo de Shiga no es muy destacable, y abundan los copia-pega de viñetas, puesto que a veces la narración toma caminos paralelos pero no divergentes. Pero en todo caso, nos encontramos con un caso excepcional en el mundo del cómic, un experimento en toda regla, un juego para el lector, una lectura que no se agota , un verdadero puzzle y un reto de ingenio. Una de las obras más destacadas de este año 2010.

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