En esta ocasión reseño aquí dos títulos que no son actualidad de Milky Way, que se me pusieron a tiro por circunstancias de trabajo, y he considerado que lo mejor es dejar cuatro ideas apuntadas ni que sea como recordatorio para mí mismo.
· Hotel: historias cortas de Boichi. En este volumen de historias breves, dedicado además a Arthur C. Clarke, encontramos a un autor que sabe utilizar el género de la ciencia-ficción apocalíptica con una envidiable habilidad. La mayoría de las historias más largas están centradas en un panorama donde el tiempo de la Humanidad ha pasado y sólo queda los vestigios de la civilización. Interesante resulta como el autor combina esa ciencia-ficción tecnológica, de clara conciencia ecológica, con el pensamiento mítico y varias narraciones bíblicas asociadas (o no) con el fin de los tiempos. Combinando momentos puntuales de humor, con otros de horror, Boichi habla de una tierra en la que el hombre ha dejado de ser el ser vivo más importante, y quizá influido por la ciencia-ficción occidental, plantea escenarios no demasiado alejados de la realidad actual. Aunque Boichi a veces se deja llevar por el fan service en sus momentos más Masamune Shirow, en este volumen está contenido y se centra en unas narraciones emocionantes, que saben combinar géneros y que llevan al lector en volandas hasta el final. Los mejores relatos del volumen: Hotel y Todo fue por los atunes.
· Portus, de Jun Abe. Si el volumen anterior me sorprendió gratamente, no puedo decir lo mismo de Portus, también editado en 2015 por Milky Way. Editado antes de la oleada de títulos de Junji Ito y compañía que se marcó Planeta hace un tiempo, este volumen único de Jun Abe es una pálida transliteración del argumento de la que es quizá la más famosa película de terror japonesa, Ringu (The Ring), al videojuego. Aquí, unos adolescentes juegan con un antiguo videojuego de 8 bits que al parecer está maldito porque uno de sus creadores se suicidó mientras lo creaba y el otro escondió en el código el minijuego "maldito" que el primero introdujo en el juego. Las protagonistas y uno de sus profesores de instituto seguirán la pista de esta leyenda urbana que circula desde hace veinte años para intentar salvarse. Portus tiene una estética decididamente cinematográfica, y de hecho podría funcionar casi como el storyboard de una futura adaptación con actores reales. Abe usa todos los resortes típicos del manga de terror: abominaciones físicas, niños inquietantes, giros de articulaciones imposibles y se le escapa también algún que otro fan service totalmente innecesario (algún plano de bragas, adolescentes en ropa interior). Al igual que Boichi, el autor rompe la tensión con algunas caricaturas humorísticas, pero afortunadamente no nos saca de la historia. El estilo me recuerda a algún otro dibujante, pero no sé precisar a cuál: quizá a Minetaro Mochizuki en su estilo más sucio. Como artefacto de terror no deja de ser válido, pero sería (o será) más efectivo si el lector no tuviera experiencia en esto del terror japonés. Poco puede sorprender a un aficionado al género.
No hay comentarios:
Publicar un comentario