06 agosto 2025

'¿Es una bruja?/És una bruixa?', de Raquel Gu (Garbuix Books)

Cualquier balear que tenga más de 30 recordará con cariño un cómic titulado Història de les Illes Balears que tuvo una difusión masiva gracias a la edición por parte de la que en ese momento era la caja de ahorros que tenía más implantación en las Islas. Fue un cómic histórico en todos los sentidos, porque además de ser didáctico y entretenido, era muy divertido, y muchos gags permanecieron en el humor de muchas familias (bueno, puedo hablar por mi contexto). Història de les Illes Balears era un recorrido por la historia de estas islas desde la Prehistoria hasta el momento en que publicó (los 80), en el que un niño y una niña conocían a un viejo olivo -Madò Olivera- que ejercía de maestro de ceremonias y les explicaba de forma amena todo su pasado.

¿A qué todo este párrafo? Pues porque, tantos años después, És una bruixa? (lo he leído en catalán, pero también está editado en castellano: ¿Es una bruja? Mitos, mentiras y realidad), de Raquel Gu, me ha recordado esa amena lectura que hice. En su cómic, una abuela, a propósito del encuentro de sus nietos con una vecina mayor y algo antipática, cuenta los orígenes, causas y desarrollo del concepto de bruja, tan antiguo como la humanidad y firmemente relacionado con una cosmovisión patriarcal. La autora hace un magnífico y ameno ejercicio de síntesis, desde los primeros sabios y curanderos en el albor de las civilizaciones, pasando por Grecia y Roma, la Edad Media, la época de la Inquisición, la caza de brujas en Europa y América en los siglos XVI y XVII, hasta el cambio de paradigma de esa idea, con su reapropiación por parte del feminismo. 

Y lo hace, como digo, de una forma muy amena, porque los personajes de la abuela (la sabiduría) y los nietos (la transmisión del conocimiento) permiten relacionar una historia de la misoginia como es la de las brujas con conceptos más modernos que los lectores jóvenes entenderán, como el bullying o las fake news, porque de eso se trata en el fondo: de cómo un statu quo de poder impuso su relato a unas mujeres que frecuentemente vivían en los márgenes de la sociedad. 

El cómic está muy bien documentado (tiene dos páginas enteras de la bibliografía en la que se apoya): por ejemplo, a poco que uno sepa, sabe que la Inquisición española no persiguió el fenómeno de las brujerías como pasó en otros lugares de Europa, y eso es un aspecto que aquí se menciona y reconoce. Raquel Gu tenía una papeleta difícil en este cómic, puesto que su carácter didáctico le podía llevar a usar texto de forma desmesurada, y sin embargo, aunque tiene bastante, está bien solucionado, y el humor y el uso abierto de la composición de la página, en la línea de lo que suele hacerse hoy en día en el cómic documental, hace que la obra no se haga en absoluto pesada. Añadamos a esto el delicioso y sencillo dibujo de la autora, y tenemos un cómic divulgativo, entretenido y especialmente señalado para jóvenes lectores/as, que cuenta una parte de nuestra historia que necesitada ser reformulada.

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