· Fue Pío Baroja quien escribió que la novela es una saco donde cabe todo. No le faltaba razón, pues a principios de siglo XX la novela experimentó un extraordinario desarrollo fruto de las nuevas técnicas narrativas que algunos autores empezaron a usar. Por no hablar de esa piedra de toque que significaría el Ulises de James Joyce: un terremoto que haría que la novela no volviera ser nunca más lo mismo. En el cómic, la experimentación ha ido en diferentes direcciones: desde las más formales de Spiegelman en Breakdowns, a las que apostaban por modos narrativos de muy distinto origen. Es el caso, por ejemplo, del brillante ejercicio de estilo que era Fallos de raccord de Marcos Prior (Diábolo). En esta línea es donde se ubica la obra que hoy analizamos: Ombligo sin fondo, del norteamericano Dash Shaw. No es casual la mención al Ulises en relación a esta obra; bien está que no nos hallamos ante una nueva obra capital dentro del mundo del cómic, pero sí ante una deliberada voluntad de romper con la forma de contar una historia al estilo "tradicional". En sí, la historia de Ombligo sin fondo no tiene mucho atractivo (como tampoco lo tenía el libro de Joyce): Después de 40 años de matrimonio, Maggie y Peter Loony dejan estupefactos a sus hijos al anunciarles que han decidido divorciarse. Esta declaración tendrá lugar en su espeluznante casa en la playa, donde han reunido a toda su familia para pasar la última semana juntos. La anécdota insustancial que vertebra la historia es tan sólo una excusa para poner encima de la mesa algunos procedimientos narrativos inusuales.N o sólo encontraremos viñetas en esta obra: se intercalan documentos de divorcio, planos de una casa, álbums de fotografías... Y no sólo eso: la disposición de las viñetas es también un elemento a tener en cuenta, y, aunque a veces de forma gratuita, Shaw limita el número de viñetas en página para focalizar la atención del espectador. Argumentalmente, la nimiedad de la anécdota hace que la importancia estribe en la introspección de los personajes, en especial de los tres hijos de la familia: cada uno de ellos vivirá de forma diferente el anuncio de sus padres de que se separan. Estamos ante una obra monumental (720 páginas), impresa en un tono sepia que recuerda ¿voluntariamente?, al Contrato con Dios de Eisner, una historia decididamente personal y experimental que puede convertirse en un referente en los próximos años. Ombligo sin fondo. Dash Shaw. Apa Apa Cómics, 2009.
· En el Burdeos de los 60, el joven Titú nos lleva a su pequeño mundo interior: una época fijada en la memoria de forma inestable, con olvidos, con la mitificación propia de la infancia. es una historia sencilla sobre los recuerdos que nos acompañan a todos, que se recrea en los pequeños detalles en los que reconocemos nuestras propias vivencias. Para los amantes de lo cotidiano en el arte. Mistigri. Stygryt y Nacho Casanova. De Ponent, 2009.
· Me parece increíble que una exposición laureada en Europa como Picha, que tenemos en la Misericòrdia, esté siendo silenciada de una manera vergonzosa. África, un continente desconocido para nosotros en tantas cosas, también tiene producción tebeística, y esta exposición es una muestra de la validez de este medio como forma de expresión, tanto de la denuncia social, como del cuadro de costumbres o del humor. ¡Váyanla a ver, por Dios! Picha: Còmics des de l'Àfrica. Exposición en la Misericòrdia. Hasta el 4 de junio.
· Este fin de semana se celebra la segunda edición de Còmic Nostrum, nuestra isleña cita comiquera anual, en la que, además de las paradetes de siempre de tiendas y particulares, podremos disfrutar de cuentacuentos, talleres, concurso de disfraces, y la exposición susodicha. Este año algunos de los invitados son Felipe Hdez. Cava, Javier Pulido, David López o las chicas del Studio Kosen. La semana que viene les contaré cómo fue. Còmic Nostrum. La Misericòrdia. Hoy, hasta las 21.00 h.
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