El joven Bastien Vivès (1984) ha irrumpido en el panorama editorial francés y, por extensión, español como una bocanada de aire fresco que ha congratulado a crítica y público. En España Diábolo se ha encargado de traernos tres de sus obras: En mis ojos, la reciente Por el imperio, y en la que nos ocupa, y tal vez la que más ha llamado la atención de los lectores: El gusto del cloro.
El gusto del cloro es una historia sencilla, de impresiones. Narra las visitas a una piscina municipal de un joven con escoliosis y de la chica que ahí conoce. Es un relato fundamentalmente visual, que practicamente no necesita palabras. Fluye como los cuerpos en el agua de los dos personajes principales. Vivès ha heredado de las nuevas olas de autores galos -y probablemente del manga- una agilidad para las imágenes casi de cine, donde lo más importante son esas impresiones de las que hablamos: el malestar, el amor, el zen primario de la natación, la frustración...
Quien haya ido alguna vez a practicar natación verá como Vivès capta esencialmente el pequeño universo que es una piscina cubierta, con esa característica luz, colores y olores, con ese constante trasiego de desconocidos, algunos misteriosos como la chica que el protagonista conoce. Desconocidos que encontramos por rutina y puede que nunca vas volvamos a ver. Personalmente, El gusto del cloro es la mejor obra que Vivès ha editado hasta ahora. Aquí tenéis algunas imágenes de sus páginas.
El gusto del cloro es una historia sencilla, de impresiones. Narra las visitas a una piscina municipal de un joven con escoliosis y de la chica que ahí conoce. Es un relato fundamentalmente visual, que practicamente no necesita palabras. Fluye como los cuerpos en el agua de los dos personajes principales. Vivès ha heredado de las nuevas olas de autores galos -y probablemente del manga- una agilidad para las imágenes casi de cine, donde lo más importante son esas impresiones de las que hablamos: el malestar, el amor, el zen primario de la natación, la frustración...
Quien haya ido alguna vez a practicar natación verá como Vivès capta esencialmente el pequeño universo que es una piscina cubierta, con esa característica luz, colores y olores, con ese constante trasiego de desconocidos, algunos misteriosos como la chica que el protagonista conoce. Desconocidos que encontramos por rutina y puede que nunca vas volvamos a ver. Personalmente, El gusto del cloro es la mejor obra que Vivès ha editado hasta ahora. Aquí tenéis algunas imágenes de sus páginas.
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