14 junio 2025

‘Ranciofacts 7: Orgullo cuñao’, de Pedro Vera (¡Caramba!)


Pedro Vera, que alcanza el séptimo recopilatorio de su serie Ranciofacts (titulado Orgullo cuñao, y que incluye las páginas publicadas en El Jueves entre 2023 y 2025), es uno de los autores patrios imprescindibles a la hora de reírnos de las miserias que nos envuelven. Personalmente tengo que confesar que no hay volumen de Ranciofacts que no me  deje llorando de risa (y despertando a mi pareja, porque leo a la hora de acostarme) con su humor hiperbólico y su saturación de referencias friki-kitsch-camp. Porque Ranciofacts es un desfile de los peores lugares comunes que se han creado en nuestro país, desde tradicionales como la decoración de las casetas de feria o la publicidad rancia, pasando por nuestros hábitos pornográficos o sacando los colores a las modas más trendy, como el running, los baby shower, hasta las tartas para despedidas de solteros/as. Pedro Vera es el verdadero notario de la cutrez de nuestro país, cutrez que ya nos viene bien para echar unas buenas carcajadas a su costa. 


 

13 junio 2025

Reseña de 'Astro City - Metrobook 1', de Kurt Busiek y Brent Anderson


Es difícil decir algo nuevo del género de superhéroes en cómic. Un género que arrancó en los años 40 del pasado siglo y que cuando pensábamos que había llegado al cenit de su popularidad, la industria cinematográfica se propuso salvarlo (al menos en la gran pantalla, claro). Los superhéroes han tenido sus épocas: épocas de oro, de plata, de la modernidad han pasado a la posmodernidad y han ido cambiando su valor semiótico según la sociedad también cambiaba.

Hoy en día, el género está en un momento complicado. Y lo digo como lector que se ha ido progresivamente alejando de él. Insertado en una sociedad líquida y posmoderna, los superhéroes hoy se debaten entre el homenaje nostálgico y un continuismo cada vez más agotado que únicamente justifican razones económicas.  La industria se debate entre dar carpetazo a unos personajes cuyo marco temporal ha pasado a ser totalmente fantástico y el temor de presentar a nuevas hornadas de superhéroes que no cuajen entre el público. Al fin y al cabo, si Superman o Batman han funcionado 80 años, ¿por qué no pueden funcionar 80 años más?

En los últimos, digamos, 20 años, he leído muy pocas aportaciones realmente relevantes al género. También podría equivocarme, porque como he dicho, mi interés por él ha decrecido así como me he hecho viejo. La mayoría de esas historias relevantes han querido precisamente jugar con los tópicos del género para volver a retratar la sociedad que los acoge, porque como ya habréis sospechado, el género de superhéroes es sólo una crónica de la sociedad de su tiempo. Y Astro City es una de esas diez obras que deberían estar en todas las listas sobre lo mejor del cómic de superhéroes.

Astro City cumple ahora ¡uf! treinta años. Planeta reedita la serie en el formato USA Metrobook, que son unos omnibus que recogerán en 6 voluminosos tomos toda la obra de Kurt Busiek y Brent Anderson. He seguido la serie durante estas tres décadas: primero en las grapas de Fórum, luego en una edición de lujo -que sigue siendo la más bonita- de Norma (con continuación más sobria de ECC), y ahora en esta nueva edición. Vuelta a leer ahora, treinta años después de su primera publicación, Astro City sigue generándome las mismas emociones puras que la primera vez. Busiek es un perfecto conocedor del género: ya había podido hacer una relectura del Universo Marvel en aquella fabulosa serie Marvels, donde intentaba recrear cómo sería un mundo poblado por dioses y héroes a los ojos del común de los mortales. Pero Busiek tenía más ideas: quería seguir explicando esas historias en un mundo propio, no constreñido por la tiranía de la continuidad y la autocensura. Y entonces creó Astro City. Una ciudad sobre la que cimentar su propia mitología, utilizando a los superhéroes ya existentes como arquetipos para sus historias. En Astro City encontramos paralelismos obvios: El Samaritano es Superman, Confesor es Batman, la Primera Familia son los Cuatro Fantásticos... Pero eso tanto da. Lo importante es que Kurt Busiek tenía una base, que todo el mundo podía identificar, sobre la que jugar y contar las historias que le apeteciera sobre esos arquetipos. 

Precisamente el interés de Astro City viene por las historias profundamente humanas que Busiek extrae de sus personajes metahumanos. Los anhelos de libertad del Samaritano. Las dificultades de las relaciones sentimentales (en este caso, entre Samaritano y Victoria Alada). La paradoja bíblica del "único hombre justo". Todo ello servido con un amplísimo conocimiento de los tropos del género.

A medida que la serie avanza, Busiek deja los episodios autoconclusivos para desplegar una trama más ambiciosa que, eso sí, recuerda más a las épocas doradas del cómic. Kurt Busiek hace lo que mejor sabe hacer. Y le acompaña a los lápices Brent Anderson, un dibujante clásico al que debemos la soberbia novela gráfica Dios ama, el hombre mata con Chris Claremont. Anderson tiene un estilo muy setentero, y quizá al lector casual no convencerá, pero le da a la serie el toque vintage justo que necesita -siendo, como es, un maestro de la anatomía y un artista de la escuela de Neal Adams. Y evidentemente, tenemos las portadas del monstruo hiperrealista Alex Ross, que ya han creado escuela y que contribuyen a esa visión de la divinidad desde los ojos de los mortales.

Volver a Astro City con esta edición ha sido un placer. Si bien me he encontrado con algunos fallos de traducción/rotulación algo imperdonables a estas alturas y con tantas ediciones detrás (creo que la traducción de Javier Olivares es nueva, pero no será que pueden consultarse la anteriores), el material que ofrece esta edición es fantástico. Os recomiendo, tanto si ya la leísteis en su momento, como si no la habéis descubierto todavía, que aprovechéis esta nueva edición para visitar Astro City y quedaros allí, en el corazón de los superhéroes, a vivir una temporada.

06 junio 2025

Retrorreseña: ‘Superior’, de Mark Millar, o Fausto como superhéroe (Panini)

 

Simon es un adolescente normal. Bueno, todo lo normal que pueda ser un joven aquejado de esclerosis múltiple. Cada noche, Simon reza para que su enfermedad crónica desaparezca. Y de repente, sus plegarias son escuchadas. Una extraña criatura, una especie de mono mágico llamado Ormon, concede a Simon su deseo y éste se ve convertido en el superhéroe de cómic Superior. Pero Ormon avisa a Simon que este repentino milagro se explicará a la semana de su llegada. Simon deberá entonces enfrentarse a la verdadera naturaleza de sus poderes.

Superior es una obra que, como tantas otras que se han escrito en los últimos años, repiensan el género de superhéroes bajo nuevas perspectivas. En concreto, Mark Millar ha sido un autor que se ha especializado en estas revisiones, desde la actualización del universo Marvel en  Ultimates, al juego de mezclar diferentes grados de realismo y ficción en obras como Kick-Ass, Nemesis, o este mismo título.

En el tratamiento de la naturaleza del superhéroe, Superior bebe de otro de los grandes guionistas del género, Kurt Busiek. De hecho, la obra tiene algunos puntos en común con Identidad secreta  (el hecho de que un niño recibe los poderes de un Superman) y con  Astro City (el momento en el que Superior descubre sus poderes y su habilidad de volar parece remitirnos al monólogo de Samaritano en el aire del primer número).

Millar usa el arquetipo del héroe de Superman para contar esta historia, de la misma manera que Alan Moore usó a Supreme o el citado Busiek a Samaritano. Superior simboliza, más allá de los valores norteamericanos asociados a Superman, el poder de los sueños y la libertad. Además, el guionista realiza un interesante giro hacia la realidad cuando aprovecha para dar visibilidad a un problema como es la esclerosis múltiple, una dolencia crónica que termina siendo para sus aquejados como una condena en vida. Podría haber caído en tópicos o respuestas fáciles, pero encarar de una forma verosímil y seria este problema honra al guionista.

Y un poco de análisis que no puede hacerse sin contar el núcleo de la trama (Atención, SPOILERS a continuación). La historia de Superior funciona como una actualización del mito de Fausto, sólo que con la habitual vuelta de tuerca de los guiones de Millar. Si en la leyenda alemana, era el personaje el que, insatisfecho por su vida, hacía un pacto con el diablo, en Superior es éste el que va un paso por delante del personaje. El pequeño demonio tentador, porque no es sino eso el mono mágico, ofrece primero el premio para luego cobrarse su contrapartida, es decir, el alma inmortal del chico. Pero, al igual que en otras tantas leyendas populares, finalmente el hombre es el que consigue engañar al diablo, volviendo al punto de partida inicial, pero con un personaje que ha crecido y ha encarado de una forma diferente el devenir de su terrible enfermedad. (FIN de los SPOILERS)

Superior me parece un cómic notable; primero, porque, en la línea de las anteriores obras de Mark Millar, se pone en tela de juicio tanto la naturaleza del héroe como su vocación filantrópica (pensemos en el reverso de esta historia, Nemesis); y segundo, por la magnífica labor de Leinil Yu a los lápices. El conjunto es brillante y enteramente recomendable

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...